(Minghui.org) La sra. Xu Xueying fue retenida por varios internos y examinada por un médico del campo de trabajo forzado con un dilatador uterino. De antemano, ella no tuvo problemas de salud reproductiva, pero experimentó una fuerte hemorragia vaginal durante 18 días consecutivos después del examen. Ya han pasado 15 años, y ella continúa sintiendo dolor vaginal de vez en cuando.

Esto fue solo una parte de la experiencia de la sra. Xu cuando fue detenida en el campo de trabajo forzado de mujeres en la provincia de Guizhou en 2002 por negarse a renunciar a Falun Dafa, una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino. Durante sus siete meses allí, fue brutalmente maltratada por mantenerse firme en su fe. A continuación, Xu relata su experiencia:

“Se asignó un grupo de reclusos para vigilarme durante todo el día. Me negué a cumplir con sus demandas y me golpearon regularmente. Una reclusa me golpeó una vez en el ojo derecho con tanta fuerza que sentí que mi globo ocular estaba a punto de explotar. Instintivamente cubrí mi ojo, solo para recibir un puñetazo una vez más, ya que ella pensó que iba a contraatacar. Mi ojo sangró de inmediato, y desde entonces tuve problemas para ver con ese ojo.

Una vez protesté por el abuso continuo, de tener sus calcetines sucios metidos en mi boca.

También intentaron persuadirme para que abandonara mi creencia en Falun Dafa. Traté de razonar con ellos, diciéndoles que en realidad Falun Dafa no era como lo describe la propaganda estatal. Cuando me mantuve firme en mi creencia, me ataron como águila tendida en una cama durante horas y horas.

Tampoco me permitieron cambiar mi ropa (incluida mi ropa interior) ni tomar una ducha. A otros reclusos se les darían productos sanitarios, pero no a mí. Tenía que ver mi flujo menstrual gotear en mis pantalones.

Todavía me negué a renunciar a mi creencia en Falun Dafa. También comenzaron a molestarme por la noche. Ellos me golpeaban tan pronto como me quedaba dormida y también trataron de obligarme a decir que estaban haciendo todo lo posible para mi beneficio. Protesté, diciendo que no eran mejores que los drogadictos, y de inmediato me agarraron del pelo y me golpearon la cabeza contra el suelo de ladrillos. Mis labios se cortaron y como resultado, sangraron. Antes de darme cuenta, alguien me dio un puñetazo en la cara y perdí uno de mis dientes. Casi no pude comer durante una semana entera.

Cuando nada me hizo quebrantar mi fe en Falun Dafa, recurrieron a medios más despreciables. Un jefe del equipo llamado Gu Xingying ordenó a varias reclusas que me arrastraran a la clínica del campo de trabajo forzado, donde un médico de apellido Chen introdujo un dilatador uterino en mi vagina y todo a mi alrededor se agitó.

No podía aguantar el dolor luego de que me llevaron de vuelta a mi celda. Sentí un dolor ardiente y tuve un sangrado vaginal con pus amarillento durante 18 días seguidos. El flujo vaginal era tan extremadamente apestoso que las reclusas quienes estaban asignadas a vigilarme, me insultaban y maldecían.

Actualmente, de vez en cuando todavía siento dolor en la parte inferior de mi cuerpo”.