(Minghui.org) Saludos Maestro, saludos compañeros practicantes.

Empecé a practicar Falun Dafa en 1998. Los últimos 19 años han constituido el tiempo más memorable de toda mi vida. Me siento muy afortunada de ser una Dafa dizi del período de la rectificación del Fa.

También he sufrido penalidades como nunca antes había experimentado. Bajo la protección del Maestro, he superado todo tipo de tribulaciones y maduré. No puedo describir con palabras el aprecio que siento por el Maestro. Todo lo que puedo hacer es cultivarme diligentemente y caminar lo que me resta del viaje con una determinación inquebrantable.

Aprendiendo a estudiar el Fa y a cultivarme bien

Lo que me motivó a cultivar Dafa era que quería curar mis problemas de salud. Después de un mes practicando, me sentía llena de energía. Pero no llegaba a comprender realmente en qué consistía la cultivación. Era como aquella persona que menciona el Maestro, que acudía a todo tipo de cursos de qigong. Gasté mucho dinero en aquellas clases pero no llegué a conocer nada bueno.

Cuando llevaba seis meses practicando Falun Dafa, me dije: “Falun Gong me ha curado y ya me ha concedido todo lo que deseaba, así que voy a dejar de practicarlo a finales de este año”.

En abril de 1999, vi los ataques protagonizados por el partido comunista chino (PCCh) contra Dafa en television. Me dije: “Si el partido dice que Falun Gong no es algo bueno, entonces Falun Gong debe ser genial, así que debo retomar la práctica. Cualquier cosa que diga el partido es contraria a la verdad”. Empecé a asistir al sitio de práctica otra vez.

Como no entendía realmente el Fa y no me cultivaba sólidamente, me arrestaron en el 2000. En el campo de trabajos forzados, firmé un documento (denunciando a Dafa) que no debería haber firmado. Esto supuso una mancha en mi cultivación. Traicioné al Maestro y a Dafa.

Después de ser liberada del campo de trabajos forzados, sufrí una tribulación tras otra: falleció mi marido, mi hijo no aprobó el examen físico para acceder a la universidad, mi padre se quedó ciego al cumplir los 80 años, mi suegra sufrió una embolia y me despidieron del trabajo. No me sentía capaz de cargar con todo, no hacía otra cosa que llorar desconsoladamente.

En aquel entonces, no sabía cómo cultivarme. Leía el Fa y seguía las instrucciones del Maestro. El Maestro nos dijo que aclaráramos la verdad, así que lo hacía. También distribuía materiales informativos.

En 2004, se publicó el libro “Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista”. Me emocionó mucho: “¡Es genial! Por fin alguien alzó su voz y criticó al partido comunista”. Le enseñé aquel libro a todo aquel que conocía.

En lo profundo de mi corazón, siempre había albergado sentimientos negativos contra el partido. En 1988, el jefe de mi lugar de trabajo reconoció mis logros y me pidió que presentara una solicitud para convertirme en miembro del partido. Aunque para algunos esto era considerado como un gran honor, me negué. Le expliqué: “Durante los últimos 18 años, me he dado cuenta de algo: Aquel que siga al partido estará encaminándose hacia el desastre”.

Después de que el Maestro publicó sus comunicados sobre las renuncias al PCCh y a sus organizaciones afiliadas, empecé a hablar a la gente sobre renunciar al partido. La mayoría lo hacía. Si alguno se negaba, enviaba pensamientos rectos todos los días para eliminar los espíritus perversos que lo controlaban con el objetivo de que obtuviera un brillante futuro. Algunos renunciaban cuando llevaba un mes enviando pensamientos rectos, algunos cuando llevaba seis meses y algunos después de un año.

Una compañera practicante me preguntó qué debía hacer porque su marido se negaba a renunciar al partido. Le dije que enviara pensamientos rectos. Algún tiempo después, me dijo que también renunció.

A finales del 2005, después de un período aproximado de seis meses, había convencido a más de 500 personas para que renunciaran al partido.

Aunque hacía mucho trabajo de aclaración, no cultivaba mi xinxing. No sabía cómo cultivarme de verdad. Cuando leía el Fa, solo comprendía el sentido de las cosas a nivel superficial. No entendía los intercambios de los practicantes. Les decía: “No consigo iluminarme. Por qué no me cuentan a lo que se han iluminado para poder actuar en consonancia”.

En 2009, un compañero practicante me explicó: “Hermana, debes leer el Fa sistemáticamente. Además de leer Zhuan Falun, debes estudiar los demás artículos del Maestro. Puedes empezar por Zhuan Falun, y seguir leyendo los demás artículos por orden cronológico”.

Así lo hice, y obtuve mejor entendimiento sobre Dafa. Mientras validaba el Fa, empecé a cultivar mi xinxing. Entonces comprendí por qué el Maestro nos pedía que leyéramos el Fa y lo leyéramos bien. La razón era que el Fa tiene que guiar nuestra cultivación y corregirnos. También comprendí que la guía del Fa es necesaria para realizar cualquier tarea. Empezamos nuestra cultivación como personas comunes, y nuestro objetivo es convertirnos en un ser divino. Es una cosa tan maravillosa, que no ha sucedido desde hace millones de años. ¿Como vamos a poder alcanzar la Perfección sin la guía del Fa?

¡Qué gran honor ser una Dafa dizi! No puedo expresar mi gratitud al Maestro. Desde ese momento, me he cultivado genuinamente.

Abandonando el apego a decidir quién tiene razón y quién está equivocado

Hace unos días, otra practicante me señaló uno de mis grandes apegos: Quejarme de los demás.

Soy una persona bastante cordial y me gusta ayudar a los demás. He alojado a más de 70 practicantes en mi hogar, cuando estos no podían encontrar ningún lugar para hospedarse, debido a la persecución. Pero siempre estallaban conflictos entre nosotros. En una ocasión, alguien dijo algo negativo a mis espaldas. Me molestó mucho. Aunque han pasado algunos años, hace poco alguien mencionó su nombre y eso me irritó. Empecé a quejarme de ella.

En ese mismo momento una practicante me señaló mi apego de queja, me disgusté y pensé: “No estuviste allí para comprender lo que pasó y tampoco te incumbe. Así que no deberías hablar como si lo supieras todo”. La practicante, al percibir mi actitud, añadió: “Hermana, ¿por qué no reflexiona sobre lo que le ocurrió con aquella practicante que habló a sus espaldas? Es una cuestión de la cultivación. Necesita abandonar los apegos si quiere cultivarse”.

A pesar de no estar de acuerdo, comprendí que solo quería lo mejor para mi, así que le contesté: “De acuerdo, déjeme pensar sobre ello”.

A la mañana siguiente, volví a conversar con esta practicante. Le comenté: “El incidente de ayer me hirió de verdad. Siempre he sido una buena persona y he ayudado mucho a la gente. No busco recompensa. Si me hubiera dicho aquello de frente, no me habría molestado tanto. ¿Pero a mis espaldas? Me llenó de rabia... No vi este apego porque solo me gusta enfocarme en las cosas que hago bien. Debo abandonarlo. Por favor, no se preocupe. Miraré hacia dentro con total seriedad”.

Dediqué una semana a reflexionar sobre esta cuestión hasta conseguir descubrir por qué me topaba con este asunto una y otra vez. Encontré cuatro razones: La primera era que las relaciones predestinadas juegan su papel; la segunda, debía sufrir mis propias tribulaciones; la tercera, existían malentendidos y cosas que aclarar con los demás; la cuarta, a veces no manejaba bien las situaciones. Sin importar qué problemas surgieran, solo existía una solución: Mirar hacia dentro incondicionalmente para descubrir mis propias deficiencias.

El Maestro dijo en Zhuan Falun:

“El xiulian genuino requiere cultivarse hacia dentro del corazón, cultivarse hacia el interior, buscar hacia el interior; no hay búsqueda externa”.

Pero yo siempre buscaba argumentos para demostrar quién estaba equivocado y quién llevaba la razón. Consideraba estos problemas desde el punto de vista de una persona común y no miraba hacia dentro. Por eso me encontraba una y otra vez con esta clase de problemas.

El Maestro enseñó:

“Algunos siempre están enfatizándose a sí mismos, tú tienes razón, tú no tienes errores, ¿Y? ¿Acaso te has elevado en el Fa? Usar un corazón humano para enfatizar lo correcto y lo incorrecto, esto en sí mismo es incorrecto, porque estás usando ese principio de la gente común para evaluarte a ti mismo, estás usando ese principio de la gente común para requerirles a los otros” (Enseñando el Fa en Manhattan).

Sí, solía enfatizar quién tenía razón y quien estaba equivocado usando un corazón humano. En consecuencia, sentía odio. Me di cuenta de que el Maestro se estaba valiendo de aquella practicante para indicarme mi problema. En esta etapa final de la rectificación del FA, necesitamos deshacernos de todos nuestros problemas. El Maestro está preocupado por nosotros. Maestro, he visto mi problema, y lo eliminaré de una vez por todas.

Mi hermana me tenía un poco de miedo, y nunca le apetecía mucho hablar conmigo. Cuando me hizo una visita de cortesía, hace algunos días, le dije desde lo más profundo de mi corazón: “Estaba equivocada. Nunca más te volveré a hablar mal”. Me sonrió. Eso me alegró.

He podido observar por mi cuenta, cómo puede mejorarse realmente una persona si es capaz de no obsesionarse con los fallos de los demás y olvidar. Descartar el corazón de insistir en quién tiene razón y quién no, eso es la cultivación genuina. Realmente, sentí la alegría de desechar aquel apego. Gracias Maestro. Gracias compañeros practicantes.

Convirtiéndome en un ser altruista

Cuando me recluyeron en el centro de detención, en el 2000, una de las reclusas me preguntó qué era Falun Dafa en realidad. Le aclaré: “yo no soy un buen ejemplo de lo que debe ser una cultivadora, pero sigo intentándolo. Falun Dafa enseña Verdad-Benevolencia-Tolerancia”. Le describí lo que significaban estas tres palabras y le mencioné: “Un cultivador necesita vivir de acuerdo a estos principios hasta acabar convirtiéndose en un gran ser iluminado, desinteresado y altruista, el cual siempre antepone las necesidades de los demás a las propias”.

Alzó sus brazos y gritó: “¡Falun Gong es bueno! ¡Falun Gong es bueno!”.

Las palabras de Shifu“...para que así que obtengas la honrada iluminación de desinterés y altruismo” (La naturaleza fo no tiene ningún punto débil, Escrituras esenciales para mayor avance), echaron raíces en mi corazón desde que comencé a cultivarme. Siempre he querido volverme ese tipo de persona.

En 2013, muchos compañeros practicantes de mi región fueron arrestados. Una practicante estaba atravesando por momentos difíciles en su casa cuando la detuvieron. Su madre tenía cáncer. Ahora que se encontraba detenida ya no podía hacerse cargo de ella, así que otra de las compañeras practicantes iba de vez en cuando a su casa para ayudar.

Poco después, esta otra practicante me contó que su madre la necesitaba y me pidió que fuéramos a solicitarle a la policía que la liberaran. Acordamos trabajar juntos para intentar garantizar al máximo su liberación. Visitamos la comisaría de policía, la oficina de seguridad nacional, la procuradoría y otras oficinas gubernamentales. Mientras tanto otros practicantes enviaban pensamientos rectos para ayudarnos. Íbamos a aquellas oficinas todos los días. Cuando las cosas no marchaban bien, mirábamos hacia dentro para descubrir nuestros propios problemas. En cuanto arreglábamos nuestros propios problemas, íbamos a ver a las autoridades rápidamente.

Un día, finalmente tuve la oportunidad de hablar con el jefe local de la oficina de seguridad nacional. Le aclaré la verdad. Me afirmó: “Me encargaré personalmente de este asunto. Será liberada muy pronto. Es una gestión algo complicada. No tienen que pagar nada”. Le di las gracias sinceramente.

Supe que el Maestro nos estaba prestando su ayuda y nos alentaba.

En aquellos momentos, una practicante me comentó: “Tía, deje de intentarlo. Muchos practicantes que han intentado rescatar a otros compañeros practicantes han sido arrestados”. Le respondí: “No se preocupe. Tenemos a Shifu y al Fa. Nada malo me va a ocurrir. Creo que es mi responsabilidad rescatar a los compañeros practicantes”.

El Maestro nos enseñó en Zhuan Falun:

“Al crearse un ser, una vida, en lo extremadamente microcósmico ya están constituidas la composición específica de su vida y su esencia original”.

El Maestro me dio poder, así que debo mantener altas expectativas. No sé qué clase de promesa le hice al Maestro en la historia, y no sé si he cumplido mi promesa o no. En la sociedad común, soy una persona bastante competente, así que creo que debo hacer cosas que otras personas no puedan o no deseen realizar, como por ejemplo rescatar a los compañeros practicantes que han sido encarcelados. Por lo tanto, hablar con los abogados y rescatar practicantes se ha convertido en mi tarea principal durante los últimos años.

En 2014, una practicante de fuera de la ciudad fue arrestada en mi zona. Contrató a un abogado de Beijing. Después de citarse con dicha practicante en el centro de detención, el abogado me dijo: “Su compañera practicante me ha pedido que le trasmita que debe andar con cuidado. La oficina de seguridad nacional sabe quién es usted”.

Esa misma tarde, otra practicante y yo fuimos a hablar con el juez. Antes de salir de casa, dije estas palabras frente al retrato del Maestro: “Shifu, nos ha dicho que las fuerzas perversas no osarán perseguirnos si aclaramos la verdad y salvamos a seres conscientes. La clave reside en que mi corazón permanezca inafectado. Ahora me dirijo a aclarar la verdad al juez. Por favor, protéjame. Nadie se atreverá a perseguirme”.

Ese día le contamos al juez lo que era realmente Falun Dafa. Nada malo nos ocurrió.

En otra ocasión, un practicante que había sido arrestado, me pidió que solicitara a sus familiares que contrataran a un abogado. Durante dos días estuve intentando, sin éxito, contactarme con su familia.

Así que me acerqué a su casa. Tan pronto como el hijo del practicante abrió la puerta, le conté lo que me pidió su padre. Me empujó hacia la calle y me dijo: “Ese no es mi problema. No me moleste”. Le pregunté: “¿Qué opina su madre?”. Contestó: “Ella también ha sido arrestada. A mi me han dejado libre. No vuelva por aquí. Si lo hace, le denunciaré a la policía”. No tuve otro remedio que marcharme.

No me quedaron más opciones que hacerlo todo yo misma. Hablé con un abogado de Beijing que conocía, y accedió a ayudarme. Así que le encontré un abogado al practicante arrestado.

Pocos días después, me crucé con el abogado. Se preguntaba si a pesar del peligro que sabía que corría seguía trabajando para que mis compañeros practicantes fueran liberados. Le confirmé: “Sí, no tengo ningún miedo”. Exclamó: “Su corazón es tan compasivo. Todo lo hace por los demás. Nadie se atreverá a ponerle ni un solo dedo encima”.

En cuanto un practicante local era arrestado, me presentaba en la comisaría y hablaba con sus familiares para reunir toda la información posible. Un practicante me preguntó en una ocasión: “¿Cómo consigue hacer las gestiones e ir a todos esos lugares sin pensar en el peligro que corre? ¿Por qué nunca le ocurre nada malo?”. Le revelé: “La fuerzas perversas no osan perseguir a una vida que es desinteresada y altruista”.

Shifu quiere que abandonemos el egoísmo por medio de la cultivación y que obtengamos la honrada iluminación de desinterés y altruismo.

En mi viaje de cultivación, me siento cada vez más y más feliz. Lo que el Maestro me ha concedido no puede ser descrito con palabras. Todo lo que puedo hacer para retribuirle es persistir en cultivarme diligente y sólidamente.