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Hombre de 80 años: 11 años y medio en prisión por su creencia en Falun Gong

Feb. 24, 2017 |   Por un corresponsal de Minghui de la provincia de Liaoning, China

(Minghui.org) La hija del Sr. Dianyuan Liu fue, a visitar a su padre, a la prisión número 1 de Shenyang a principios de 2017. Lo encontró sentado en una silla de ruedas, muy frágil y desnutrido.

El Sr. Liu, de 80 años de edad, está cumpliendo 11 años y medio de cárcel por demandar al exlíder del partido comunista chino Jiang Zemin, el cual ordenó iniciar la persecución a Falun Gong en 1999. El juez lo encerró bajo la acusación de “valerse de una organización de culto para socavar el orden público”, un pretexto habitual usado por el partido comunista chino para encarcelar a los practicantes de Falun Gong.

A su esposa, La Sra. Yufang Liu, le impidieron visitarlo, porque ser también una practicante de Falun Gong.

Lo arrestaron, el 9 de noviembre de 2015, mientras visitaba a su hermana. Desde el 2010, se había visto obligado a abandonar su hogar y había deambulado de acá para allá para evitar su arresto.

El tribunal del condado de Jianping lo procesó el 7 de abril de 2016. Su familia, que asistió al juicio, describió que estaba muy pálido y que parecía sufrir pérdidas de memoria durante la audiencia. Era una persona fuerte y despierta antes de ser arrestado.

Fue encarcelado aunque, según la ley, no cumpliera los requisitos físicos necesarios.

Desde que empezó la persecución a Falun Gong en 1999, lo han arrestado y condenado en repetidas ocasiones por su fe. Antes de que le impusieran esta última condena -la más larga de todas-, ya había cumplido siete años de cárcel, desde el año 2001 al 2008.

Durante estos siete años, le obligaron a realizar trabajos duros durante más de diez horas diarias. En una ocasión, cuando los guardias de la prisión lo vieron hablando con otros, lo abofetearon y encerraron en régimen de aislamiento. Separaron y estiraron sus extremidades, brazos y piernas, y los ataron a los laterales de una cama, permaneció así durante siete días. Su piel acabó abriéndose y resquebrajándose. Casi durante todo un año y dos veces al día, los guardias lo obligaban a tragar diez pastillas de fármacos desconocidos.

Después de siete años de torturas, cuando fue finalmente liberado el 31 de julio de 2008, solo era piel y huesos. No podía permanecer erguido y tosía sangre frecuentemente. Cuando reanudó la práctica de los ejercicios de Falun Gong se recuperó gradualmente.

Mientras cumplía condena, en 2002, arrestaron a su esposa y la condenaron a tres años de trabajos forzados. Sus dos hijos adolescentes se quedaron solos en un hogar roto. El invierno en el nordeste de China es extremadamente frío. Un vaso de agua puede congelarse incluso dentro de una casa, pero los dos jóvenes no pudieron hacer frente a los costes de calentar la casa.

Su hija mayor, que tiene 16 años, dejó la escuela y empezó a hacer trabajos ocasionales para poder ganarse la vida, y mantener a su hermano de 14 años. A menudo se despertaba a las 3:00 de la madrugada para hacer tortitas, y después conducía su bicicleta hasta los mercados de abastos, que se encuentran a varios kilómetros de distancia, para venderlas.

En cuanto la Sra. Liu fue liberada en 2004, condujo su bicicleta más de 160 kilómetros para visitar a su marido, pero acabarían impidiéndoselo algunos guardias que se encontraban en las cercanías de la prisión. Lo volvió a intentar, tomó su bici y condujo hasta allí de nuevo. Esta vez le permitieron visitarlo. La pareja rompió a llorar en cuanto se vieron.

La pareja fue arrestada de nuevo en 2010. El Sr. Liu escapó del centro de detención policial fácilmente, pero no podía regresar a su hogar. Su esposa fue condenada a otros cuatro años. Así que sus dos hijos volvieron a quedarse solos de nuevo. Sin los cuidados adecuados, su casa se deterioró gravemente, y su finca de árboles frutales se convirtió en un desierto.

Después de años de deambular de un sitio a otro, el Sr. Liu fue arrestado nuevamente en 2015, y le impusieron una dura condena: 11 años y medio.