(Minghui.org) Mi casa fue saqueada por la policía local en diciembre de 2015. La razón era que había presentado una denuncia criminal ante las más altas cortes de China contra Jiang Zemin, ex dictador que lanzó la persecución de Falun Gong.

En ese momento mi esposo estaba en la vivienda; yo, trabajando en un restaurante local. Más tarde él me contó cómo nuestros vecinos me protegieron. Mi práctica de Falun Gong es conocida en nuestra comunidad.

Junto con la policía local y la gente del comité de vecinos, un miembro del personal de la oficina 610, también estuvo presente en el saqueo.

La policía me buscaba, pero yo no me hallaba en mi domicilio, por lo que trataron de llevar a mi esposo. Cuando estaban partiendo se encontraron en la puerta con nuestros vecinos. Uno de ellos les dijo: “Ustedes ignoran a la mala gente y arrestan a la buena. Ella no ha cometido ningún crimen. Solo quiere estar saludable practicando Falun Dafa. ¿Cómo pueden aún considerar saquear su casa y llevar a su marido?”.

Una mujer del comité de vecinos entonces gritó: “¿Quién de ustedes puede garantizar que es inocente?”.

“¡Yo!” respondió otra de unos sesenta años, enfrentándola. “Trabaja duro cada día en un restaurante. Su vida no es fácil. Es solo porque practica Falun Gong que vienen y tratan de arrestarla? Esto es ridículo”.

“Si hay algo cuestionable sobre ella, la haré responsable”, respondió la mujer del comité.

“Seguro”, dijo la señora mayor. “Puedo tomar la responsabilidad”.

Entonces, la otra señora preguntó, “¿En qué restaurante trabaja?”.

“No sé”, respondió. “No se lo diría si lo supiera”.

La mujer se dio vuelta y preguntó a los presentes: “¿Sabe alguno en qué restaurante trabaja? ¿La visitó algún extraño?”.

Los vecinos se mantuvieron en silencio o simplemente dijeron que no sabían.

La pandilla nos dejó solos a mi esposo y a mí.