(Minghui.org) Un día del pasado octubre, me encontré con una vecina, la Sra. Chang. Su esposo no estaba con ella; y hace mucho que no lo veía. Me contó que él estaba sufriendo de una severa enfermedad en la piel, y que hace seis meses que no puede salir del departamento. Le pregunté si podía visitarlo.

Vivimos en el mismo edificio hace siete años, y ellos estuvieron en mi departamento dos veces. Les conté los hechos de la persecución a Falun Dafa. Consecuentemente, renunciaron al partido comunista chino y sus organizaciones tres años atrás.

Compré algo de frutas y fui a casa a buscar un amuleto de Falun Dafa y un reproductor de audio con las lecciones de Falun Dafa antes de ir a la casa de la pareja.

El Sr. Chang estaba sentado en el balcón, intentando disfrutar del sol, y lucía tan desamparado como un niño. Se dio vuelta para mirarme, y yo me quedé atónita al ver su rostro: demacrado, amarillento y sin vida. Sus pies estaban aún más espantosos. Tan hinchados como sus piernas, incapaz de ponerse algún calzado. Su piel lucía gruesa, seca, y áspera, como la piel de un elefante. La piel alrededor de sus tobillos estaba partida y sangrando debido a la hinchazón.

Me armé de compostura, reforcé mi fe en el poder de Dafa. También entendía que ellos tienen un lado divino que está consciente de la verdad, porque renunciaron al PCCh. Le dije al Sr. Chang: “Recitar ‘Falun Dafa es bueno’ y ‘Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno’, te ayudará. Cuanto más confíes en lo que dije, mejor te pondrás”. Luego le conté historias de varias personas que recibieron ayuda al repetir estas frases.

“Las estoy recitando desde mi corazón, ¡las creo! ¡Las creo!”, exclamó.

Le dije a la Sra. Chang que sería bueno que ella también las recite. Y cuando me di vuelta, ¡encontré al Sr. Chang dormido! Lo desperté y le pregunté cómo se sentía. “Me siento muy cómodo” respondió. “En los últimos seis meses, he estado con tanto dolor que no podía dormir, noche o día. No entiendo cómo me dormí”.

Antes de irme, les recordé que se sentaran derechos cuando estaban escuchando las lecciones de Dafa, y los alenté a seguir repitiendo las frases.

Tres días después volví a visitarlos. Me recibieron con una sonrisa en la puerta y la Sra. Chang dijo: “¡Lo que dijiste era verdad, hermana!”. El Sr. Chang durmió bien desde la noche que los visité, y ahora estaba usando un par de pantuflas suaves. La hinchazón en sus pies se habían reducido dos tercios, y su piel no lucía gris ya; tenía la piel casi normal.

La Sra. Chang dijo: “Falun Dafa está salvando a la gente del sufrimiento. ¡Gracias!”.

Les dije: “No puedo llevarme el crédito. ¡Su gratitud es con mi Maestro!”. Ellos dijeron con reverencia: “¡Gracias Maestro Li!”.

Los volví a visitar dos días después. El Sr. Chang estaba usando sus viejos zapatos. No podía evitar sonreír. “¡Bajé las escaleras por primera vez en seis meses! ¡Tengo que agradecerle al fundador de Falun Dafa, el Maestro Li! Gracias hermana”.

“Por favor, ayuden a otros contándoles sobre Dafa y su poder milagroso”, les dije.

“Sí, sabemos”, contestaron juntos. “Vamos a decirles a otros”.