(Minghui.org) Justo antes del Año Nuevo Chino estaba en un mercado repartiendo información sobre Falun Gong y hablando con las personas sobre renunciar al partido comunista chino (PCCh) y sus organizaciones afiliadas. Me acerqué a un hombre mayor y enérgico y le pregunté: “¿Sabe algo sobre renunciar al PCCh y sus organizaciones afiliadas?”. Respondió: “¿De dónde salió usted? ¿Qué está haciendo aquí?”.

A partir de experiencias pasadas, pensé que tal vez se trataba de otro antiguo y testarudo miembro del PCCh. Basándome en su atuendo, porte y tono de voz, deduje que probablemente fue un funcionario de alto rango. Sin embargo, no quería darme por vencido con él cuando al menos quedara una pizca de esperanza de que pudiera aceptar lo que tenía para decirle.

Lo miré con confianza y compasión y le dije: “El PCCh ha estado en el poder durante más de 60 años. Cometió numerosos crímenes, tales como el asesinato de terratenientes, campesinos adinerados, capitalistas, los llamados contrarrevolucionarios y estudiantes”.

“Ahora está asesinando practicantes de Falun Gong. Al menos 80 millones de personas chinas murieron en manos del régimen del partido”.

“Las personas desorientadas todavía buscan unirse al partido para obtener promociones y beneficios económicos; sin embargo la mayor parte del dinero de los chinos ha sido tomado por manos corruptas”.

Continué: “Un asesinato debe pagarse con la propia vida, y un ladrón debe pagar por sus deudas. En el condado de Pingtang, provincia de Guizhou, se encontró una enorme piedra que se partió y se abrió hace 500 años, dejando al descubierto algunos caracteres formados naturalmente. Los caracteres dicen: El PCCh está condenado por el cielo; el cielo reinará”.

Le entregué al caballero la revista El Secreto de la Piedra Grabada. Él preguntó: “¿Tiene algún costo este libro?”. Le respondí: “No le cuesta ni un centavo”. También le entregué una copia de Mentiras Maliciosas y Corrupción Sangrienta. Y volvió a preguntarme: “¿No cuestan dinero estos libros?”. Le aseguré que no tenían costo.

El hombre entonces puso las tres revistas sobre su cabeza y se inclinó ante mí repetidas veces. Le agradecí, y comprendí que así expresaba su profunda gratitud por haber sido salvado por Dafa.