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Los pensamientos rectos de un cultivador cambian el resultado

Mar. 23, 2016 |   Por un practicante de Falun Dafa de la provincia de Guangdong, China

(Minghui.org) Hace diez años me detuvieron ilegalmente en un campo de trabajo forzado. Me encerraron en una celda de confinamiento solitario, me ataron a una silla y me dieron descargas con picanas eléctricos.

Los guardias usaron distintos tipos de picanas: largas, cortas, rígidas y articuladas. Las últimas tenían el voltaje más alto y un látigo retráctil. Cuando me azotaban mi cuerpo tendía a rebotar, pero al estar atado a una silla, se volvía rígido.

No tenía miedo y seguía gritando: “¡Falun Dafa es bueno!”. Para hacerme callar, me ponían el látigo en la boca y me daban una descarga eléctrica nuevamente. Tan pronto como lo quitaban, continuaba diciendo en voz alta: “¡Falun Dafa es bueno!”.

Durante mucho tiempo, para torturarme, emplearon diferentes picanas en distintas partes del cuerpo; en las axilas, oídos, cuello, cabeza, brazos y piernas. Volaban chispas por todos lados. La venda que usaron para atarme comenzó a echar humo y casi se incendió. Toda la habitación olía a carne quemada.

En ese tiempo también me alimentaron a la fuerza. El tubo de alimentación causó que la nariz sangrara profusamente. No importaba cuánto me torturaran, mis pensamientos se mantenían firmes: “Preferiría morir antes que rendirme. No cooperaré". Estaba tan extenuado que llegué a pesar menos de 32 kilos.

Después que me liberaron del campo de trabajo forzado, me recuperé muy rápidamente. Aunque los guardias me patearon, apalearon y usaron varios instrumentos de tortura en mí; sané muy bien y sin cicatrices. El Maestro me protegió y me mostró el increíble poder de Dafa.

A través de esta experiencia me di cuenta que los pensamientos rectos de un cultivador son muy importantes, y pueden cambiar el resultado de las cosas.