(Minghui.org) En una tarde de verano del 2016 un hombre triste de mediana edad, llegó a mi negocio. Yo estaba en la puerta contándole a un cliente sobre Falun Gong. El hombre se paró cerca y escuchó. Luego me siguió dentro de la tienda, y me preguntó si era practicante, le respondí que sí.

“Finalmente encontré a una buena persona”, dijo suspirando con alivio. “Los admiro. Ustedes se atreven a contarle a la gente sobre Falun Gong en la calle. Podría decirle que usted es respetable tan pronto como lo vi”.

Me hizo muchas preguntas sobre la disciplina que lo desconcertaban. Le conté sobre mis experiencias de cultivación y cuán extraordinario es Falun Gong, los atroces crímenes que Jiang Zemin, el exlíder del régimen comunista, cometió; y el castigo del Cielo que sus seguidores están recibiendo. Él escuchaba atentamente.

Me dijo que era sargento de policía en Beijing y que supervisaba a docenas de oficiales. Vino a su ciudad natal a visitar a la familia. Caminando por la calle, sintió que estaba buscando algo. Se dio cuenta de lo que buscaba cuando escuchó las palabras Falun Gong.

“Actualmente Falun Gong es todavía perseguido en Beijing”, dijo. “Pero, cada vez que perseguimos a los practicantes somos castigados. Tenemos miedo y no queremos hacer más estas cosas. No sabemos exactamente el por qué de la persecución y mucho menos cómo escapar de la situación”.

Y continuó: “Recientemente uno de mis superiores estuvo muy enfermo y fue hospitalizado. Él sabía por qué pasó. Renunció al trabajo después que dejó el nosocomio. Lo admiro y quiero renunciar también. Pero ¿qué otro trabajo puedo hacer? Estoy preocupado. Vine a visitar a mi familia. Quiero tomarme algún tiempo para pensar cuidadosamente al respecto.

Se acercó a mi tienda tres días seguidos. Más tarde entendió la verdad sobre Falun Gong y estuvo de acuerdo en renunciar al partido comunista chino. Me contó que le gustaría dejar su trabajo.

Luego de escuchar esto, estuve muy feliz por él. Estaba contento que conociera los hechos y renunciara al PCCh. Sin embargo le sugerí no debía dejar su trabajo. Por el contrario, debía proteger a los practicantes.

“Es una buena idea”, respondió. “De hecho mientras he sido públicamente duro con ellos, en silencio los ayudé”.

Partió de mi negocio siendo una nueva persona. Él estaba agradecido a Falun Gong y feliz de encontrar un camino brillante para su futuro.