(Minghui.org) Soy una agricultora, que no tiene tierra propia. Para ganarme la vida, reformé mi casa y mi corral, convirtiéndolos en un hotel.

Han pasado ocho años desde entonces y tengo muchas experiencias para compartir.

Dinero limpio

Situado en un pueblo de montaña, mi hotel, aunque sencillo, resulta acogedor a la vista de los viajeros, y cuenta con accesos confortables para las familias.

De vez en cuando, sin embargo, han aparecido personas que se registraban en el hotel solicitando prostitutas. Ofrecieron pagar más, y algunos incluso trajeron prostitutas con ellos. En ocasiones, un hombre y una mujer entraban pidiendo una habitación para solo un par de horas.

De no haber sido practicante de Falun Dafa, me hubiera resultado difícil lidiar con esto. Pero con los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, las cosas se vuelven fáciles: les mostraría la política del hotel señalándoles que dichos servicios no son provistos aquí.

Algunos visitantes se molestaban, y se marchaban. Algunos se rieron, me señalaron y me regañaron diciendo: "Nunca he visto un hotel como este. ¿Cómo se puede rechazar dinero de esta manera? Creo que su negocio no durará mucho". "¡Deja de fingir ser una santa!", comentó uno de ellos.

Estas palabras sarcásticas no tuvieron ningún efecto sobre mí. De hecho, sentía lástima por ellos y estaba un poco triste, pensando que sus vidas eran como barcos a la deriva sin vela ni timón. Como practicante de Falun Dafa, sé lo que es correcto en esta sociedad. Es decir, gano mi sueldo con esfuerzo propio y no acepto dinero si no es limpio.

Una conversación con un cliente

Una vez, un visitante de la provincia de Heilongjiang que tenía aproximadamente 50 años de edad se registró solicitando una prostituta. Habló de ello muy naturalmente y sin ningún tipo de vergüenza. Inmediatamente cambié de tema y continué con otra tarea.

Después de unos minutos, regresó y nuevamente pidió una prostituta. Al ver que no se detenía, le traje una taza de té y tuve una charla con él. Hablamos sobre su familia y le dije: "Puedo constatar que es una persona honesta, así que seré franca con usted. Ha viajado una larga distancia desde la provincia de Heilongjiang hasta aquí para hacer negocios. En su hogar, su esposa tiene que atender a sus hijos, cuidar a los familiares ancianos y preocuparse por usted".

"Por favor piénselo bien. El dinero que ha ganado pertenece a su familia, no a las prostitutas. Además, cuando hace cosas como estas, de saberlo, ¿cómo se sentiría su esposa? ¡Esto rompería su corazón!". Le dije que como practicante de Falun Dafa, procuro dar ejemplo y ser una buena persona y le pedí: "Por favor, no haga algo como eso. Cuando una persona engaña a los demás, en realidad se engaña a sí misma, porque el Cielo nos está mirando a todos".

Me detuve y lo miré. Él estaba en silencio, y pude ver lágrimas en sus ojos.

Después de un rato, dijo: "Lo siento mucho. Lo que dijo es correcto, y estoy realmente avergonzado de mí. Durante estos años, es la única persona que me ha dicho algo como esto. Creo que cambiaré. De lo contrario, no puedo ser calificado como ser humano". Presionando sus palmas juntas frente a su pecho, me dijo: "Estoy muy agradecido de que un practicante de Falun Dafa me haya hecho entender esto. El Maestro Li (el fundador de Falun Dafa) y Falun Dafa son increíbles".

Desde entonces, siempre se ha hospedado aquí cuando viene por negocios. Después de explicarle cómo el partido comunista chino (PCCh) encarcela y tortura a los practicantes por su fe, renunció a seguir prestando membresía a la afiliación del partido.

Un libro que marcó la diferencia

Un invitado de la provincia de Hebei siempre estaba ocupado. A menudo regresaba al anochecer y solo tenía tiempo para comer fideos instantáneos. A veces le ofrecía algunos platos que preparaba mi familia. Él se conmovió y preguntó por qué era tan diferente de otros propietarios de hoteles. Le conté sobre Falun Dafa y sobre por qué uno debería renunciar a las organizaciones comunistas chinas. Estuvo de acuerdo en renunciar.

Más tarde dijo que quería leer Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa. Le presté una copia, y disfrutó leyéndola. Durante los siguientes dos días, se quedó en su habitación y apenas salió. Cuando me devolvió el libro, dijo: "Ahora sé por qué eres una buena persona, ¡es por este libro!". Dijo que contactaría a los practicantes en su ciudad natal y que comenzaría a practicar cuando llegara a casa.

Hubo muchas historias como esta. Algunos leyeron Zhuan Falun, aprendieron los ejercicios o leyeron los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista, mientras que otros escucharon las grabaciones de audio que les prestaba sobre la cultura tradicional china. Estoy encantada de ver cada vez a más personas visitando mi hotel. Lo que es más importante aún, estoy feliz por ellos, porque han encontrado algo muy valioso en sus vidas.

Mi marido cambia

Mi esposo no es practicante y no me entendió al principio. Me dijo que otros propietarios de hoteles tienen números de teléfono de prostitutas que proporcionan a los invitados cuando se les pregunta. Como no tenemos este servicio, algunos huéspedes se han ido a otro hotel al otro lado de la calle.

Para ganar más dinero, mi esposo mantuvo a algunos de estos invitados cuando realizaba su turno. Cuando me enteré, le pedí que no lo hiciera más: "Sé que no practicas Falun Dafa, pero lo hemos discutido antes, y no podemos hacer dinero dañando a las familias y a la sociedad. Si el dinero que ganamos no es limpio, no nos servirá de nada". Mi esposo estuvo de acuerdo y dijo que no lo haría más.

En el vestíbulo del hotel, solía reproducir audios sobre la cultura tradicional china o los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista. Mi esposo cambió por completo al escucharlos.

Una vez, un hombre y una mujer entraron pidiendo una habitación. Era el turno de mi esposo, y por su conversación, él sabía que no eran pareja formal. "Creo que será mejor que tengan dos habitaciones separadas", les dijo, "la policía nos ha inspeccionado de cerca últimamente, y no quiero pagar ninguna multa". Las dos personas se avergonzaron y se fueron.

Cuando volví, mi esposo me contó lo sucedido, y le señalé con mi pulgar hacia arriba afirmando que había hecho lo correcto. Me dijo con una sonrisa: "Estás siguiendo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia para ser una mejor persona, y no puedo dar una mala imagen ¿Cierto?".