(Minghui.org) Durante mucho tiempo, me molestaba el hecho de que no podía mantenerme tranquilo cuando hacía los ejercicios. Mi mente se llenaba de todo tipo de pensamientos obstinados. Justo cuando hacía que mi mente errante regresara, se iba nuevamente a algún otro lado. A veces, mi conciencia principal no estaba clara tampoco y dormitaba de vez en cuando.

Al principio, no presté mucha atención y la situación se volvió cada vez más seria. Después de lidiar con esto durante mucho tiempo, y con la ayuda del Maestro, hice por fin un gran avance. Me gustaría compartir mi experiencia con los compañeros practicantes.

Permítanme comenzar con un sueño que tuve hace unos días, en donde el Maestro me estaba cortando el cabello. Yo estaba sentado en un taburete de madera, y llevaba un buen traje oscuro, una corbata radiante y zapatos de cuero negro brillante.

El Maestro dijo que, si el cabello caía en mi ropa, sería muy difícil de limpiar, así que me envolvió con un pedazo grande de tela y comenzó a cortar mi cabello.

El Maestro utilizó un par de tijeras brillante y, cuando me mostró el cabello que había cortado, me sorprendió ver que no era cabello normal -las mechas parecían alambres de acero de una pulgada de largo, muy duros y manchados de óxido en varias partes.

El Maestro afeitó mi cabeza, pero dejó unos cabellos cortos, de diferentes colores en un lugar discreto en frente. Todo en el sueño se sentía vivo y real.

Cuando me levanté a hacer los ejercicios en la mañana siguiente, para mi gran sorpresa, me pude enfocar totalmente, con una mente clara, en la música de la práctica. Fue una sensación milagrosa, que nunca había tenido antes.

Entendí que el Maestro había eliminado los mensajes externos que me interferían y el yeli (karma) de pensamiento en mi mente. Mi agradecimiento hacia el Maestro fue más allá de las palabras. Al mismo tiempo, me sentí muy avergonzado porque no había podido eliminar los pensamientos impuros de mi propia mente y había permitido que se hicieran cada vez más fuertes, hasta que se convirtieron en una gran tribulación que no pude superar por mí mismo.

La pista que me dio el Maestro me hizo reflexionar cuidadosamente. Me di cuenta que, desde el principio, nunca había tomado en serio mi problema, e incluso le permití a mi mente a vagar con todo tipo de pensamientos.

Antes de que el Maestro me diera la pista

Siempre había disfrutado haciendo los ejercicios y, cuando mi mente estaba relativamente tranquila y centrada, podía encontrar excelentes soluciones a los problemas en el trabajo o en la vida diaria.

He estado involucrado en la edición del periódico La Gran Época. Cuando tenía que escribir un artículo, discernía la información, elaboraba el resumen e incluso resolvía las frases descriptivas que iba a utilizar en el artículo mientras hacía los ejercicios. Al terminar la práctica, podía escribir el artículo sin mucho esfuerzo.

En ese tiempo, veía esto como si fuera mi capacidad personal y me sentía bastante satisfecho conmigo. De hecho, el estado en que estaba no era muy diferente de practicar una vía perversa como la describe el Maestro en el libro Zhuan Falun. Había dado lugar a pensamientos que me distraían y los había dejado vagar salvajemente, entonces el mal había aprovechado ese apego, magnificándolo.

Justo como el Maestro me enseñó en el sueño, mi pelo se había convertido en alambres duros de acero, siendo cada uno un tipo de antena que recibía todo tipo de mensajes para transmitirlos a mi cabeza. No es de extrañar que en mi mente aparecían todo tipo de pensamientos cuando hacía los ejercicios: cosas del pasado, del presente, lejanas o cercanas, de lo bueno y lo malo, y así sucesivamente.

Debido a que me aferraba a muchos apegos, fue muy fácil sintonizar con aquellos mensajes externos. Mi mente era como una radio inalámbrica, y mis apegos buscaban los canales con los que se identificaban para recibir mensajes externos a través de las antenas. Esto parecía funcionar muy bien cuando estaba haciendo los ejercicios.

A pesar de que estaba practicante con la música y las instrucciones del Maestro, mi mente se había desviado muy lejos. Cuando estaba haciendo la meditación sentada, mi mente seguía vagando lejos, y a veces, cuando la práctica llegaba a su fin, estaba todavía en mi propio mundo de fantasía. De vez en cuando, incluso estaba adormecido. Tuve experiencias similares cuando estudiaba el Fa. A veces no era consciente de lo que estaba leyendo.

Tomando en serio el problema

Después de compartir con otros practicantes, me di cuenta de la gravedad del asunto y me cuestioné seriamente acerca de mi cultivación. Me di cuenta de que había prestado demasiada atención a las cosas de la gente común en vez de dar prioridad a la cultivación.

Al igual que en la pista que el Maestro me dio en mi sueño, vestía un buen traje y zapatos de cuero brillante. ¿No era un reflejo de mi búsqueda de ganancia personal y de apariencia superficial? Entre la gente común puedo ser considerado un caso de éxito, por tener un doctorado, un trabajo conveniente y estable, una familia feliz con niños bien educados, una casa bonita y coches... Sin embargo, todas estas cosas hicieron que sea fácilmente atrapado por todo tipo de apegos.

Con la ayuda de los compañeros practicantes, comencé a estudiar más el Fa y traté de enfocar mi mente al hacer los ejercicios. Seguí animándome con las enseñanzas del Maestro y puse a Dafa como prioridad en mi vida.

Sin embargo, debido a que aflojé en mi cultivación durante mucho tiempo, no fue fácil alcanzar el ritmo. Seguí diciéndome: "Quiero cultivar Dafa, quiero cambiar, y la cultivación es lo más importante para mí".

En cuanto mi mente comenzó a desviarse, hice que regresara, y en un rato fui capaz de mantener la mente relativamente en calma. Fue entonces cuando tuve el sueño que describí anteriormente.

Agradezco profundamente al Maestro. Por supuesto, también vi en mi sueño que el Maestro removió casi todas las cosas malas, pero aún quedaron algunos alambres en mi cabeza. Sé que los que quedaron fueron para mi cultivación. Gracias, Maestro, por sus arreglos que son los más compasivos. Sé que el camino restante de mi cultivación depende de mí.