(Minghui.org) Una tarde del mes de junio, vi a un grupo de personas bailando, así que yo también empecé a moverme siguiendo el ritmo de la música que sonaba. Otro practicante me preguntó: “¡¿Qué haces?! Tan pronto como lo aceptes, ese elemento puede interferirte”. Simplemente me reí de sus palabras, y luego me marché a casa sin prestarle atención.

Esa misma tarde, empecé a sentir molestias en mi pierna derecha mientras practicaba los ejercicios, que no conseguí eliminar del todo a pesar de enviar pensamientos rectos.

La pierna presentaba algo de irritación al levantarme a la mañana siguiente. Pensé que debí haberme quedado dormido sobre ella. Por la tarde, me sentía realmente incómodo al estar de pie, y me dolía al caminar.

Esa tarde, cuando intenté hacer la meditación, sufrí tanto dolor que no fui capaz de sentarme en posición de loto completamente. El dedo gordo de mi pie derecho estaba frío. Sentía escalofríos y temblores por todo mi cuerpo.

Me tapé con un edredón, con el que envolví también mi pie derecho. Me sentía terriblemente mal. Me enrosqué formando un ovillo.

Cuando miré hacia arriba, ¡vi la foto del Maestro! En aquel momento, recordé enviar pensamientos rectos para deshacerme de los elementos perversos y de las interferencias. Le dije a las viejas fuerzas que no podrían controlarme a pesar de mis deficiencias, y que solo el Maestro tenía la última palabra. Comprendí que aquel dolor era una ilusión y que no se trataba de mi verdadero yo. Le pedí ayuda al Maestro.

Me sentí relajado, y caí dormido después de enviar pensamiento rectos.

Al día siguiente me desperté con un calambre muscular, pero el dolor había disminuido. Aunque debí haber continuado enviando pensamientos rectos para eliminar los elementos dañinos restantes, en lugar de eso, me fui a trabajar.

Después del almuerzo, fui a estudiar el Fa en grupo a casa de uno de los practicantes. Mientras me dirigía al estudio, mi pierna empecé a dolerme de nuevo. Empeoraba a cada paso que daba. Cuando llegué al edificio, no fui capaz ni de subir las escaleras, así que otro practicante tuvo que ayudarme a hacerlo.

En cuanto me senté a esperar a que los demás practicantes llegaran, recordé las enseñanzas del Maestro:

“Les digo esto a todos, pese a lo “enfermo” que te sientas, espero que persistas en venir a la clase, pues el Fa no es fácil de obtener. Cuando te sientas más indispuesto, significa que las cosas habrán llegado al extremo y seguramente van a revertirse; todo tu cuerpo será purificado, tiene que ser purificado por completo. La raíz de tu enfermedad es arrancada, y el resto es tan solo este poco de qi negro que sale por sí mismo y hace que padezcas un poco de tribulación y soportes algún sufrimiento; no va que no soportes ni un poco” (Zhuan Falun).

Estas palabras del Maestro me recordaron que no debía esquivar las dificultades, y que debía examinarme para descubrir mis carencias.

Empezamos a estudiar después de enviar pensamientos rectos. Me concentré en la lectura del libro y me olvidé de todo lo demás. Ni siquiera me di cuenta de que me había sentado en la posición de loto. Cuando descrucé mis piernas tres horas después, ¡el dolor había desaparecido!

Sucedió exactamente como dijo el Maestro:

“...siempre y cuando entres en la clase, todos tus síntomas desaparecerán y no aparecerá ningún peligro” (Zhuan Falun).

Todo lo que dice el Maestro es cierto.

“El Fa puede revelar todos los apegos, el Fa puede erradicar todas las perversidades, el Fa puede exponer y eliminar todas las mentiras y el Fa puede fortalecer los pensamientos rectos” (Eliminen la interferencia, Escrituras esenciales para mayor avance (II)).

Ahora entiendo que cuando mis pensamientos deambulan aunque sea por unos pocos instantes, estoy permitiendo que algo negativo entre, y me produzca dolor. A partir de ahora, estudiaré bien el Fa y me aseguraré de que mis pensamientos y acciones estén basadas en el Fa, para que nada pueda interferir en mi camino de cultivación.