(Minghui.org) La Sra. Xiuhong Xu, de 40 años, falleció el 2 de abril de 2017 después de haber sufrido abusos durante años, mientras era privada de libertad por su fe.

Pasó recluida desde febrero de 2001 a marzo de 2005 por negarse a renunciar a su creencia en Falun Gong, una disciplina espiritual que es perseguida por el régimen comunista chino. En enero de 2016, la policía volvió a tomarla como blanco de sus pesquisas y la mantuvo detenida durante más de tres meses.

La Sra. Xu, residente del distrito de Fangshan en Beijing, fue sometida a agresiones y maltratos sistemáticos durante ambos períodos de confinamiento. Su familia advirtió síntomas claros de que le habían suministrado algún tipo de droga durante su internamiento. Cuando la liberaron, sufría varios problemas de salud, entre los que se incluían sus frecuentes ataques de pánico. Cuando murió, todavía podían observarse en sus muñecas las marcas de las lesiones que había sufrido tras pasar más de una década en prisión.

La tortura de “la pulsera” le produce lesiones permanentes en sus muñecas

La Sra. Xu empezó a practicar Falun Dafa en 1996, y en poco tiempo recobró su salud. Su piel se volvió rosada y su cabello creció de nuevo. El 25 de abril de 1999, participó en la concentración pacífica, que tuvo lugar frente al recinto del gobierno central, después de saber que algunos practicantes de Falun Dafa de Tianjin habían sido arrestados por su fe. Tres meses después, el 20 de julio, cuando el régimen comunista chino lanzó abiertamente la persecución contra Falun Dafa, fue a apelar de nuevo, para defender la práctica que había cambiado su vida.

La policía local irrumpió en su hogar en febrero de 2001, poco después de la celebración del Año Nuevo Chino. Permaneció retenida durante un mes en el centro de detención de Fangshan, antes de ser transferida definitivamente al centro de detención del condado de Zhengding de la provincia de Hebei.

Los guardias del centro de detención del condado de Zhengding habían inventado un método de tortura propio llamado: “La pulsera”. Estas pulseras consistían en un alambre de un diámetro parecido al tamaño de la muñeca de un adulto.

En una ocasión, la Sra. Xu tuvo que llevar una de ellas durante siete días seguidos. Las guardias juntaron sus dos manos, rodearon ambas muñecas con la pulsera y la cerraron con fuerza. Esto le ocasionó un dolor insoportable. Había perdido completamente la sensibilidad en sus dos manos cuando, días después, se la retiraron.

Volvieron a forzarla, y le colocaron de nuevo la pulsera poco tiempo después, porque descubrieron que estaba enseñándole los ejercicios de Falun Dafa a otra reclusa. En esta ocasión se la dejaron puesta más de tres semanas.

La pulsera ya había cortado y penetrado la carne de sus muñecas cuando los guardias decidieron retirársela. Pero no resultaba fácil y tuvieron que usar tenazas para hacerlo. Las lesiones que le produjeron al quitársela le dejaron marcas imborrables.

La prohibición de ir al baño le provoca incontinencia

En la celda del centro de detención convivían más de una docena de reclusas. A todas les concedían descansos de 15 minutos para ir al baño, pero como la Sra. Xu se negaba a renunciar a Falun Dafa, las guardias a menudo le denegaban que saliera de la celda para usar el baño que se encontraba fuera.

Las guardias, en cambio, le ordenaban que usara un orinal dentro de la celda, después de lo cual le imponían una sanción por no usar el baño situado en el exterior. Incluso así, con frecuencia, no le concedían el tiempo necesario para aliviar sus necesidades. Desarrolló incontinencia después de reiterados abusos.

Drogada en el hospital y con una incesante hemorragia vaginal

Después, la Sra. Xu fue condenada a cinco años de cárcel y recluida en la segunda cárcel de mujeres de Shijiazhuang, en la provincia de Hebei.

Un día, las guardias la golpearon en la nuca con una porra de goma que tenía una punta de metal. Empezó a sangrar abundantemente y se desmayó. Las guardias la condujeron al hospital, donde permaneció un mes internada.

Durante sus primeros días hospitalizada, mientras permanecía en coma a causa del golpe recibido, le fueron suministradas algunas drogas no identificadas que le causaron una hemorragia vaginal anormal durante un período de cuatro meses.

Una persona completamente diferente tras ser liberada

La Sra. Xu fue liberada de la cárcel en marzo de 2005. Las autoridades penitenciarias devolvieron a su familia una persona completamente diferente. Sus piernas estaban gravemente inflamadas, y también la aquejaban algunos otros problemas de salud. Le dijo a sus familiares que la obligaron a realizar trabajos duros durante largos períodos en la cárcel. Sus seres queridos notaron que tenía problemas para conciliar el sueño por las noches y parecía aturdida gran parte del tiempo.

Yonghong Liu, el funcionario local encargado de admitir las solicitudes para hacer las tarjetas de identificación, rechazó la petición de renovación de la tarjeta de la Sra. Xu. Ante la presión y con el objetivo de evitar futuros arrestos, se mudó lejos de su hogar. Más tarde, Liu, se puso de nuevo en contacto con su familia y la extorsionó, para que le pagaran 20.000 yuanes por la tarjeta renovada.

Arrestada de nuevo 11 años después

La Sra. Xu se casó en 2011. Su marido también practica Falun Dafa. Ambos fueron arrestados cuando estaban juntos, el 21 de enero de 2016, y enviados al centro de detención de Tongzhou en Beijing, donde los retuvieron por más de tres meses.

El examen médico que requiere el centro de detención, para el internamiento, mostró que la Sra. Xu tenía un nivel de presión en sangre anómalo. Aún así la policía presionó al centro para que la admitiera.

La obligaron a tomar pastillas, para reducir su presión sanguínea. Un médico del centro la amenazó: “¿Te niegas a renunciar a Falun Dafa? En ese caso te daré una pastilla para ayudarte a acabar con tu vida”.

En una ocasión, su marido la vio pasar cuando la conducían a una sala para ser interrogada. Notó que tenía muy hinchada su cabeza. Después se enteró de que, tres días después de ser admitida en el centro de detención, se había caído mientras limpiaba uno de los baños que le habían ordenado. Se lesionó gravemente el tobillo, lo cual le acabó ocasionando infecciones que se extendieron desde sus piernas al resto del cuerpo. Dichas infecciones incluso se extendieron hasta su cabeza.

Las guardias prohibían a los practicantes que usaran los baños, lo que agravó el problema de incontinencia que padecía la Sra. Xu. Llegó a pasar dos semanas sin evacuar. Una noche sintió que tenía que ir al baño urgentemente pero la jefa de la celda le negó su uso. Gimió de dolor, y la jefa de la celda la amonestó. Otra practicante detenida, de la misma celda, protestó por este maltrato, y debido a esto le permitieron usar el baño. Pero era demasiado tarde, porque ya había ensuciado sus pantalones.

Algunos meses después, fue puesta en libertad junto a su marido, pero su salud siguió empeorando. Sufría ataques de pánico frecuentes y solo se calmaba si su marido permanecía junto a ella. Padecía dolores en el pecho, alta presión sanguínea, insomnio e incontinencia.

Falleció el 2 de abril de 2017. Se dictaminó que la causa de su muerte fue: “Paro cardiorespiratorio”.