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Nuevo practicante: el Maestro de Falun Gong salvó a mi padre y a mí

Jul. 4, 2016 |   Por un practicante de Falun Gong en la provincia de Liaoning, China

(Minghui.org) En 2013 estuve realmente enfermo, con un severo dolor de espalda y piernas. También sufría de ciática y me faltaba el aire. Confinado en la cama y nada ayudándome en el hospital, estaba al borde del colapso.

A comienzos del 2014, mi tía, que es practicante de Falun Gong, vino a visitarme. Viendo el estado miserable en el que me encontraba, me aconsejó practicar Falun Gong. No estaba seguro si me ayudaría, ya que incluso los hospitales no podían hacer mucho por mí.

Ella me dijo: “Estarás bien en tanto tengas fe en el Maestro y en Dafa, y te conduzcas con los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia”.

El Maestro indudablemente me salvó

Comencé a leer el libro Zhuan Falun y aprendí a hacer los ejercicios. Por mi pobre condición, solo hacía lo que podía desde la cama.

Una noche en un sueño a mediados de abril, vi algunos médicos con batas blancas a mi alrededor. Me miraron la frente y por sus gestos me di cuenta que querían insertarme una aguja de alrededor de medio dedo de largo. La aguja pasó sin ningún impedimento. No pensé que pasaría, sin embargo, vi claramente que era una pequeña serpiente. Dijeron que murió dentro y que desaparecería.

Cuando desperté a la mañana siguiente, no pensé mucho en eso, lo tomé como un sueño. Pero cuando me miré al espejo en el baño entré en shock, porque pude ver dos grandes marcas en mi frente, la de la izquierda era un poquito más grande que la de la derecha, y la distancia entre ambas era exactamente del largo de medio dedo.

Desde aquel día, fui capaz de sentarme a leer el libro.

A fines de abril mi tía vino a verme. Le conté que me sentía mucho mejor, que pude sentarme y leer Zhuan Falun, pero que solo hacía un ejercicio porque no podía estar parado por mucho tiempo, que hacía el segundo por diez minutos y que aún no había comenzado a hacer el quinto. Me dijo que no era suficientemente y que debía practicar los cinco.

Aquella noche, tomé la decisión de hacerlos todos. Mientras hacía el segundo, de repente sentí una corriente cálida a través de todo mi cuerpo. Era muy confortable. Las lágrimas comenzaron a descender por mi cara; no había sentido una sensación tan maravillosa en mucho tiempo.

Todos mis problemas de salud desaparecieron aquel día, incluyendo una severa bronquitis crónica que tenía desde la niñez. Me sentí liviano, pude llevar a mi madre en bicicleta al supermercado como lo hacía antes de caer enfermo.

Nunca más necesité tomar una sola píldora desde que comencé a practicar, y mis familiares fueron testigos del milagro de Falun Gong.

El Maestro salvó a mi padre

Mi padre fue profundamente envenenado por la cultura del partido comunista chino. Era un ateísta testarudo y nunca estuvo a favor de mi práctica de Falun Gong. Inclusive habló del Maestro y de Dafa irrespetuosamente.

Hacia fines de 2015 cayó muy enfermo y fue hospitalizado. Tenía una gran hinchazón en el vientre, y los médicos dijeron que eso era malo, que nos preparáramos para lo peor. Mi hermano menor les preguntó cuánto más podía vivir, a lo que respondieron: “Algo más de un mes”. Tuvo una operación, pero su barriga se hinchó aún más.

Le rogué al Maestro que lo salvara: “Por favor, mantenlo con vida. Aún no le he aclarado los hechos. Es mi culpa. Defraudé al Maestro, defraudé a mi padre…”.

Envié fuertes pensamientos rectos cada día y frente a mí, en mi mente, tenía su vientre hinchado; y le pedí al Maestro que me fortaleciera. Continué enviándolos para eliminar a los seres y elementos malvados en otras dimensiones que estaban haciéndole daño.

Tres días después, la incisión que tenía se abrió, y chorros de pus y sangre salieron. Los médicos estaban sorprendidos, y mis familiares muy preocupados. Le dije a mi madre que no se ponga mal, que eran solo materias dañinas que habían salido.

Unos pocos días más tarde, fue dado de alta del hospital completamente recuperado.

En aquel atardecer, mi padre le dijo a mi madre que estaba verdaderamente repuesto, que había sido salvado por Dios. Le contó que había tenido un sueño la noche que la herida se abrió: “Un viejo daoísta me susurró: `Hombre grande, ya estás bien ahora. Estás curado´”.

Ella le contó que fue el Maestro de Falun Gong que había salvado su vida y que nunca más debía decir cosas irrespetuosas sobre Dafa o el Maestro.

Ahora tiene una completa fe en Dafa, y también comenzó a practicar.