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Los practicantes de Dafa son las mejores personas

Jul. 15, 2017 |   Por Chun Lai, un practicante de Falun Dafa de la provincia de Liaoning, China

(Minghui.org) De niño tenía mala salud, muchas enfermedades, y también era de mente rígida.

Cuando comencé a estudiar Falun Dafa, acepté rápidamente los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y la idea de pensar primero en los demás. Pronto me volví un cultivador de Falun Dafa y muchas de mis enfermedades desaparecieron.

Soy dueño de un restaurante, y trato con clientes siguiendo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, y ellos confían en mi. Mis proveedores saben que si sus cálculos van mal y les debo dinero, siempre pago lo que debo.

Uno de ellos me dijo que todos los vendedores en el mercado sabían que yo era una persona honesta y buena. Le dije: "Es porque practico Falun Dafa y me enseña a pensar primero en los demás".

Esta vendedora es una a los cuales les he pagado dinero cuando me han cobrado menos de lo que debían. Me dijo: "He vendido vegetales por muchos años. Si me equivoco a favor de alguien, son muy pocas las personas que me regresan el dinero. Seguramente yo también me equivoco con sus cuentas. Nunca he conocido a alguien tan bueno como tú".

Le conté que el partido comunista chino (PCCh) ha matado a ochenta millones de personas desde que tomó el poder en China. Me contó sobre su padre que fue perseguido y escapó por poco de la muerte. Ella y sus hermanos soportaron muchas dificultades al crecer debido a esto.

Un vendedor dijo que yo era la persona más genuina que había conocido y que siempre pensaba en el bienestar de los demás primero. Me dijo: "Mi esposa y yo nunca hemos conocido a alguien como tu".

Otro vendedor no me cobró suficiente por los vegetales que le compré. Cuando me di cuenta y le pagué lo que le debía se conmovió. Me dijo: "Todos dicen que los practicantes de Falun Dafa son las mejores personas y ahora estoy convencida".

Mi esposa recibió un autobús lleno de clientes de la ciudad de Baishan, que acababan de regresar de un viaje a Hong Kong. Luego que se fueron, encontró un morral. Contactó inmediatamente al guía turístico y pudieron conseguir al dueño.

Unas horas después, la dueño del morral vino a recogerlo. Revisó los contenidos y se veía aliviada. Era una profesora de inglés y había comprado cosas en Hong Kong. Quiso darle a mi esposa cincuenta dólares como recompensa pero ella se negó a recibirlos.

Ofreció pagar por un cartel, pero mi esposa también se negó. Al final escribió una carta de gratitud al buró de comercio local y nos dejó su número de teléfono, y nos invitó a visitarla algún día.