(Minghui.org) Tengo 83 años y he sido practicante de Falun Dafa por 19 años. Desde que comenzó la persecución, nunca he dejado de clarificar los hechos acerca de Falun Dafa.

He tenido momentos difíciles y peligrosos en mis 17 años desde que comenzó la persecución. Sin embargo, mi fe y mis pensamientos rectos me han ayudado a pasar estas pruebas y nunca he sido arrestado.

Evitando la persecución

Antes de 2006, frecuentemente visité mi pueblo en la zona rural para distribuir folletos y otros materiales informativos. Cerca de treinta mil personas viven en la zona. Recorría en bicicleta más de 16 km a la noche para ir allí. Distribuía materiales informativos en cada hogar, colgando carteles en árboles y paredes y pintaba mensajes como: “Falun Dafa es bueno”, “Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno” y “Renuncia al partido comunista chino” sobre el borde del camino.

Los funcionarios del gobierno local ofrecían quinientos yuanes de recompensa para cualquiera que reporte practicantes de Falun Dafa a la policía. Nunca fui arrestado, pero hubo una vez en la que casi fui reportado a la policía.

En el 2003, justo antes de ubicar los materiales en frente de la puerta de una casa, tres hombres jóvenes vinieron y no me dejaban ir. Intentaron tomar mi bolsa y me preguntaron qué había adentro. Discutimos por más de diez minutos. Entonces les dije: “Revisen lo que hay aquí. Es bueno para ustedes”. Probablemente por mis pensamientos rectos detrás de mis palabras, los hombres desistieron de revisar los materiales. Mientras estaban haciendo eso, me fui.

Después que mi esposa murió en el 2005, tuve que tomar muchas más responsabilidades familiares. Esto no era lo más conveniente para ir a la zona rural, así que comencé a distribuir volantes en nuestra ciudad. En el 2007, después de entregar folletos en un hotel y colocar carteles cerca, un hombre joven me agarró. Tomó su teléfono para llamar a la policía. Lo intentó tres veces, pero no pudo hacer la llamada. Le dije: “Nunca funcionará”, me di vuelta y me fui. Permaneció allí como si estuviera congelado.

Durante los últimos diez años, he ido a un mercado de granjeros en la mañana, llueva o truene, para contarle a la gente de la persecución y ayudarlos a renunciar al partido comunista chino. Esto era más peligroso que repartir folletos en mi zona rural, porque hablaba con cada uno en persona. Manteniendo un estado de ánimo compasivo y pacífico, hice muchos amigos.

Un oficial de policía de civil me detuvo en el 2010 en el mercado, después le di un volante de Falun Dafa. Gritó: “¡No te muevas!”. Sacó su celular para pedir refuerzos. Le dije: “Quise dejarte conocer los hechos, así tendrás un buen futuro. Por favor lee el folleto. Es bueno para ti”. Mucha gente nos rodeó. Alguien dijo: “Déjalo ir”. Mientras leía el volante, me deslicé a través de la multitud y me fui en mi bicicleta.

De tiempo en tiempo, otros practicantes me pedían dejar de ir al mercado después que alguien fue arrestado allí. Mi hermana también escuchó rumores que la policía local iría a arrestarme. Creo firmemente que nada me pasará siempre que siga la guía de Falun Dafa. Continué repartiendo volantes en el mercado y nada malo me ha pasado.

Seguro de daños

Los pensamientos rectos me protegieron de accidentes. En el 2005, mientras volvía de mi zona rural, mi bicicleta golpeó la banquina. Caí y mi cabeza golpeó el suelo. Me dije: “Estoy bien. Soy un discípulo de Falun Dafa”. En ese tiempo tenía 72 años, pero me levanté, me sentí bien e incluso no tuve ni un rasguño.

Un día en el 2007, fui al mercado de granjeros a las 6 de la mañana. Estaba tan oscuro que me caí sobre el helado pavimento y mi cara se dañó. Un transeúnte me ayudó a levantarme y me preguntó si estaba bien. Le dije que practicaba Falun Dafa y que estaría bien. Entonces conversé con él de Falun Dafa y la persecución e incluso lo ayudé a renunciar al PCCh.

He tenido muchas experiencias sorprendentes como esta.

La ayuda viene cuando la necesito

Con pensamientos rectos, el poder de Dafa puede manifestarse en cualquier situación. Durante un viaje a la zona rural en el 2004, el asiento de mi bicicleta se rompió y una de las llantas se desinfló. No había ayuda en la medianoche en el medio de la nada. Tomé mi bicicleta y le dije: “¡Anda!”. La bicicleta funcionó normalmente. Continué suavemente a través del distrito y volví a mi casa antes del amanecer.

Durante otro viaje a la zona rural, estaba tan oscuro que no podía escribir el mensaje que estaba pintando sobre una pared. Le pedí al Maestro en mi corazón: “Por favor ayúdeme a escribir el mensaje”. De repente un haz de luz iluminó el área que estaba pintando. La luz desapareció después que terminé.

Una tarde, antes de irme a un viaje a la zona rural, estaba tan fresco que parecía como si fuera a llover. Le pedí al Maestro en mi corazón: “No importa cómo, necesito distribuir estos folletos hoy. Por favor que no llueva hasta que lo haya hecho”. Ciertamente, comenzó a llover justo cuando llegué a casa.