(Minghui.org) Leí recientemente un artículo en Minghui.org que indicaba que muchos practicantes que habían fallecido a causa del yeli de enfermedad tenían el mismo problema: Querían marcharse, no querían permanecer en este mundo humano.

De hecho, esto es un problema serio. Referente a esto, desearía compartir una historia sobre mi madre. Es una practicante de 70 años. Es diligente en muchos aspectos, pero está apegada al dinero y al sentimentalismo.

Un familiar nuestro que vive en el campo estaba muy enfermo y moriría pronto. Su familia le pidió a mi madre que los ayudara y que le comprara un sudario. Como soy practicante, no quería ver a mi madre envuelta en cosas de este tipo. Pensé que podíamos ayudarlos donando algún dinero para que ellos se lo compraran. Pero mi madre no me escuchó.

Un día de verano, mi madre y yo visitamos varios almacenes. La mayoría de los sudarios eran caros, pero finalmente encontramos uno económico. De camino a casa, mi madre dijo que el sudario era de mucha calidad y que incluso estaba pensando comprarse uno para ella misma. Inmediatamente le dije que no lo hiciera: “Somos practicantes de Falun Dafa. Necesitamos cultivar el habla y ser conscientes de lo que decimos”.

Cuando llegamos a casa, mi madre empezó a respirar con dificultad, así que se sentó en el sofá para descansar. Cuando me volví para mirarla, noté que estaba dando cabezadas. De pronto bajó su cabeza y empezó a vomitar espuma. Llorando, corrí hasta ella: “¡Madre! ¡Despierte! No puede irse. Tenemos que regresar con el Maestro”, le grité. En aquel momento, empecé a enviar pensamientos rectos.

Poco después, mi madre recobró la conciencia, no recordaba nada. Le expliqué que había estado al borde de la muerte. Luego, le puse algo de música de Dafa. En poco tiempo se recuperó completamente.

Esto resultó ser una seria lección para nosotros. Al principio pensé que mi madre tenía una brecha debido a que no cultivaba el habla, que había sido aprovechada por las viejas fuerzas. Pero después comprendí que aquellas palabras que dijo podían haber sido provocadas por intenciones impuras o mensajes lanzados a su mente. Aquellos pensamientos habían sacado provecho del hecho de que mi madre estuviera apegada al dinero. Debido a esto, impulsaron en mi madre la idea de comprarse un sudario a buen precio para su funeral. Esto le habría deparado graves consecuencias, si sus pensamientos rectos no hubieran sido lo suficientemente fuertes.

A raíz de esto aprendí que la práctica de cultivación, en efecto, es algo serio. A veces podemos dar por sentado que los pensamientos de nuestra mente son propios. Pero, en realidad, pueden provenir de la conciencia asistente o de otros seres. Necesitamos pensar y actuar siempre en consonancia con el Fa. Por eso, debemos prestar atención a cada pensamiento.

Lo que escribí son opiniones personales. Por favor, señalen cualquier cosa inapropiada.