(Minghui.org) Tengo 95 años y mis pies eran fuertemente ajustados cuando era joven para que no crecieran. Esta antigua costumbre de vendar los pies consistía en aplicar un vendaje que ajustaba dolorosamente los pies de las jovencitas para no crecieran.

En 1996 comencé a practicar Falun Gong, también conocido como Falun Dafa y desde entonces no he dejado de practicar ni un solo día.

Era analfabeta, pero al practicar Falun Gong aprendí a leer todo el libro Zhuan Falun. No existen palabras que puedan expresar mi agradecimiento al fundador de Falun Gong, Shifu Li Hongzhi.

Esto es un resumen de mis 20 años de cultivación que fue escrito por un compañero practicante.

Mi cultivación

No podía salir de la cama por una seria afección en mis caderas. Pero en 1996 tuve la oportunidad de escuchar la grabación de las lecciones de Shifu. Mientras más escuchaba, más quería escuchar. Sentía que esto era exactamente lo que quería y podía pasar todo el día escuchando. Pronto, todas mis enfermedades, incluyendo mis problemas articulares, estaban curadas. Mi cuerpo se sentía muy liviano, como si pudiera volar. No importaba cuán lejos caminaba, no me sentía cansada.

Les contaba a mis vecinos y familiares que Falun Gong era muy bueno y que podía ayudar a que la gente mejorara su salud. Cuando recibía visitas en mi casa, les hacía escuchar la grabación de las lecciones de Shifu. Algunos también querían aprender Falun Gong.

Para que mis familiares y amigos y más gente conozcan Falun Gong, caminaba varias millas a pesar de las dificultades que tenía para caminar por el vendaje de mis pies. Quienes aprendían Falun Gong con mi ayuda contaban a otros sobre la práctica también.

Empecé en mi casa un sitio de estudio del Fa en 1997. Éramos más de 20 personas en el grupo de estudio. Abría mi puerta todos los días a las 3:30 de la mañana y daba la bienvenida a los practicantes. Empezábamos a hacer los ejercicios a las 4 a.m.

En verano, aunque nos picaban los mosquitos, nunca nadie los espantó mientras hacíamos los ejercicios. En invierno, a veces nuestras manos se hinchaban por el frío, pero poco después volvían a la normalidad. Cuando estaba muy frío, nos reíamos porque había una capa de escarcha en nuestras cejas.

El practicante más joven tenía 14 años y el mayor más de 80. Pero no importaba el frío, terminábamos los ejercicios. Pensábamos que este sufrimiento por el frío no se comparaba con lo que Shifu había sufrido por nosotros.

Estudiábamos Zhuan Falun, el libro principal de Falun Gong, en el día, y los practicantes que necesitaban trabajar regresaban para estudiar el Fa por la noche. Algunos estaban tan ocupados que salteaban la cena para ir directo a mi casa a estudiar el Fa.

Era analfabeta antes de practicar Falun Gong, pero con la ayuda de otros practicantes pude leer el libro entero. En 2003 empecé a copiar Zhuan Falun y escribía una o dos páginas por día, y terminé con ocho cuadernos copiando todo el libro a mano. Luego corregí las palabras que tenían errores. En el proceso, eliminé muchas nociones humanas como la impaciencia, el apego a buscar una vida cómoda, fanatismo, y la mentalidad de validación. Copiar el Fa a mano también me permitió tener un estudio del Fa con atención.

Otros practicantes comenzaron pronto a memorizar el fa. También memoricé Hong Yin y Hong Yin II, al igual que algunos artículos cortos. A veces, cuando fallaba a la hora de pasar una tribulación o un conflicto, memorizaba los poemas de Hong Yin para ajustar mi mente.

Con los años, ya no necesité usar anteojos para mi vista. Me quité los anteojos y los mareos y problemas de visión desaparecieron. Cuando mi familia vio esto, me apoyaron aún más.

Firmeza

En julio de 1999 el partido comunista chino (PCCh) lanzó la brutal persecución contra Falun Gong. Nuestro estable ambiente de cultivación se perdió y algunos practicantes dejaron de venir a mi casa para hacer los ejercicios y estudiar el Fa. Pero no tuve miedo, y seguí practicando Falun Gong.

La propaganda difamatoria sobre Falun Gong estaba en todas partes. No podía parar de llorar al ver esas mentiras. Cuando no podía dormir, pensaba sobre cómo podía hablar con la gente sobre la verdad de Dafa y Shifu.

Les conté a mis vecinos y amigos que Falun Dafa era bueno. Les expliqué cómo ayudó a los practicantes para que tengan cuerpo y mente sana. Otro practicantes escribía mensajes: “Falun Dafa es bueno”, “Verdad, Benevolencia, Tolerancia es bueno”, “Restauren la buena reputación de mi Maestro”, “¡Falun Dafa es un camino recto!”.

Ponía todos esos mensajes en los autos o canastas de bicicleta de la gente cuando iba de compras. Luego otros practicantes copiaban materiales de Falun Gong y yo los repartía.

Una noche, después de repartir más de 80 copias del material, descubrí que estaba parada fuera de una comisaría. No tuve miedo, solo me fui a casa.

Otra vez, me paré en un poste a pegar un cartel de Dafa. Una persona venía caminando y se quedó parada hasta que terminé, luego siguió caminando. Sabía que era una buena persona que había escuchado la verdad y estaba preocupada por no asustarme.

Shifu arregló que unos practicantes diligentes me entreguen nuevos artículos y materiales de aclaración de la verdad durante esa época tan terrible. A veces abría mi puerta en la mañana, y encontraba un paquete de materiales en mi patio. No sé quién los dejaba, pero no teníamos miedo, sin importar cómo el PCCh bloqueara la verdad.

En cuanto se publicaban los nuevos artículos, los escribía y hacía copias para que mi familia, que también practica Falun Gong, le entregue copias a otros practicantes. Si recibía un artículo nuevo, lo entregaba de inmediato a otros practicantes, porque sabía que muchos practicantes esperaban leer los nuevos artículos de Shifu para no quedarse atrás.

La jefa de la asociación de mujeres de mi localidad siempre venía a mi casa a acosarme. A veces se escondían detrás de mi casa para esperar que lleguen más practicantes para acosarnos. Pero nunca encontraron a ningún practicante en mi casa, porque Shifu nos protegía.

Los funcionarios del gobierno local seguían acosándome todos los días e intentaron llevarme a un centro local de lavado de cerebro. Fui al edificio gubernamental para contarles la verdad sobre Falun Gong. Subí las escaleras hasta el quinto piso sin ayuda, y el oficial allí me admiró: “Tienes más de 80 años y no estás cansada, estás tan bien”. Le conté que mi buena salud se debía a que practico Falun Gong. Se quedó sin palabras.

Me gustaba repartir información de Falun Gong en la calle y mercados, y ayudar a la gente a renunciar al PCCh. Visitaba mercados por la mañana y ayudaba a la gente a renunciar al PCCh. Regresaba a casa para escribir sus nombres y tomaba más material, y seguía hablando con otras personas. Algunos me pedían VDC y amuletos de Dafa.

Visitaba verdulerías, carnicerías, pescaderías. Algunos renunciaban al PCCh y estaban muy contentos por eso. “¡Gracias! Ya tienes 80 años y hablas tan bien, hasta me diste un seudónimo”, me decía: “Realmente seré bendecido”.

Les decía que tenían que agradecer a Shifu, porque Shifu nos alentaba a hablar con ellos sobre Falun Gong y la persecución para entender la verdad. Mis familiares tenían miedo por las mentiras que contaba el PCCh. les conté los hechos sobre Falun Gong y cómo el PCCh estaba tratando a la gente. Mi familia creyó firmemente en Dafa.

A veces no comía o bebía por varios días. Mis hijos se preocupaban tanto que querían mandarme al hospital, pero les dije que Shifu me estaba cuidando. Regresaba a la normalidad a la mañana siguiente. Entonces, mi familia apoyaba más a Falun Gong.

Comenzamos nuevamente el estudio del Fa en grupo en 2003 en mi casa, y hemos seguido desde ese día.

Dos oficiales vinieron a mi casa el 18 de marzo de 2016. Me preguntaron si practicaba Falun Gong o no. “Sí”, les respondí. “Tengo 95 años y no he dejado de practicar Falun Gong desde 1996. Cocino mis propias comidas, me lavo mis ropas y mis hijos no tienen que cuidarme”.

Me preguntaron si había demandado a Jiang Zemin el ex dictador del PCCh que lanzó la persecución a Falun Gong. Les dije que sí lo había hecho y que recibí el correo de confirmación tres días después. Seguí hablando con ellos sobre Falun Gong, y al final, ambos levantaron sus pulgares: “¡Siga practicando bien!”, dijeron.