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Inolvidable recuperación de un ataque cardíaco en un campo de trabajo forzado

Jun. 11, 2017 |   Por la practicante de Falun Gong Wu Zhen en Wuhan, China

(Minghui.org) En 1994 comencé a practicar Falun Gong. En 1999 el partido comunista chino (PCCh) empezó a perseguir a la disciplina y en 2000 fui encarcelada en un campo de trabajo forzado por perseverar en practicar.

De repente, un día a medianoche, sentí incomodidad y un dolor punzante en mi corazón. Un guardia del campamento llamó al médico para que me examine. El profesional escuchó el latido y me tomó la presión. No dijo una palabra, pero se fue rápidamente con una expresión nerviosa en su rostro. Supuse que mi condición era crítica, y temía morir allí.

Poco tiempo después el subdirector del campamento y algunos otros miembros del personal vinieron y hablaron de enviarme al hospital. No quería ir. Les dije que me recuperaría en poco tiempo si podía ir a casa y practicar Falun Gong. No escucharon. Siete u ocho de ellos me arrastraron hasta una ambulancia, y luego me escoltaron al área de emergencia de un nosocomio local.

Un médico me examinó y decidió aplicarme una inyección y oxígeno. Yo mantenía mi fe en Falun Gong y sabía que estaría bien sin ningún procedimiento. Me quité el tubo de oxígeno y les expliqué por qué lo hice. Me pidieron que creyera en la ciencia y que reciba el tratamiento.

Entonces les manifesté: "Estuve hospitalizada por casi un año antes de practicar Falun Gong. Gasté mucho dinero y sufrí mucho dolor. Mis enfermedades no fueron curadas a través de tratamientos, sino que empeoraron. Desde que comencé a practicar  no tomé ninguna píldora ni me enfermé. Así que piensen, ¿no es Falun Gong maravilloso?”. Quedaron sin palabras.

A pesar de su reacción, siguieron la orden del médico y me sujetaron en la cama. Una enfermera envolvió mi pierna con un tubo de plástico e intentó localizar una vena en la izquierda para un goteo intravenoso. Entonces grité: "¡Maestro, ayúdame! No quiero esta inyección". En el pasado mi vena siempre había sido fácil de localizar, pero tan pronto como grité, no pudieron encontrarla. Luché y los cansé.

Decidieron tomarse un descanso y luego intentaron ubicar otra en la pierna derecha. Grité y forcejeé nuevamente. No pudieron encontrarla. Me senté y les dije: "Estaré bien si me dejan hacer la meditación sentada".

No hablaron. Seguí contando sobre Falun Gong y por qué el PCCh lo persigue.

Mientras me escoltaban de regreso al campo de trabajo, relaté mi experiencia acerca de la milagrosa recuperación de los muchos y severos problemas que tenía antes de conocer la disciplina. También les pedí que no participen en la persecución del PCCh.

Tengo 62 años. Antes de practicar, en 1994, tenía muchas dolencias y era probable que muriera en cualquier momento. Mi presión arterial era 150/260. Tenía enfermedad cardíaca, un trastorno de lípidos, diabetes y las piernas paralizadas. Estaba casi ciega. Además, una severa enfermedad ginecológica e hiperplasia en las vértebras. No podía cuidar de mí. Un médico dijo que mi estado era crítico. Estuve hospitalizada por casi un año, durante el cual mi salud sólo se deterioró.

Porque pensé que mi situación carecía de esperanza, hice los preparativos para mi muerte y arreglé que mi hija fuera a un internado. Entonces un vecino me sugirió que intentara con Falun Gong y así lo hice. Poco tiempo después, todas mis enfermedades habían desaparecido. El Maestro Li me dio una nueva vida. Estaba muy agradecida y no podría expresar mi reconocimiento en palabras. Desde entonces he practicado Falun Gong.