(Minghui.org) Luego que Falun Dafa fuera prohibido en China en 1999, los familiares de los practicantes estaban a veces bajo una gran presión. Pero mi hijo me ha apoyado todo el tiempo.

Un día, él se enojó al ver varios programas de televisión que difamaban a Falun Dafa: “Había muchos practicantes practicando Falun Dafa antes que la persecución comenzara. Y ahora algunos se han ido al lado opuesto [atacando Dafa]. ¿Tienen coraje estas personas?”. Se volvió hacia mí: “¡Madre, tienes que seguir!”.

Dado que no se escuchó ninguna voz independiente que no fuera la propaganda calumniosa, decidí unirme a otros practicantes para ir a Beijing para apelar por Falun Dafa. Por otro lado, dado que vivía sola, vacilé un poco. ¿Qué pasaba si me arrestaban y no podía volver? Cuando discutí esto con mi hijo, esperando que cuidara mi propiedad, me aseguró: “Mamá, por favor no te preocupes por eso. Sé lo que Falun Dafa significa para ti y para nuestra familia. Si estás muy preocupada por cosas en este departamento, tal vez pierdas todo al final. Si estás determinada y haces las cosas correctas, en última instancia tendrás todo”.

Con este aliento, tomé el tren hacia Beijing.

¿Quién violó la ley?

La policía me arrestó en Beijing y nos llevaron, a mi cuñada y a mí, a un campo de trabajo forzado, al mismo campo de trabajo donde los guardias me torturaron con picanas eléctricas.

Mi hijo vino a visitarnos y su tía le dijo que me habían electrocutado con picanas eléctricas. Cuando nos vimos, mi hijo me dijo que me apoyaba: “El hecho de que te torturaron con picanas eléctricas [tratando de forzarte a renunciar a tu creencia] confirma que hiciste lo correcto”.

Un guardia que escuchó sus palabras, preguntó que había dicho. Mi hijo se rehusó a contestar y su visita consecuentemente fue denegada por los oficiales durante algunos meses.

Cuando mi hijo finalmente logró verme de nuevo, un oficial nos llevó a los dos a una habitación separada, planificando interrogarnos a los dos. No intimidado por esto, mi hijo le explicó al oficial que los practicantes de Falun Dafa habían sido agredidos, y que eran los policías los que estaban violando la ley, deteniendo y torturando a los practicantes.

Él dijo: “Cuando la persecución termine, ¿no irán ustedes policías a la cárcel?”.

Reflexionando sobre sus palabras, el oficial asintió: “Si, creo que tienes razón”.

Pulgares arriba

Los oficiales no se detuvieron después de mi liberación del campo de trabajo forzado. Vinieron a hostigarme y me llevaron a un centro de lavado de cerebro. Mi hijo no pudo detenerlos, pero les dijo que no me maltrataran. “Espero que puedas tratarla como si fuera tu propia madre”, le dijo a un oficial. “Si algo le sucede a mi madre, no lo aceptaré”.

Las sesiones de lavado de cerebro eran cerradas al exterior y las visitas familiares estaban prohibidas. Aunque los oficiales nos dijeron que la gente sería enviada a los campos de trabajo si decidían continuar practicando Falun Dafa, lo ignoré y les dije que salvaguardaría mi creencia. Mi hijo vino todos los días pidiendo verme, pero cada vez se lo negaron. Sin embargo, los oficiales sabían de sus visitas y se conmovieron. Un guardia dijo: "Tu hijo es el mejor", y me dio un pulgar hacia arriba.

Más tarde mi hijo llegó un día y pudimos vernos. Un oficial anunció que mi tiempo había expirado. “Me alegra ver que son una familia tan feliz. Ahora pueden ir a casa juntos”.

Arrestada y liberada el mismo día

Luego que la policía supo que tenía un sito de producción de materiales en mi casa, me arrestaron y confiscaron mis posesiones. Viendo que el equipamiento e insumos como el papel ocupaban casi toda la camioneta del policía, un oficial dijo que mi caso era uno importante. “Es como si fueras la dueña de una imprenta”. Los vecinos que presenciaron el arresto, estaban también preocupados por mí.

La policía me llevó a un campo de trabajo forzado, pero me rehusé a salir del vehículo. Los policías no tuvieron elección y contactaron a mi hijo. Un oficial dijo: “Te prometo que tu madre sólo necesita un examen físico y ella regresará a casa inmediatamente”. Luego, ese mismo día mi hijo me buscó y volvimos juntos a casa.

Un practicante que no sabía que yo había sido liberada le preguntó a un oficial si me mantendría en el campo de trabajo, el oficial dijo que no: “Le prometimos a su hijo que la dejaríamos ir. No podemos romper nuestra palabra”.

“El día llegará”

A pesar de la actitud positiva de mi hijo, él no estaba de buen humor todo el tiempo. Un día dijo que muchos de sus compañeros de trabajo tenían malentendidos sobre Falun Dafa debido a la propaganda de odio del régimen comunista. “A veces me lanzan miradas extrañas, lo que me pone muy incómodo”, dijo.

Le dije: “Hijo, perdón por lo que ha ocurrido. Pero pienso que no debemos preocuparnos demasiado por eso, mientras estamos en el camino correcto…. ¿Recuerdas el dicho ‘sigue tu propio camino, deja que la gente hable’? Llegará el día en que la justicia prevalecerá. Sucedió en el pasado y sucederá en el futuro”.

Reconfortado por mis palabras, mi hijo ahora se siente mucho mejor, sobre todo al enterarse de que más de 200.000 denuncias penales han sido presentadas contra el ex líder chino Jiang Zemin por perseguir a Falun Dafa. Una vez, cuando un compañero de trabajo le preguntó si todavía practicaba mi creencia, dijo: “¡Por supuesto!”.

Viendo a otras personas también escuchando su conversación, él levantó su voz: “Imagina que hay algo que te hace sano y feliz, y es gratis. ¿No lo adoptarías?”.