(Minghui.org) En marzo de 2000, el administrador del lugar donde trabajaba era investigado por un delito de guante blanco en el que yo también estaba implicada. Me llevaron a un centro de detención durante 21 meses.

El encuentro con Falun Gong en el centro de detención

Cuando ingresé al centro de detención, conocí a muchas practicantes de Falun Gong. Quedé impactada; yo sabía que practicaban Falun Gong, pero ¿por qué estaban allí?

Tuve una muy buena impresión de ellas. Eran amables y de buen corazón, y me daban sensación de seguridad en medio del caos. Me ayudaron y cuidaron. Me gustaba frecuentarlas y hacer lo que ellas hacían; leía sus lecciones del Fa y hacía los ejercicios.

Los guardias me llamaban “semi-Falun Gong”.

Aprendí mucho de las practicantes. Me enseñaron los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Muchas veces en ese centro de detención, se puso a prueba mi capacidad de soportar.

Un día, una de las internas de repente me atacó. Tiró toda mi ropa de cama en el jardín, cortó en pedazos el pijama y me maldijo por largo tiempo. Si no hubiera aprendido los principios de Falun Gong, hubiera sido imposible para mí no pelear con ella.

Pero ni siquiera me molestó. Sólo tomé la ropa de cama de regreso. Todas las practicantes dijeron que mi xinxing había mejorado.

Uniendo fuerzas para resistir la persecución

Cuando las practicantes comenzaron una huelga de hambre por la persecución, me uní a ellas.

Un día, muchos guardias y policías armados vinieron para ponerle fin. Fue aterrador.

El alcaide ordenó que todas las huelguistas fueran alimentadas a la fuerza. Fui la primera a la que llamaron. Él quería darles a las demás una lección: castigarme si no cumplían con la orden de comer. Me negué sin miedo, y el encuentro no fue tan terrible como pensé que sería.

Más tarde el alcaide me preguntó por qué me uní a la huelga de hambre. No sabía qué responder, solo dije lo que fluyó de mi mente: "Me molesta cuando veo que son perseguidas, por lo que quiero apoyarlas”.

Convirtiéndome en una verdadera practicante de Falun Gong

Después que fui liberada a fines de 2001, busqué por todas partes libros de Falun Gong. Mi tía estaba muy a favor de la disciplina. ¡Encontró a un practicante que me dio la copia de Zhuan Falun! ¡Pronto me convertí en una verdadera practicante!

Mi familia estaba muerta de miedo por mi práctica. Temían que fuera perseguida. Mi tía era la única que me apoyaba.

Rápidamente comencé a llevar a cabo el deber de los practicantes de Falun Gong. Me asignaron recoger materiales fuera de la ciudad, lo cual no fue un proceso fácil.

Pasé un largo día sola en la carretera, tuve que admitir que al principio me dio miedo. Sin embargo, con la protección del Maestro, todo transcurrió sin problemas.

Con el fin de informar a la gente de todo el mundo la verdad de la persecución, más y más proyectos me requirieron cooperar con otros practicantes. Participé en muchos de ellos -siempre que fue necesario estaba allí. Enviamos cartas a la policía, hicimos llamadas telefónicas, enviamos mensajes de texto y le contamos a la gente los hechos cara a cara.

Hubo muchas tribulaciones y dificultades en mi camino de cultivación, pero con la protección y el apoyo del Maestro, los superé con gran éxito. ¡Gracias, Maestro! ¡Gracias, compañeros practicantes!