(Minghui.org) Cuando tenía 17 años, sufría de enfermedades al estómago, hepatitis B, y artritis severa. Poco después de comenzar la práctica de Falun Gong en 1996, todos mis síntomas desaparecieron. Mi hermano, un juez, fue testigo personalmente de estos cambios notables en mi salud.

Unos años atrás, me llamó a medianoche y me pidió que lo fuera a ver. Me dijo que era un tema urgente. Así que al día siguiente fui. Viajé 480 kilómetros en tren para verlo. Mi cuñada lloró cuando me vio, diciendo que mi hermano estaba en grandes problemas y que estaban en sus últimas desde hacía unas semanas, porque las cosas se le dieron vuelta en su contra en su trabajo donde casi todos están involucrados en la corrupción.

Le dije: “No te preocupes. Siempre que recite ‘Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno y Falun Dafa es bueno’, todo estará bien”. Luego pasé un rato hablando con ellos sobre la persecución a Falun Gong por parte del partido comunista chino.

Mi hermano explicó pesadamente: “He participado en esta persecución y he sentenciado a muchos practicantes a prisión. ¿Cuidará tu Maestro de mí?”. Luego me contó que el director de la corte donde él trabaja, fue arrestado hace poco por cargos de corrupción. Sabía que era cuestión de tiempo para que las autoridades fueran tras él por la misma razón.

Le expliqué: “Shifu salva compasivamente a los seres conscientes. Así que mientras verdaderamente te arrepientas por tus actos pasados, y dejes de hacer cosas malas a los practicantes de Dafa, Shifu te dará una oportunidad para compensar tus errores”. Él contestó: “Bien. Haré eso”, mientras asentía con su cabeza. Parecía estar de mejor humor.

Al día siguiente, me dijo: “No tienes idea de cuán grande es mi problema. ¿Recitar esas dos frases me ayudará realmente a evitarlos?”. Luego me dijo que sería probable que lo sentencien a 20-25 años de prisión.

“Mientras creas verdaderamente en Shifu, serás capaz de atravesar esta tribulación. Si no crees lo que te estoy diciendo, entonces nadie te podrá ayudar”.

Parecía estar perdido. Le dije: “Tienes que pensar cuidadosamente. ¿Cuántos milagros ocurrieron en mi vida desde que comencé a practicar Falun Gong? Incontables ¿no? Por eso, no tienes otra opción; tienes que creer lo que te estoy diciendo”. Luego se fue a trabajar.

Cuando llegó esa noche, estaba sonriendo de oreja a oreja: “Hoy, ¡realmente experimenté el poder de Dafa! ¡Mi situación realmente se solucionó!”.

Más tarde, su supervisor le pidió que sentenciara a unos practicantes a prisión, pero él se negó. El supervisor lo siguió presionando durante las reuniones de seguimiento. Finalmente, mi hermano le dijo seriamente: “No participaré más de esta persecución. ¡Mi hermano es practicante de Falun Gong!”.

Finalmente su supervisor retrocedió y nunca más tocó el tema.