(Minghui.org) Tengo 68 años y vivo en una aldea de la provincia de Shandong en China. Por motivos de salud, mi esposa y yo empezamos a practicar Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, en 1998. Mi hijo, que es médico, se convirtió en practicante después de ver las mejoras que experimentamos por practicar.

Haciendo memoria, recuerdo muchas experiencias maravillosas. Somos muy afortunados por poder practicar Dafa. Las vidas de todos mis familiares mejoraron después de que empezara a practicar Dafa. Nos volvimos gente pacífica y feliz. Nuestras vidas fueron bendecidas por Dafa y el Maestro Li Hongzhi, el fundador de Falun Dafa.

Desearía poder contarle a todo el mundo que Falun Dafa es bueno, y que Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno. Ahora relataré algunos de los hechos asombrosas que nos ocurrieron.

Dafa rescata a mi esposa del pozo de la desesperación

Debido a la edad y a las presiones que soportaba en la vida diaria, la salud de mi esposa se deterioró, y a menudo se veía obligada a visitar la clínica de la localidad. En 1998 el médico le sugirió que fuera a un hospital para que la pusieran bajo tratamiento.

Allí, le diagnosticaron fibromas uterinos y el médico le dijo que ya se habían extendido tanto que debía ser operada de urgencia.

Justo entonces, nos topamos en los pasillos con un paciente inconsciente y muy pálido que acababa de ser operado. Como atravesábamos dificultades económicas tampoco queríamos pagar por una operación que ofrecía tan escasas probabilidades de éxito.

A pesar del dolor, mi esposa decidió que no se operaría.

Entonces, un practicante de nuestro vecindario nos habló de Falun Gong. Mi esposa se sentía demasiado débil para caminar sola, así que decidí acompañarla para ver los vídeos de las conferencias del Maestro Li. Parecieron gustarle las enseñanzas y las escuchó con mucha atención.

Al tercer día, había mejorado un poco y ya podía andar por sí misma. Se sentía muy relajada al séptimo día. Mi hijo, que estudiaba en la Facultad de Medicina por aquel entonces, dijo con desdén: “Si Falun Gong es tan milagroso, ¿Para qué necesitamos hospitales?”.

Una semana después, mi hijo vino a nuestra casa. Se sorprendió al ver el rostro sonrosado de su madre. Se quedó perplejo, unos semanas después, cuando su madre parecía ser una persona nueva, saludable y llena de vitalidad. Podía encargarse de las tareas del hogar y cuidábamos juntos de las plantaciones. Incluso ayudó a nuestro vecino a recolectar su maíz. Un enorme tumor de su abdomen desapareció sin que se diera cuenta.

Después de ser testigos del poder milagroso de Dafa, mi hijo y yo nos convertimos en practicantes. Hicimos todo lo posible por seguir estrictamente los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y tratar a los demás con bondad.

Arrestaron a muchos practicantes, los “transformaron” y los condenaron después de que Jiang Zemin empezara a perseguir a Falun Gong en 1999. Nuestra familia no permaneció inmune a la persecución.

Nos condujeron a uno de los centros de lavado de cerebro para ser “transformados” pero resistimos. A pesar de las brutales torturas, nos recordamos con firmeza que éramos practicantes de Dafa, que vivíamos según el principio de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Una buena persona

En 2005, cuando me dirigía al trabajo, el tractor de una granja golpeó mi motocicleta por detrás y me lanzó a cierta distancia. En mi mente solo había un pensamiento: “Como soy un cultivador, todo saldrá bien”.

El conductor, un señor de unos treinta años, en un primer momento temió que hubiera muerto por el impacto. Después se acercó y dijo: “Lo siento. ¿Se encuentra bien?”. Mi pierna se había despellejado tras ser arrastrado por la carretera.

Ante la insistencia del conductor, fui al hospital para que me trataran algunas pequeñas lesiones y regresé a casa con algunos medicamentos.

Mi esposa dijo: “Somos practicantes. El Maestro siempre nos está cuidando. No necesitamos medicamentos. Debemos devolverlos. No permitamos que ese joven se gaste su dinero en esto”.

Hablamos con el conductor y se emocionó mucho. Luego vino con su esposa a visitarnos a casa. Dijo: “Le hice tanto daño, hiriéndolo, sin embargo, aún quiere que ahorre dinero. No creía que personas tan buenas como ustedes pudiesen existir. ¿Podríamos ser su hijo adoptivo y su nuera?”.

Nos alegramos mucho de que pasaran a formar parte de nuestra familia. Siempre nos visitan durante las fiestas.

Un camión enorme “con ojos”

Viajé a la ciudad en mi motocicleta en 2008, y cuando me dirigía de regreso a casa empezó a oscurecer. Cuando rodeaba una zona en construcción una ráfaga de luz me deslumbró, y casi sin darme cuenta giré y cambié de dirección.

¡Acabé estrellándome contra un camión enorme! El camión que parecía mirarme con sus grandes ojos frenó justo a tiempo. Si el conductor hubiera frenado solo un momento después, habría acabado debajo del vehículo.

Supe en los más profundo de mi corazón que el Maestro me había salvado la vida. Solo un panel de plástico de la motocicleta resultó dañado. Al conductor le preocupaba que yo pudiera pedirle algún tipo de compensación. Le dije que no había pasado nada y que podía marcharse.

Un oficial de tráfico se conmueve

En 2009, durante el invierno, salí con mi motocicleta por trabajo. Ese día las calles estaban cubiertas de nieve. Un automóvil que venía en el carril opuesto patinó y chocó contra mí. Me desmayé.

Cuando recuperé la conciencia, me di cuenta de que un joven me estaba sujetando. Lloraba y me decía una y otra vez: “Señor, por favor, despierte...”. Permanecí inconsciente durante media hora. Cuando desperté había un joven junto a alguien que parecía su padre y un oficial de tráfico.

Todos insistieron en que debía ir al hospital. Cuando rehusé hacerlo, el oficial me pidió que firmara un documento y se marchó.

El conductor me llevó a casa. Le dije cuando íbamos de camino que era practicante y que estaba seguro de que no me había pasado nada. No le pedí ningún dinero.

Después de volver a casa, noté que mi pierna estaba herida y que la sangre se había deslizado hasta mis zapatos. Me dieron algunos puntos de sutura en la clínica de la aldea.

El cuadro comunista de la aldea, la policía y el conductor me visitaron al día siguiente. Querían ingresarme en el hospital bajo tratamiento.

Cuando les dije que me encontraba bien, el oficial se mostró preocupado. Me mostró una foto que tomó en la escena del accidente y me dijo: “¡Mire! Su motocicleta dejó esta gigantesca abolladura en este 'Audi' tan caro. ¿Como puede decir que se encuentra bien?”.

Para que se sintieran mejor, les acompañé al hospital. Las radiografías mostraron que tenía dos costillas y un dedo del pie fracturados. Mi pierna derecha también estaba inflamada pero no sentía ningún dolor.

No le pedí ni un centavo de compensación al conductor. Insistí en volver a casa para poder hacer los ejercicios y estudiar el Fa.

Algunos días después, mi esposa fue a la comisaría para cerrar el caso por mi. El oficial le comentó: “Fue culpa del conductor. Es propietario de un negocio. Puede pagarles decenas de miles de yuanes fácilmente”.

“No queremos ni un centavo”, respondió mi esposa. “Vivimos según los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia”. No podemos tomar ningún dinero a menos que sea legítimamente nuestro”.

El oficial susurró: “¿Acaso no sabe a qué me dedico?”. Queriendo dar a entender a mi esposa que no debía mencionar nada relacionado con Dafa para así evitar que la persiguieran.

Entonces afirmó: “Usted, en realidad, es una buena persona. En todos mis años de trabajo, nunca me he encontrado con nadie tan buena como usted. Todos intentan sacarle hasta el último centavo a los demás, pero usted es lo opuesto. Es muy conmovedor”.

El conductor volvió a visitarnos algunos días después. Se sorprendió de que me hubiera recuperado tan rápidamente. Exclamó: “Sus heridas han sanado a toda velocidad y sin necesidad de ir al hospital. ¡Es ciertamente un milagro!”.

Mi esposa aprovechó la oportunidad para mencionarle las bondades de Dafa y lo ayudó a renunciar al partido comunista chino.

A una persona común le habría tomado más de seis meses recuperarse de un accidente tan grave. A mi solo me tomó 38 días.

En efecto, ¡Fue milagroso!