(Minghui.org) Tengo 76 años, y vendo embutidos en un mercado. Debido a que soy una practicante de Falun Gong, tengo cuidado en asegurar la calidad de los embutidos que vendo, y pongo la satisfacción de mis clientes en el lugar más alto.

Cuando mi negocio recién empezó a mejorar, un vendedor vecino contrató a una mujer mayor para ser la vendedora. Ella interfirió conmigo desde el principio. Un día un cliente vino a mi puesto y se tomó mucho tiempo seleccionando un embutido. Cuando estaba listo para pagar, la vendedora de mi vecino sostuvo un embutido en frente de él. Dijo: “No le compres a ella. Cómprame a mí, es mucho mejor”.

El cliente se fue sin comprarle ningún embutido a ninguna de las dos. Le dije: “Realmente causaste problemas. El cliente estaba listo para pagar, e hiciste que se vaya sin comprar nada”.

Esa vendedora incluso esparció rumores acerca de mi con otros vendedores: “¿No sabe ella acaso hacer negocios? ¿Cómo es posible que haga algo de dinero con la balanza tan alta (es decir dando peso extra al cliente)? Yo en cambio, bajo mi balanza bastante (es decir dando menos peso al cliente) y gano bastante dinero”.

Algunos clientes no sabían cómo les habían dado menos de lo que habían pagado. De hecho, una mujer pagó cuatro yuanes por un embutido que solo costaba dos yuanes. Mucha gente volvió para reclamarle, pero ella insistió en que tenía razón e incluso inició peleas con los clientes. Muchos de estos clientes no regresaron.

A pesar que no peleé con ella, estaba muy molesta cuando vi tantos embutidos desperdiciados. Estaba intranquila cada noche cuando me iba a la cama.

Una mañana cuando me desperté, me di cuenta que debía mirar hacia dentro y dejar de lado mis apegos humanos, debía pensar en ella y desearle lo mejor. Si yo era infeliz y resentida cuando veía a todos los clientes comprar sus embutidos, aún era una persona común. No valía la pena llorar y pelear por tan poco dinero.

Cuando lo pensé de esta manera, me sentí bien en mi corazón y una sonrisa apareció en mi rostro.

Llegué al mercado a la mañana siguiente como de costumbre. Cuando un joven vino a comprar embutidos justo cuando acababa de acomodarme, mi oponente se acerco rápidamente con su embutido. Dijo: “Joven, debes comprarme a mí porque el corte es más fino y mejor que el de ella”.

Sonreí cuando me acorde de lo que me había dado cuenta en la mañana. Dije: “Sí, el corte de sus embutidos es más fino que el mío. Está bien si le compras a ella. Todos quieren cortes más finos”. Pero el joven señalo una pieza de embutido que estaba en mi mesa y dijo: “Solo quiero comprarte este embutido”. La otra vendedora se sintió muy avergonzada y se fue.

Después de ese incidente, mi negocio comenzó a florecer. Ahora vendo cincuenta kilos de embutidos en la mañana y otros cincuenta kilos en la tarde. Sin embargo, el negocio de mi vecino ha empeorado, pero los clientes hacen fila para comprarme embutidos. Un día, incluso un pariente de ella me compró embutidos a mí porque ella bajaba la balanza hasta cuando le vendía a su pariente.

Un cliente me dijo: “Señora, usted siempre sonríe. No tengo apetito si no le compro a usted. Y nunca le compro a otros si que usted no esta aquí”.

Shifu dijo:

“Decimos que si frente a un conflicto uno puede dar un paso atrás, se encontrará con un vasto mar y un cielo sin límites; seguramente habrá un escenario diferente”. (Zhuan Falun)

Lo que dijo Shifu es verdad.

Un día vendí más de cien kilos y no tenía mucha mercadería para vender en la tarde. Pero la vendedora vecina no pudo vender ni un pedazo de sus diez kilos de carne. Era muy difícil de satisfacer y le insistió al distribuidor que le dé diez kilos de muy buena carne de cabeza de cerdo, pero no vendió nada de esa carne. Cuando vio que yo casi había vendido los cien kilos que tenía, estaba muy molesta y casi a punto de llorar.

Salió afuera para calmarse y volvió después de un largo tiempo. Me sentía mal por ella, porque todos estamos vendiendo embutidos. Le dije: “Déjame ayudarte a vender tu carne”. Ella alegremente puso toda su carne en mi mesa, y rápidamente la vendí toda y le entregué el dinero. Le dije: “Cuéntalo y avísame si esta bien”.

Cogió el dinero y lo puso directamente en su caja de efectivo. “No necesito contarlo. Confío en ti. Ya no se puede encontrar gente buena como tú”.

Al día siguiente en la mañana me dijo: “No dormí para nada anoche. Pensé sobre lo que había sucedido, y me di cuenta que todo es mi culpa por nuestros asuntos pasados. Voy a seguir tu ejemplo y nunca más voy a engañar a los clientes”.

Le dije: “Ahora tienes razón. Si les das un poco más a los clientes, vas a tener más ganancias al final. Si engañas a los clientes, ¿quién seguiría comprándote?”. Después de eso, su negocio siguió mejorando día a día. Algunas veces ella puede vender hasta treinta y cinco kilos.

Un día un anciano fue a comprarle un poco de carne. Le pagó cincuenta yuanes y se fue sin esperar por su vuelto. Cuando estaba tratando de comprar algo de otro puesto, se dio cuenta que no le habían dado su vuelto. Volvió y mi vecina le dio su vuelto inmediatamente.

Me dijo: “No habría devuelto el dinero en el pasado. Pero cuando pensé en ti, me di cuenta que estaba equivocada. El anciano solo había comprado medio kilo de carne. No hubiera podido tener una buena conciencia si le hubiera cobrado tanto, así que le devolví su cambio”.

Estoy tan contenta de ver cómo ha cambiado. Estoy verdaderamente agradecida que Shifu me ha dado una pista y me hizo recordar. ¡Estoy tan feliz de tener a Shifu!