(Minghui.org) Para protestar por su detención ilegal y salvaguardar su libertad de creencia, los practicantes de Falun Gong a veces hacen huelgas de hambre después de ser arrestados por el régimen comunista chino por mantenerse fieles a su creencia. Los funcionarios de prisiones aprovechan esta oportunidad para torturar a estos practicantes mediante la denominada alimentación forzada.

A continuación se relata lo que le sucedió a una practicante en Tianjin.

La Sra. Gao Yanhong, residente en el distrito de Wuqing, en Tianjin, solía padecer diversas enfermedades. Reconoce que la práctica de Falun Gong mejoró su salud y elevó su carácter moral. Comenzó a cuidar bien tanto a su marido como a los ancianos.

Pero cuando habló a alguien en una aldea vecina sobre Falun Gong, el secretario del partido de la localidad la denunció a la policía. Fue arrestada el 7 de mayo de 2018 y retenida en el centro de detención de Wuqing durante 15 días.

Para apelar por su inocencia, la Sra. Gao se negó a comer durante la detención. Los guardias trajeron leche de soja en polvo e instruyeron a los reclusos para que la alimentaran a la fuerza. Durante dos días, la Sra. Gao escupió la comida que le obligaron a comer.

A Mo Shuyu, una de las reclusas, se le ocurrió la idea de impedir que escupiera la comida. "Una de nosotras le apretará la nariz mientras otras le introducimos la mezcla de leche y agua en la boca con una cuchara. Luego le cubrimos la boca con una toalla y la sujetamos con fuerza".

Siguiendo su consejo, las reclusas unas veces sostenían a la Sra. Gao en el suelo y otras veces la sujetaban contra una cama durante la alimentación forzada. Mientras tanto, otras reclusas se sentaban sobre sus piernas, y algunas le sujetaban las manos con fuerza para evitar que las moviera.

La mezcla de leche en polvo a veces era muy pegajosa, y la Sra. Gao no podía tragarla ni escupirla. Cuando las reclusas le cubrían la boca con una toalla, no se la retiraban hasta que dejaba de luchar.

Los guardias también llevaron dos veces a la Sra. Gao a un hospital para que se sometiera a exámenes médicos. Fue transportada en una jaula de metal, con los pies encadenados.

A su regreso al centro de detención la primera vez, la Sra. Gao gritó: "¡Falun Dafa es bueno! Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno".

Entonces un oficial le roció la cara con un spray de pimienta, dejándola incapaz de abrir los ojos. Acto seguido, las reclusas la arrastraron de vuelta a la celda.

Al regresar del hospital por segunda vez, la Sra. Gao hizo lo mismo, y el agente volvió a aplicar el aerosol de pimienta. De regreso a la celda, el recluso principal Chen Yuhua ordenó a otros reclusos que la desnudaran la y obligaran a sentarse en un "taburete pequeño" y  le echaran un cubo tras otro de agua fría.

El 12.º día de su huelga de hambre, los guardias esposaron a la Sra. Gao a una silla y le aplicaron inyecciones intravenosas durante más de dos horas. Posteriormente continuó la huelga de hambre.

El 14.º día, los reclusos empezaron a usar una cuchara de mayores dimensiones para alimentarla a la fuerza. Le metieron la cuchara en la boca y la movieron frenéticamente, dejando la boca ensangrentada por dentro y por fuera.

Ya demacrada, la Sra. Gao fue sometida a otro examen físico, en el que se observó hipertensión arterial, manchas oscuras en el pecho y un bulto del tamaño de un huevo en el cuello.

El día 15, un oficial dijo que le habían diagnosticado linfoma en etapa terminal. Para evitar que la Sra. Gao muriera en el centro de detención, las autoridades la pusieron en libertad bajo fianza de 10.000 yuanes.

La familia de la Sra. Gao la llevó a su casa, donde reanudó su práctica de Falun Gong. Se recuperó en unas dos semanas.

Al ver la salud renovada de la Sra. Gao, los funcionarios comenzaron a acosarla de nuevo. La llamaron dos veces desde el centro de detención, una en julio y otra en septiembre. También la han amenazado con meterla en la cárcel.