(Minghui.org) La policía en el condado de Zunyi arrestó a un hombre local en marzo de 2016, por practicar Falun Gong, una disciplina espiritual que está perseguida en China desde 1999.

Las autoridades no notificaron a la familia del Sr. Zhang Shougang del arresto. La familia se enteró de su paradero cuando un empleado del centro de detención los llamó en mayo, pidiéndoles que le lleven ropa. Su familia contrató a un abogado, que lo visitó en junio, en el centro de detención del distrito de Bozhou. El Sr. Zhang explicó su situación y pidió que lo declararan inocente.

Antes de su arresto fue encarcelado y torturado dos veces por un total de seis años. Su hijo no tenía aún diez años cuando fue arrestado por primera vez. El niño fue forzado a dejar la escuela por la encarcelación de su padre, y por seis años tuvo que pedir a sus familiares para poder sobrevivir.

Cuando su padre fue liberado por segunda vez, el niño tenía alrededor de diez años, y tuvieron que vender la casa para pagar sus deudas. Ellos vivieron sin un ingreso, porque el ex empleador del Sr. Zhang suspendió ilegalmente su pensión cuando fue su primer arresto en 2001. El último arresto terminó con su hijo en una situación terrible.

Lo siguiente es el relato personal del Sr. Zhang.

Un mes después de convertirme en practicante de Falun Gong, las enfermedades que me atormentaron por tantos años, desaparecieron. Me retiré en 2000 del buró de atletas en la ciudad de Zunyi, y mi hijo y yo apenas podíamos vivir de mi pensión.

La policía me arrestó cuando fui a Beijing a protestar por la persecución en noviembre de 2001. Después de ser interrogado por siete meses, me enviaron a la prisión de Duyun y torturado por cinco años. Tuve que trabajar más de diez horas por día en la prisión.

En una ocasión, me colocaron en confinamiento solitario y me ataron a una cama por ocho días, por negarme a renunciar a mi fe. Cuando protesté haciendo huelga de hambre, los médicos de la prisión me alimentaron a la fuerza con un potaje a base de maíz salado, insertándome un tubo desde la nariz hasta el estómago. Los guardias me golpeaban con regularidad, y hacían que otros reclusos me vigilaran todo el día.

Una vez después de estar en confinamiento solitario y torturado por diez días, se me aflojaron los dientes. Tuve que sacármelos por el dolor insoportable. Me forzaron a sentarme quieto en un banco de 15 cm por días. Como resultado, desarrollé un edema e hipertensión.

Unos años después de ser liberado, las autoridades vinieron por mí de nuevo. Me arrestaron y me pusieron en un campo de trabajo forzado en 2010, por hablar con la gente sobre la ilegalidad de la persecución.

Debido a la tortura, mi presión subió muchísimo. Para evitar la responsabilidad de mi pobre salud, las autoridades me liberaron en marzo de 2011.