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Una auditora honesta

Abr. 2, 2017 |   Por una practicante de Falun Dafa en China

(Minghui.org) Después que el nuevo edificio de oficinas de mi compañía fue terminado, el director estaba buscando una persona para dirigir la auditoría de la construcción. Hoy en China, no es fácil encontrar a alguien que pueda ser imparcial y justo cuando viene a auditar y no acepte sobornos.

Al momento de reunirse con otros jefes de la empresa, ellos me recomendaron.

En ese tiempo, había estado practicando Falun Dafa por más de un año. Guiada por los principios del Fa, había tomado distancia de los aspectos degenerados de la sociedad y había mejorado mis valores morales. Mis colegas y supervisores sabían que era honesta y recta. Confiaban en mí y pensaron que sería un buena candidata para estar a cargo de la auditoría.

Tomé el trabajo muy seriamente y verifiqué cada proyecto con mucho cuidado. Aún cuando tuve desacuerdos con el equipo de construcción, fuimos capaces de resolverlos con calma y justicia.

Un mes después, la representante del equipo dijo: “Tu director encontró la persona correcta para hacer la auditoría. Eres muy honesta”.

Originalmente planeaban sobornarme, pero renunciaron a la idea después de trabajar conmigo.

“Ustedes los practicantes de Falun Dafa no son como las otras personas. ¡Sinceramente los admiro!”, manifestó.

Le conté que Dafa nos enseña a seguir los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y a ser una mejor persona.

“Quiero aprender de ti y ser una buena persona”, me dijo.

En la auditoría, ayudé a mi compañía a que ahorrara en costos más de tres millones de yuanes. El director estaba feliz con mi trabajo y me elogió muchas veces en las reuniones del departamento.

Después que la persecución comenzó, fui a Beijing a defender a Falun Dafa y me arrestaron. Mis supervisores se dirigieron a Beijing a buscarme. En el camino a casa, me trataron como siempre y nadie dijo nada malo sobre mí.

Cuando mi director fue presionado por los superiores para que hablara conmigo, él me dijo: “Sabemos que es imposible para ti renunciar a tu fe, y sabemos exactamente qué clase de persona eres”. Aunque no lo dijo, yo podía decir que estaba tratando con todo lo que estaba dentro de sus posibilidades para protegerme.

Tiempo después fui arrestada nuevamente y sentenciada a prisión por hablarle a la gente sobre la persecución. Después de ser liberada regresé a la compañía a visitar a mis supervisores.

Estuvieron felices de verme: “El otro día justamente estábamos hablando de ti. Es ridículo que te hayan sentenciado por tu creencia. ¡Es demasiado!”.

Cuando me fui, me observaron durante un largo tiempo mientras me alejaba. Sabía que habían sufrido mucha presión por mi culpa. Realmente les deseo lo mejor.