(Minghui.org) Me encontré con mi compañera cultivadora, Hui [apodo], para analizar las declaraciones de defensa preparadas por el abogado de sus padres, que son perseguidos por el régimen comunista chino por su creencia en Falun Dafa. Fui con otros dos practicantes a verla. Sin embargo, Hui abandonó con prisa nuestra reunión después de unas pocas palabras.

Sentí que mi compañera estaba siendo pasiva en el tema de la persecución de sus padres y que sería necesario intercambiar con ella basados en el Fa. Además, Hui una vez me mencionó con preocupación algunos rumores sobre uno de los practicantes que me habían acompañado. Pensé entonces que su rápida salida estaba relacionada con la presencia de este compañero. Por lo tanto, no lo invité a concurrir al siguiente encuentro.

Últimamente había estudiado mucho el Fa y sentía que el Maestro me había iluminado en muchos temas. Especialmente sobre la cuestión de cómo tratar la represión. Compartí mi opinión con Hui sobre la persecución de sus padres. Después de mi elocuente discurso, ella manifestó sus entendimientos  y conocí algunos puntos ocultos con respecto a la persecución de sus progenitores.

También noté que Hui había mejorado su xinxing sobre este tema. Además, pude ver mis propios apegos. Estaba preocupado por ella, confiaba en que mis entendimientos eran correctos y sentía que Hui debía estar de acuerdo conmigo. En el interín, me di cuenta que yo estaba demasiado involucrado en este asunto. De hecho, cada cultivador tiene al Maestro que lo cuida. Lo que realmente marca la diferencia es el Maestro y Dafa.

Le pregunté por qué se había marchado con tanta prisa la última vez que nos reunimos con los otros dos practicantes. Dijo que fue porque tenía una reunión a la que asistir y no podía retrasarla. Me di cuenta de que mis nociones incorrectas habían interferido en mi interpretación de nuestro último encuentro.

Hui también mencionó que se había iluminado a la necesidad de abandonar los apegos emocionales con sus padres y continuar haciendo las cosas que debía hacer. Mi pensamiento fue que otras personas ya habían soltado sus apegos; y que era mi propio apego el que aún se aferraba a mí.

Cuando pensé sobre eso, de repente: “el cielo se tornó azul”. ¡Fue rápido y mágico! Fue increíble. En ese momento, una oración de un Fa del Maestro se abrió paso en mi cerebro:

“…cambiando las nociones,

eliminando la decadencia,

la luz brillante aparece”

(“Nueva vida”, Hong Yin).