(Minghui.org) A un residente del condado Xishui que está cumpliendo siete años de condena por su fe, no le permitieron despedirse de su madre, ni siquiera por teléfono.

El 12 de febrero de 2017 la familia del señor Zhang Xinzi llamó a la prisión Shanyang, y desesperadamente pidieron su liberación para que vea a la madre que estaba muriendo. Un guardia les dijo: “¡Podemos permitir a cualquier prisionero ir a su hogar, pero no a los practicantes de Falun Gong!”.

La madre de Zhang, de 99 años, murió ese día horas más tarde. Sus últimas palabras fueron: “Mi hijo ha sido perjudicado. Es una buena persona y el gobierno no debería encarcelarlo por practicar Falun Gong”.

El hombre fue arrestado el 3 de agosto de 2010 por negarse a renunciar a la Falun Gong, disciplina spiritual que está siendo perseguida por el régimen comunista chino. A Guo Jianli, el oficial que lo detuvo, se lo escuchó decir: “¡Mi meta es destruir a su familia y a él, verlo incapaz de criar a sus hijos o cuidar de sus padres ancianos!”.

Inicialmente le habían dado un año de “reeducación” en un campo de trabajo forzado, pero incluso antes de cumplir ese tiempo, la corte local lo sentenció a siete años de prisión.

Los guardias trataron, sin éxito, de forzarlo a renunciar a su creencia. En respuesta, le revocaron las visitas familiares y lo sometieron a diversas formas de tortura. El abuso implacable dañó severamente su vista.