(Minghui.org) Algo interesante me pasó durante la temporada de cosecha del 2000.

Después de recoger el trigo de los campos y extenderlo para que se seque, hice 48 kilómetros en mi bicicleta para buscar volantes de Falun Dafa y la nueva conferencia del Maestro.

Poco tiempo después de dejar mi casa, el cielo azul se tornó amarillo grisáceo, acompañado por ráfagas de viento y lluvia. Pensé en regresar, pero recordé las palabras de un practicante: “Las pequeñas cosas en la cultivación son mucho más importantes que las grandes cosas en el mundo común”. Por lo que continué mi camino.

Seguí por la carretera y crucé el cauce del río. Luego ascendí por la ladera de la colina hasta la parada del autobús. Llovió durante todo el camino, pero mi ropa se mantuvo seca. Me di cuenta que el Maestro me estaba protegiendo.

Estacioné la bicicleta y subí al micro con destino a la ciudad. Miré en dirección a mi pueblo, y vi que estaba cubierto por gruesas nubes oscuras y fuertes lluvias.

Cuando llegué recogí los folletos y la nueva conferencia de un practicante de la localidad.

En mi camino de regreso a casa, tuve que trasladarme a otro autobús en la terminal. La persecución era muy severa en esa época, y revisaban todos los bolsos de los pasajeros. Yo no sabía sobre enviar fuertes pensamientos rectos en ese entonces, por lo que le pedí al Maestro ayuda y recité: “La luz del fo ilumina todo y hace la moral armoniosa y pura(Zhuan Falun)

Cuando llegué al lugar de registro, la policía estaba en el teléfono o discutiendo con los otros pasajeros. No buscaron en mis bolsos, por lo que subí al autobús de manera segura.

Al bajarme del micro ya no llovía. Tomé mi bicicleta, descendí por la colina y al llegar a la orilla del río, me sorprendí al ver lo que había aumentado su nivel. Tenía unos 15 metros de ancho y el agua fluía rápidamente.

No había nadie a mi alrededor, la ciudad más cercana se encontraba muy lejos. Oscurecía; si regresaba a la carretera principal, debía sumar 16 kilómetros a mi viaje. Estaba ansioso, indefenso y agotado. No podía dejar de llorar.

De repente recordé que el Maestro mencionó en una de sus grabaciones que si nos encontrábamos con dificultades debíamos pedirle ayuda, y esto era también una prueba de fe en Él y en el Fa.

Mantuve juntas mis palmas y le pregunté: “¿Qué debo hacer? ¿Debo seguir adelante o dar la vuelta al río? Seguiré los arreglos del Maestro”.

Entonces escuché una voz que me llamaba. “Eh, ¿tienes miedo de cruzar el río?”. Una mujer y un hombre mayor vinieron hacia mí. “Vamos a cruzar el río por allí, donde el agua es constante”, dijo la mujer. “Él te ayudará con la bicicleta, y nos tomaremos de la mano”.

Los tres juntos cruzamos el río crecido. Cuando llegamos a la otra orilla, tomé mi bicicleta de manos del hombre, la ubiqué sobre el piso y giré para agradecerles, pero ellos habían desaparecido.

Rompí en lágrimas cuando me di cuenta que el Maestro había arreglado que esas personas me ayudaran a cruzarlo. No había palabras que pudieran describir mi gratitud hacia el Maestro en aquel momento. Prometí que sería cada vez más diligente en mi cultivación.

Cuando llegué a casa, encontré que mi vecino había cubierto el trigo para mantenerlo seco, mientras que mi hijo había cenado en casa de un amigo luego de la escuela. ¡Le agradecí al Maestro por hacer los arreglos!

Una experiencia al enviar fuertes pensamientos rectos

Un practicante me llamó en otoño del 2004 y me pidió que fuera a la ciudad. Esa tarde conocí a varios practicantes, y me informaron que sitios de producción de materiales a gran escala habían sido destruidos y muchos practicantes, ilegalmente arrestados.

Nos sentamos en círculo y comenzamos a enviar fuertes pensamientos rectos. Limpiamos nuestro campo y levantamos las palmas. Cuando elevé la mía, en otra dimensión, vi cinco columnas de oficiales y soldados de una dinastía desconocida viniendo hacia mí.

Los soldados de menor rango estaban en el frente, juntos y agitando banderas. Detrás de ellos había algunos golpeando tambores y gongs, y detrás, otros con lanzas y escudos. Al fondo, algunos con picos y sobre caballos dirigiendo las tropas. Se sentía como estar viendo una película, pero yo no sabía qué estaba pasando.

Recordé que estaba enviando fuertes pensamientos rectos, y traté de eliminar los malos elementos. Normalmente uso pequeños cuchillos como herramienta de mi Fa, entonces mandé un número incontable de éstos y me liberé de muchos soldados.

En el momento que comenzaba a relajarme, vino otra tropa. Sus uniformes eran diferentes, de otra dinastía. Rápidamente también los deshice, pero aparecieron más. Finalmente todos fueron eliminados.

Al final, usé un cierto tipo de poder sobrenatural para limpiar el campo de batalla. El proceso de eliminación estremeció mi corazón.

Cuando sentía que mis pensamientos rectos eran demasiado débiles,  pedía ayuda al Maestro, y mi campo de energía se fortalecía al instante. El Maestro es omnipresente y omnipotente.

A menudo estudiaba y recitaba el Fa en el período de la persecución. Algunas veces estaba completamente inmerso en los libros de Dafa, y había dos ojos gigantescos entre las filas de caracteres chinos, enviando mensajes dentro de mi mente. Fue realmente una experiencia fuera de este mundo.