(Minghui.org) A pesar que vivo en la ciudad, visito con frecuencia la casa que tengo en el campo. Frente a mi casa, en esa misma calle, vive un vecino que nos ha ocasionado muchos problemas. Entre su vivienda y la mía, hay una carretera de cinco metros de ancho que siempre tiene mucho tráfico.

En agosto de 2016, recibí una llamada de uno de los vecinos del campo. Me pidió que fuera inmediatamente, pero no me explicó con claridad lo que sucedía.

Cuando mi marido y yo llegamos a nuestra casa, al día siguiente, no podíamos acceder a nuestro patio con el automóvil. El vecino de enfrente, había prolongado el suyo un metro y había ocupado la carretera. Además, una montaña de tierra rodeaba su patio, y llegaba a ocupar incluso otro medio metro más. Por tanto, el ancho de la carretera se había reducido bastante, y los vehículos que pasaban casi rozaban el tapial de mi patio delantero. Debido al denso tráfico, rápidamente se formó una zanja profunda, y en cuanto llovió se acumuló mucho agua. La gente que quería pasar por allí, tenía que caminar abriéndose paso a través del agua.

En cuanto vi esto, vinieron a mi memoria todas las cosas que mi vecino nos había hecho antes:

Cuando empezamos a construir la casa, y teníamos dos pilas de rocas para construir nuestro patio delantero. El vecino se apropió de algunas un día que no estábamos, y con ellas construyó el suyo. Nunca nos las pidió, ni tampoco se ofreció a pagárnoslas. Soy una practicante de Falun Dafa, y me controlé para no pelear con él. No le dije ni una sola palabra. Solamente compré más rocas cuando las necesité.

Esa no fue la única vez que tomó algo de nuestra propiedad. La carretera de enfrente de la casa estaba en muy mal estado. A los conductores de los camiones no les gustaba, así que tuvimos que contactar a muchos antes de dar con uno que aceptara llevarnos la tierra que necesitábamos.

Viendo esta situación, decidimos contratar a algunas personas para que reconstruyeran la carretera. Una semana después, cuando regresábamos a la casa desde la ciudad para comprobar el estado de la obra, nos quedamos perplejos al comprobar que el vecino había desplazado toda nuestra tierra, y la estaba usando para construir su propio patio. Me puse furiosa. Quería hacer pedazos su puerta y pelear con él. Pero una practicante de Dafa nunca debe comportarse de esa manera, así que contuve mi ira.

Teníamos un gran ciruelo en el patio. Una noche de otoño, fui a la casa, y vi una escalera muy larga apoyada sobre el tapial. Cuando abrí la verja, vi a mi vecino subido en el árbol, con una canasta enorme, recolectando ciruelas. Me quedé atónita, sin embargo, él no parecía sorprenderse. Saltó del árbol a la escalera, y se fue tranquilamente a su casa con la canasta repleta de ciruelas. No había quedado ni una sola ciruela madura en todo el árbol. Se las había llevado a todas.

Quería que me devolviera aquellas ciruelas, pero como una practicante de Dafa no debe discutir, simplemente fui a una frutería y compré más ciruelas.

Aunque este vecino siempre nos estaba intimidando y se comportaba de manera muy egoísta, esta vez se había pasado de la raya. Los demás vecinos se presentaron en mi casa y dijeron cosas muy malas sobre él. Manifestaron que se lo hacíamos demasiado fácil y que por eso ahora la carretera de enfrente era tan estrecha. Animaron a mi marido para que fuera a reprenderlo.

Mi esposo no lo soportaba y quería ir a hablar con él abiertamente sobre todo lo que nos había hecho. Yo también estaba furiosa. Quería salir y derribar su tapial porque siempre se comportaba de forma irracional.

Pero sin importar quien llamara a su puerta, no la abría. Algunos vecinos se enfurecieron tanto que fueron a sus casas y trajeron los picos. Solo esperaban una orden nuestra para demoler su tapial.

Todos se mostraban muy indignados, pero entonces supe que debía tranquilizarme.

El Maestro dijo en Zhuan Falun:

“Esta vía nuestra apunta directamente al corazón humano; entonces, ante los beneficios personales y en medio de los conflictos de la gente común, poder o no tomar livianamente y con ligereza estos asuntos es el punto clave”.

Convencí a todos mis vecinos para que regresaran a sus casas, y conduje a mi marido al interior de la nuestra. Estaba a punto de estallar. Le pedí que se sentara, e intenté calmarlo. Lo guié recordándole el Fa del Maestro acerca de la pérdida y la ganancia. Gradualmente, consiguió soltarlo y dejarlo pasar.

Al día siguiente, compró tres camiones de tierra, y con la ayuda de los demás vecinos, derribó nuestra tapia delantera y la volvió a reconstruir un metro dentro de nuestro terreno, en lo que antes era nuestro patio. A pesar de que invertimos mucho tiempo, esfuerzo y dinero construyendo de nuevo la carretera y el muro, escuchamos al Maestro y no nos buscamos más líos con nuestro deshonesto vecino.

No debíamos guardarle rencor, porque nos había ayudado a mejorar en nuestra cultivación. Así que se lo agradecí desde el fondo de mi corazón.

Un día, vino a visitarnos. Aunque no se disculpó por lo que había hecho, manifestó que quería pagarnos porque en una ocasión había tomado prestados 90 kilogramos de nuestro maíz. Para no avergonzarlo, les dijimos que se lo regalábamos. Se puso tan contento que se quedó conversando un rato con nosotros.

Agradezco al Maestro y a Dafa, desde lo más profundo de mi corazón, por convertirme en una persona mejor, con un corazón mucho más grande.