(Minghui.org) El corazón se le quebró cuando se enteró de la muerte del hijo por las torturas recibidas al negarse a renunciar a su fe en Falun Gong,

La señora Wu Shujie estaba cumpliendo la sentencia por practicar Falun Gong cuando escuchó de la muerte de su único hijo; ocurrida el 17 de junio de 2003, pocas semanas antes de cumplir 24 años.

Tanto la madre soltera de la ciudad de Qiqihar, provincia de Heilongjiang, y su hijo difunto, el señor Wang Weihua, fueron detenidos repetidamente por su fe. En una oportunidad a la mujer la condenaron a un año y medio de trabajo forzado y siete de prisión; en tanto que al joven lo torturaron y asesinaron mientras cumplía cuatro años de arresto.

Wu apenas podía caminar cuando fue liberada en 2010. Ahora, que han transcurrido seis años, está decidida a compartir su sufrimiento y el de su hijo, para que el mundo pueda vislumbrar la implacable persecución a Falun Gong.

Una vida miserable llena de esperanza

La vida de la señora Wu estuvo llena de infortunios. El padre murió cuando tenía 10 años. El esposo abusó de ella y la golpeó, llegando en una oportunidad a quebrarle el brazo. Se divorció cuando el hijo tenía 12 años.

Sufrió muchas enfermedades: migrañas crónicas, artritis y tuberculosis entre otras. Practicar Falun Gong desde 1993 curó sus padecimientos y le trajo alegría. El hijo también comenzó a practicar. Sus vidas estaban llenas de felicidad.

Madre e hijo arrestados y torturados

La brutal persecución destrozó sus vidas felices. Después que comenzó en 1999, fueron a Beijing para expresarse sobre Falun Gong. El 20 de octubre de 1999 los arrestaron y golpearon. Sentenciaron a la mujer a un año y medio de trabajo forzado y al joven lo liberaron.

En diciembre del mismo año el señor Wang fue nuevamente a Beijing y lo arrestaron. Durante la detención la policía lo desvistió, excepto la ropa interior, le vertieron agua helada sobre el cuerpo una docena de veces y lo forzaron a quedarse en la celda con la ventana abierta. Más tarde lo liberaron.

En el campo de trabajo Wanjia, la señora Wu trabajaba desde las 6 a.m. hasta las 9 p.m. todos los días. Las autoridades del lugar la sometieron a un lavado de cerebro para tratar de forzarla a renunciar a la práctica de Falun Gong.

Se negó y la encerraron en confinamiento solitario por dos meses y medio. Los guardias la forzaban a permanecer parada día y noche. La ataron a la silla de hierro y la golpeaban cuando se dormía. Fue liberada el 15 de mayo de 2001.

El hijo fue arrestado otra vez el 8 de enero de 2001 por la policía de Qiqihar, su casa fue saqueada y le confiscaron los efectos personales. Lo golpearon, lo sujetaron a la silla de hierro y le apretaron el escroto.

Hacia fines de 2001, poco después de la liberación de la señora Wu, Wang fue hospitalizado y puesto en libertad bajo fianza para recibir tratamiento médico de emergencia, debido a la situación extrema en que se encontraba como consecuencia de la tortura.

Ambos sentenciados a prisión

Unos meses después de reunirse con el hijo, el 20 de septiembre de 2001, la policía los arrestó a ambos en el domicilio. Esta vez liberaron a señora Wu en marzo de 2002, mientras que el hijo fue condenado en enero de 2002 a cuatro años de prisión y detenido en la prisión Nro. 3 de la ciudad de Harbin.

A principios de 2003 arrestaron a Wu una vez más al visitar a otro practicante en la ciudad de Harbin. Durante la detención, la policía la golpeó, la sujetaron a la silla de hierro y le dieron descargas en las puntas de los dedos con picanas eléctricas. Cuando se desmayaba, los torturadores la revivían con agua fría antes de continuar.

Más tarde la condenaron a siete años de arresto y la llevaron a la prisión de mujeres de la provincia de Heilongjiang el 12 de mayo de 2004. Las autoridades no notificaron su paradero a la hermana y ni  a otros familiares.

La madre se entera de la muerte del hijo un año después

Mientras cumplía la condena, Wu no tenía idea que Wang había sido detenido en la misma ciudad y había muerto en la prisión Nro. 3 de Harbin en junio de 2003. En 2004, un mes después de su traslado a la prisión, se enteró por otro practicante detenido de la muerte del hijo.

Abuso contra la madre en la prisión

En la prisión de mujeres, la encerraron en la "sala de estricta disciplina", la que fue diseñada específicamente para forzar a los practicantes a renunciar a Falun Gong. La golpearon, la sometieron a períodos prolongados a estar de pie y a otros castigos corporales. Por mantenerse firme en su creencia, no le permitieron salir de la celda durante casi seis de los siete años en prisión.

Al momento de ser liberada en 2010, su cabello era gris, había perdido casi todos los dientes y apenas podía caminar sola.

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