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Practicantes nuevos cambian su conducta

Feb. 24, 2017 |   Por un practicante de Falun Dafa en China

(Minghui.org) Mi marido, a menudo hablaba con su madre sin tenerle mucho respeto, diciendo cosas como: “Nadie te detiene. Por qué no saltas al río y te suicidas”, o “Métete en tus propios asuntos. No interfieras conmigo”.

Al principio, cuando la veía llorar, trataba de aliviar la tensión en la relación. Pero ella empezó a odiarme, porque su hijo seguía siendo su bebé. Con el tiempo me acostumbré a la forma en que se trataban y me mantenía en silencio para no tener problemas.

Mi suegra es una típica campesina. No tiene ingresos y es analfabeta. Mi suegro falleció en 2011, y mi esposo es su único hijo. Siempre, ahora y antes, cuando ella y yo teníamos algún conflicto menor, trataba de contenerme. Me controlaba frente a ella porque quería conservar mi imagen. Pero esos conflictos siempre me molestaban.

En octubre de 2014, mi esposo y yo comenzamos a practicar Falun Dafa.

El Maestro Li Hongzhi nos enseña:

“Cuando abrimos nuestras bocas para hablar, siempre hablamos de acuerdo con el xinxing de una persona que refina gong, no decimos palabras que siembran discordia ni cosas que no son buenas. Siendo personas que se cultivan y refinan, deben evaluarse a sí mismos y evaluar si deben decir esas palabras o no, de acuerdo con el estándar del Fa. Lo que se debe decir, hay que evaluarlo con el Fa de acuerdo con el estándar de xinxing de una persona que refina gong, y entonces no hay problema”. (Zhuan Falun)

El maestro Li, además, dice en Zhuan Falun:

“Siendo un humano, al poder conformarse a esta característica del universo Zhen-Shan-Ren, recién entonces se es una persona buena; aquellos que actúan dándole la espalda y apartándose de esta característica son personas realmente malas”.

Solía pensar que era una buena esposa y nuera porque mantenía silencio durante sus peleas. Solía pensar que mi autocontrol era tolerancia. Después de leer Zhuan Falun, comprendí que existía un criterio superior para juzgar si una persona era buena o mala.

Entendí que la forma de comportarme delante de los conflictos entre mi marido y su madre carecía de compasión. Realmente no quería aliviar la tensión. En vez de eso, a veces buscaba ver cómo discutían. Desde que me sentí menospreciada por ella, a veces también quería verla perder. En ocasiones le decía a mi marido cosas malas sobre ella por la espalda, lo que empeoraba su relación.

La forma en que me comporté y mi actitud hacia mi suegra no estaban en sintonía con los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Me sorprendí de ver que en realidad era una mala persona.

Después de ver mis defectos, dejé de quejarme de ella con mi marido. Me disculpé con ella por mi comportamiento en el pasado y le prometí que la trataría con compasión.

Mi marido también cambió. No solo dejó de ser cruel con su madre, sino que cuando ella lo criticaba, él no respondía de vuelta.

Mi suegra vio cómo habíamos cambiado. Dejó de quejarse de nosotros y valoró a Falun Dafa por cambiarnos.

Mi marido dijo que creció en un tipo de ambiente donde sus familiares tenían muchas peleas a diario. Gracias a Falun Dafa, nuestra familia es ahora feliz y pacífica.

Yo solía ser muy exigente. Sabía cómo seleccionar los mejores productos en el mercado y a veces hasta enseñaba a otros cómo elegir las verduras y frutas más frescas y de mejor calidad.

El Maestro Li nos enseñó a ser considerados con otros. Ahora puedo ver cuánto sufrimiento tienen que soportar los vendedores. Se levantan a las 4 de la madrugada todos los días, y nunca descansan. Así que dejé de ser exigente y pagaba por lo primero que recogía. A veces, todo lo que quedaba en mi mano eran las hojas de los vegetales que los demás clientes habían rechazado, pero aun así pagaba por ellas.

Un día, un vendedor me dijo: “No puedo aguantarme más. Le vengo prestando atención desde hace mucho tiempo. ¿Por qué no escoge algo fresco y vistoso? ¿Por qué siempre paga por productos como estos? No puedo soportar que se aprovechen de la buena gente”. Luego seleccionó algunas papas para mí, que se veían grandes, limpias y firmes.

Un vendedor de frutas me dijo: “Me gusta verla en el mercado. Está siempre sonriendo”. Le dije al vendedor que la razón de mi felicidad era seguir los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Ahora hago los ejercicios todos los días y durante los conflictos busco cual es el problema en mi interior. Mi corazón, que estaba vacío, nervioso, odioso y afligido, se volvió desbordante, pacífico, satisfecho y considerado.

Me gustaría decirles a todos que necesitamos Verdad-Benevolencia-Tolerancia para poder regresar a nuestro verdadero ser.