(Minghui.org) La anciana madre de una practicante fue arrebatada de las garras de la muerte a través de la práctica de Falun Gong. La practicante cuenta esta historia, así como su propia recuperación milagrosa de enfermedades crónicas.

La dura vida de mi madre

Mi padre falleció a los cuarenta años luego de una larga enfermedad, y mi madre se puso la familia al hombro. Finalmente se quebró por el constante exceso de trabajo y todo tipo de enfermedades, una afección cardíaca grave, artritis reumatoidea, tuberculosis, vasculitis, cirrosis, prolapso uterino, falta de irrigación cerebral, cataratas y cistitis.

En un momento, su condición fue muy crítica, al punto de no poder comer o beber durante nueve días.

La visité un miércoles por la tarde luego del trabajo. Cuando entré en la casa, vi un gran charco de bilis sobre el suelo, y le pregunté si había tomado su medicina.

“No puedo tomar agua, mucho menos la medicina”, dijo con desesperación.

Las lágrimas corrieron sobre mi rostro. “Mamá, solo ten el pensamiento que quieres practicar Falun Gong y el Maestro cuidará de ti”.

Me miró y dijo: “¿De qué estás hablando?”. Me siento mareada y con dificultad puedo abrir los ojos o moverme ¿Cómo podría practicar Falun Gong?”.

Un milagro

Cuando dejé su casa, le pedí ayuda al Maestro. Llegué a mi hogar alrededor de las 2:00 p.m. y comencé los ejercicios de Falun Gong. Al hacer el segundo, nuevamente las lágrimas comenzaron a fluir.

Y le dije al Maestro en mi corazón: “¿Podrías hacer que mi madre esté un poquito mejor para que pueda practicar Falun Gong? Aunque no tenga éxito en su cultivación, por favor, al menos que pueda disfrutar sus últimos años. Sufrió demasiado y nunca fue capaz de gozar de nada en la vida”.

En ese momento mi entendimiento del Fa era bastante superficial, ya que lo había obtenido solo tres meses antes.

Finalicé los ejercicios alrededor de las 3:00 p.m. Después de poner arroz a cocinar, fui a ver qué estaba haciendo. Para mi sorpresa, vi a través de la ventana que estaba sentada en la cama y sonreía.

Comentó que alrededor de las tres en punto comenzó a sentir como si una suave corriente se deslizara a través de todo el cuerpo. El dolor desapareció, y fue capaz de descansar por primera vez en mucho tiempo.

Cuando abrió los ojos, no se sintió mareada. Se sentó, salió de la cama y caminó un poco.

“El Maestro salvó tu vida”, le dije.

Me creyó. Esa tarde comió un gran tazón de arroz y comenzó a hacer los ejercicios. No pudo levantar el brazo derecho, ya que lo tuvo paralizado por más de treinta años.

Luego de dos semanas, lo elevó sobre la cabeza. Dos o tres meses más tarde, su tez se tornó rosada y saludable, y le desaparecieron las arrugas de la cara.

Desde entonces recuperó completamente la salud. Ahora hace los quehaceres domésticos sin problema.

Recuerdo un día de primavera en 2005. Cuando mi madre tenía 79 años, llevó el almuerzo a 16 personas en los campos. Fueron casi seis kilómetros y medio de camino, una proeza inimaginable para ella algunos meses antes.

Mi madre fue salvada nuevamente

En torno a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, Jiang Zemin y sus seguidores detuvieron ilegalmente a muchos practicantes de Falun Gong. La comisaría local y el comité vecinal trataron de averiguar dónde estaba viviendo. Para facilitarme estar lejos del peligro, mis familiares cuidaron de mi madre. Tres días después, de repente, me empezó a lagrimear el ojo derecho, e instintivamente sentí que algo ocurría con ella. Corrí a casa de mi hermano mayor y vi un gran ataúd en el centro del patio.

Se sorprendió al verme y dijo que no me avisó de lo que le había pasado a nuestra madre por miedo a que fuera arrestada. Me contó que se cayó y que estuvo en coma por tres días y noches con goteo intravenoso, el que no ayudó en absoluto.

Me dirigí hacia ella y la llamé. Abrió los ojos y me preguntó si estaba a salvo. Le respondí que estaba bien y la alenté a tener fe en el Maestro y en Dafa. Le dije que no tenga miedo y que se considerara una cultivadora. Luego comencé a leerle los poemas del Maestro.

Poco después, se sentó y se veía mejor. Mi hermano mayor lo encontró inconcebible y me dijo: "¿Cómo es que tan pronto como viniste mamá mejoró?". Le respondí que no era yo, que fue el Maestro quien me guió para venir a despertarla y ayudarla a fortalecer su fe en el Él y en Dafa, fue debido a su compasión sin límites que tal milagro pudo suceder.

Mi propia experiencia

Este año cumpliré 63. Tenía problemas de hígado, vesícula biliar, pulmones, riñones y corazón; dolores de cabeza y baja presión arterial, ciclo menstrual irregular y artritis reumatoidea.

Antes de practicar, intenté todo tipo de tratamiento con poco efecto y caí en una profunda depresión. Probé con algunos falsos qigong e incluso me convertí al budismo.

Nada ayudó.

En 1995 un colega me habló de un funcionario veterano del gobierno que tenía diabetes severa. Uno de sus familiares había asistido a clases de Falun Gong en Harbin, después de lo cual sus enfermedades desaparecieron.

Este funcionario obtuvo una copia de Zhuan Falun y  lo prestó a otros para que lo leyeran. Él y sus parientes vinieron a enseñar los ejercicios y reprodujeron las grabaciones de las conferencias del Fa del Maestro. Muchas personas asistieron y la sala estaba llena.

Como el Maestro mencionó en Zhuan Falun, me quedé dormida mientras las escuchaba. Cuando desperté, me sentí muy bien y llena de energía. Mi mente se había vuelto clara.

Nunca más tuve dolores de cabeza. Todas las otras enfermedades también desaparecieron, y no necesité más medicinas, ni una píldora. Eran mentiras cuando los programas de televisión indicaban que las personas tenían prohibido tomarlas.

Desde que comencé a practicar en 1995, fui una nueva persona. “¡Gracias Maestro, por tu compasiva salvación!”.