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Fe, sacrificio y recompensa: La historia de mi madre

Mar. 19, 2017 |   Por Zhi Li

(Minghui.org) A pesar de la represión que ejerce el régimen comunista sobre las creencias espirituales tradicionales, mi madre continúa manteniendo su fe intacta en la existencia de dioses y fo. Cree que la bondad será recompensada y que las malas acciones encontrarán retribución del yeli (kármica). Desde siempre inculcó esta creencia en mis hermanas, en mi hermano y en mi.

Pudimos presenciar como se materializaban estos principios delante de nuestros ojos hace algunos años, cuando mi madre se recuperó perfectamente de un derrame cerebral. A partir de este momento empezó a practicar Falun Dafa.

Después de muchos años de hacer sacrificios brindándonos su apoyo tanto a mis hermanas como a mi durante la persecución que sufrimos por nuestra creencia, ha podido experimentar la grandeza y las maravillas de Falun Dafa plenamente, y ahora es capaz de sobreponerse a cualquier tribulación.

Apoyándome durante años de persecución

En mi familia, fui la primera que empezó a practicar Falun Dafa. Pocos días después, todos los síntomas de mis enfermedades desaparecieron. Entonces, mis hermanas siguieron mi ejemplo y empezaron a practicar los ejercicios y a estudiar las enseñanzas.

Después de que el partido comunista chino (PCCh) empezó a perseguir a Falun Dafa en 1999, mis hermanas y yo fuimos acosadas, arrestadas y encarceladas. La policía se presentó en casa de mis padres varias veces para exigirles que les entregaran nuestros libros de Falun Dafa. Mis padres no lo hicieron.

Cuando me arrestaron, mi exmarido, que se había divorciado debido a la presión ejercida por el régimen, no quería hacerse cargo de nuestro hijo, que tenía solo unos pocos años de edad. Así que mi madre le pidió a mi padre que lo trajera a casa. Durante 16 años, han cuidado de mi hijo, desde preescolar a la universidad, mientras yo era arrestada y encarcelada una y otra vez. No disponían de mucho dinero, pero pagaron su enseñanza y le proporcionaron un hogar acogedor.

Una vez, justo después de que me liberaran, una docena de policías se personó en casa de mis padres para arrestarme de nuevo. Me arrastraron hasta un vehículo policial. En ese momento, mi madre que se estaba administrando una inyección intravenosa, se la retiró, salió apresuradamente y se plantó delante del vehículo para detenerlo. Algunos policías la apartaron a empujones. Después, los coches de policía se alejaron a toda velocidad, partiéndole el corazón a mis padres y a mi hijo que lloraba en mitad de la calle.

Los familiares de otros practicantes a menudo les culpan por atraer tantos problemas, pero mi madre nunca me culpó por mantenerme fiel a mi fe. Entendió que no había nada de malo en practicar Falun Dafa, pero que sí era mala la implacable represión que ejercía el PCCh.

A menudo salgo a repartir folletos sobre Falun Dafa y la persecución. Mi madre, a pesar de disponer de poco dinero, me entrega sus ahorros para que pueda imprimir más materiales.

Una vez llegué tarde a una reunión familiar en la que celebrábamos el cumpleaños de mi padre. Mi hermano se quejó: “Mamá, mi hermana nunca te ayuda con las tareas del hogar. Dedica todo su tiempo a repartir materiales de Falun Dafa. No deberíamos permitirle alojarse en esta casa. Si se queda, ¡Yo me voy!”.

“Entonces te puedes ir”, dijo mi madre tranquilamente.

Mi hermano se fue, pero regresó al rato. Así que mi madre lo ayudó a comprender la importancia de lo que yo estaba haciendo para resistir una persecución tan injusta.

Recuperación extraordinaria

Cuando mi madre sufrió un derrame cerebral hace algunos años, se encontraba débil al extremo.

Le dije: “Incluso si te administras inyecciones y tomas medicamentos, quizás no puedas recuperarte completamente. Falun Dafa puede ayudarte, si crees de verdad”.

Mi madre envolvió un amuleto de Falun Dafa en un pañuelo y lo depositó en un bolsillo pegado a su cuerpo. Cuando no podía pegar ojo por las noches, se incorporaba y recitaba: “¡Falun Dafa es bueno! ¡Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!”.

Algunos días después, presenció un milagro.

Dejó de necesitar las inyecciones intravenosas. Cuando se las administraba o tomaba medicamentos se sentía terriblemente mal. Pero cuando dejaba de hacerlo, esa sensación desaparecía inmediatamente.

Así que dejó el tratamiento completamente, y nos pidió a mi hermana y a mi que le leyéramos los libros, porque era analfabeta.

Tambíén, de repente, dejó de necesitar sus muletas, se deshizo de ellas y volvió a vivir una vida completamente normal.

Una nueva estudiante de Falun Dafa

Mi madre quería que mi hermana y yo le leyéramos Zhuan Falun. Pero no disponíamos de tiempo para hacerlo, así que le entregué una copia de Hong Yin.

Algunos días después, le pregunté si había leído el libro.

“Claro. Lo leo todos los días”.

Me sorprendió. “¿Puedes entenderlo?”, añadí.

“¡Sí! ¡Lo entiendo!”.

También le entregué un dispositivo de audio para que escuchara las conferencias del Maestro Li Hongzhi. Le mostré como funcionaba solo una vez y lo captó enseguida. Me quedé asombrada porque antes, sin importar como tratara de enseñarle a usar el celular, no podía entenderlo.

Desde entonces, todos los días, mi madre escucha devotamente las conferencias.

Cuando la gente empezó a demandar a Jiang Zemin, el exlíder del PCCh que lanzó la persecución contra Falun Dafa, tanto mi madre como mi padre quisieron presentar las suyas. Les dije que podían firmarla con su nombre real o con un alias para evitar represalias por parte del PCCh.

“¿Por qué voy a usar un alias?”, dijo mi madre con convicción. “¡Quiero firmar con mi nombre real!”.

Cuando se acercaba el Año Nuevo Chino, mis hermanas y yo planeamos enviar una tarjeta de felicitación electrónica al Maestro.

Mi madre nos pidió que la incluyéramos: “¡Le deseo al Maestro, Feliz Año Nuevo! ¡Gracias Maestro por salvarme la vida!”.

“¿Cómo quieres firmarla?”, le pregunté. “¿Como una familiar de una practicante de Falun Dafa o como una estudiante de Dafa?”.

“Soy una nueva estudiante”, dijo mi madre.