(Minghui.org) A una mujer que le habían dado solo tres meses de vida, hoy tiene 90 años y está saludable. Su creencia en Falun Dafa le salvó la vida y la de su hijo. El siguiente escrito es el relato de su encuentro con Falun Dafa.

Tres meses de vida

Cuando tenía 30 años, me fracturé el brazo derecho en el trabajo. Los médicos me insertaron una placa para repararlo.

Luego de eso, fui incapaz de estirarlo o levantar una mínima cantidad de peso. Más tarde contraje severos problemas de corazón, hipertensión y la enfermedad del pulmón negro. A los 70 años me diagnosticaron cáncer de útero, de ovario y de hígado.

El médico dijo que tenía tres meses de vida y que debía preparar mi funeral, pero mis hijos no se dieron por vencidos. Me llevaron a un hospital muy costoso y me trataron con diferentes terapias y remedios caseros.

Mi cuarta hija me dijo que solo Falun Gong podía salvarme. Desistí y le dije: “Si es bueno, entonces practícalo tú. Ya es muy tarde para mí”.

Esa misma noche tuve un sueño en el que el Maestro Li, el fundador de Falun Dafa, ayudó a limpiar mi cuerpo y me dio unas palmaditas en la espalda mientras meditaba.

Al día siguiente, después de despertar, fui capaz de sentarme. Esto solía ser imposible para mí porque la acumulación de fluidos extendía mi abdomen. ¡Rápidamente hice venir a mi cuarta hija y le dije que quería practicar Falun Gong!

El cáncer desaparece

En ese momento como no podía mantenerme parada por mis propios medios, sólo aprendí la meditación sentada. Medité y escuché las lecciones del Maestro todos los días. El fluido se disipó gradualmente y pude caminar otra vez. Mi energía retornó. Todo esto pasó dentro de los siete días que comencé a practicar.

Mis otros hijos que no eran practicantes vieron que recuperé la salud y lo tomaron como que era una mejoría temporal antes de la muerte. Me llevaron de viaje a lugares famosos, deseando pasar un buen tiempo conmigo. Cuando se dieron cuenta que estaba verdaderamente mejor, comenzaron a ver en Falun Dafa una nueva luz.

En los próximos meses, continué teniendo severas heces sanguinolentas. Mis hijos no practicantes insistían en que fuera al hospital para un chequeo. Los resultados de los exámenes los conmocionaron. Ya no tenía cáncer. Fue solo entonces que creyeron lo que dije sobre el Maestro, que me estaba ayudando a eliminar mis enfermedades y mi yeli.

Más enfermedades desaparecen

Un año después en un día de invierno, tuve fiebre alta con sudor goteando sobre mi cara. Mi familia trató de llevarme nuevamente al hospital. Me negué y le dije que no era una enfermedad, que el Maestro estaba limpiando mi cuerpo y que pronto estaría bien.

Algunos días más tarde, mis problemas de corazón y de hipertensión se habían ido. Gradualmente, mi enfermedad del pulmón negro desapareció sin que me diera cuenta. Para ese entonces estaba libre de enfermedades. Además de todo eso, podía enderezar mi brazo derecho otra vez. ¡Una radiografía mostró que la placa que me habían colocado ya no estaba allí! Después de eso, mis hijos no practicantes no tenían más dudas sobre el poder curativo de Falun Dafa.

Cuando tenía 80 años, trabajando en la granja me torcí el tobillo izquierdo y me caí. Éste quedó doblado perpendicularmente a mi pantorrilla. No pensé demasiado en ello, lo doblé hacia atrás y la inflamación duró solo una semana.

Debido a la persecución de Falun Gong la policía arrestó a mi cuarta hija en 2007. Yo estaba tan traumatizada de miedo por su vida que mi salud se deterioró. Perdí el conocimiento y mis hijos me llevaron al hospital.

Me hicieron una serie de exámenes. El médico dijo que tenía síntomas tempranos de parálisis y de Alzheimer. Desperté medio día después y les dije a mis hijos que me llevaran a casa. Todos los días escuché las lecciones del Maestro y leí los tres libros de Hong Yin, y algunos días después, había vuelto a la normalidad.

Mi hijo menor tuvo hemorragia cerebral a comienzos de este año y su condición era crítica. Estaba preocupada y noté que mi salud empeoraba nuevamente. Entonces me dije que el Maestro tenía todo bajo control y que no debía preocuparme. Modifiqué la mentalidad y mi salud mejoró.

Mis otros hijos y yo enviamos pensamientos rectos todos los días, pidiendo a Shifu que salve su vida. Dos semanas más tarde lentamente recuperó la conciencia.

Ahora tengo 93 años y estoy sana y salva. Mis hijos también están bien. No podría estar más agradecida por lo que el Maestro ha hecho por mí.