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Perseverar en el camino

Dic. 4, 2016 |   Por un practicante de Polonia, presentada en el Fahui de Europa 2016

(Minghui.org) ¡Estimado Maestro! ¡Estimados practicantes!

Desearía intercambiar mis pensamientos en relación con una actividad en particular del camino de la cultivación. Desearía intercambiar sobre Hong Fa. Una actividad que coordino en varias ciudades de Polonia.

Hace ocho años que obtuve el Fa. Desde hace cinco, empezamos a hacer con regularidad cada mes actividades de Hong Fa. Comprendimos que clarificar la verdad y hablar con la gente cara a cara es la tarea más básica e importante para los practicantes de Dafa.

Una vez, miré el mapa de Polonia y sentí pena porque había muchas ciudades y mucha gente muy alejadas de nosotros que estaban esperando la salvación. Con frecuencia, reflexionaba sobre el asunto de cómo equilibrar entre el sentimiento de que nuestro entendimiento individual crece basado en el Fa para que cada practicante pueda transitar su propio camino y lo necesario que es que cada practicante coopere y sobre la coordinación durante las actividades grupales.

Durante mucho tiempo no he sido capaz de comprender, si todos hemos obtenido el mismo Fa, ¿por qué cuando hacemos Hong Fa no somos un grupo más grande? ¿Por qué los practicantes no me apoyan? ¿Por qué algunos están tan ocupados con sus asuntos domésticos? ¿Por qué algunos no pueden reservarse este día? Me tomó mucho tiempo superar esta fase de críticas y quejas, hasta obtener más comprensión hacia los demás, y poder despojarme de mis prejuicios.

Antes de cada Hong Fa, tengo que encontrar la localización apropiada para nuestro evento, buscar ofertas de alojamiento y planearlo todo aún sin saber siquiera cuantos practicantes participarán al final. No tengo automóvil, así que tengo que ir en bus o en tren; también tengo que animar e informar a los demás, tengo que ponérselo fácil para que se decidan. Para los asuntos oficiales: siempre envío un preaviso por correo postal al alcalde de la ciudad con toda la notificación propia del Hong Fa, con materiales sobre Falun Gong y la persecución; y con el formulario de la petición. Incluso tengo que encontrar y tomar nota de los nombres de todos los funcionarios importantes de esa ciudad y de esa región, luego imprimo personalmente las cartas con su dirección, y junto con los materiales que explican la verdad, los ensobro.

Durante el día o los dos días de estancia en la ciudad, es bueno usar diferentes formas para salvar seres conscientes. Antes del Hong Fa, si han cambiado las autoridades que ocupan los cargos públicos, con frecuencia, necesitamos repartirles cerca de una docena más de lotes de materiales que explican los hechos. Si el lugar es muy remoto, es mejor llegar un día antes para repartir los sobres por la mañana, antes de que los demás practicantes lleguen desde la zona centro de Polonia. Para mí, esas horas de la mañana antes de que empecemos Hong Fa, son muy caóticas, porque intercambiamos simultáneamente mensajes y llamadas de teléfono. Me resulta difícil mantener la calma y visitar las oficinas sin que eso me tome más tiempo del que he planeado. En esos momentos, me paro en frente de la puerta de la siguiente secretaría que tengo que visitar, e intento recuperar el equilibrio y reforzar los pensamientos rectos antes de entrar. En una de las ciudades, empecé a usar este método con otro practicante, y encontrábamos que las puertas estaban completamente abiertas cuando llegábamos, y que las cerraban en cuanto nos marchábamos.

Cuando voy a hacer Hong Fa, también preparo docenas de sobres con folletos e información sobre Falun Dafa para entregar a toda la gente que voy encontrando, lo que abriría un diálogo sobre si es la meta, o el proceso hasta llegar a la meta, lo que importa. Dar información en un sobre no es lo mismo que dar un folleto, como yo lo veo da la impresión de ser algo más privado, despierta la curiosidad y permite que la gente se tome un momento para pensar antes de rechazártelo. Los llevo conmigo en todo momento del día, por esta misma razón. Cuando alguien inesperadamente se me acerca y me habla de algo le doy uno. Hace poco, volvía en el tren de hacer Hong Fa, llevaba un “roll-up” (pancarta enrollable) en mal estado, y golpeé con él en la cabeza a una de las personas que se sentaba al lado. Le pedí perdón y esperando que me hubiera perdonado, le entregué un sobre.

Tengo que reflexionar todavía sobre muchas cosas y hay problemas que tengo que resolver. Cuando no encuentro a ningún practicante que pueda transportar las cosas en automóvil, es bueno recordar dónde se encuentra todo lo necesario y organizar el transporte para que la acción sea lo más efectiva posible, y muy especialmente cuando viajamos desde diferentes ciudades. Después de la acción, no debo olvidar: llevarme la batería del reproductor de música, ni la cinta adhesiva para atar los roll-ups, o las copias de los informes sobre la sustracción forzada, comprobar si tenemos suficientes pósteres y peticiones para la siguiente actividad, si hay toallas en las habitaciones, cocinar, servir tazas de té, consultar el pronóstico del tiempo. Y no olvidar pedirle a otro practicante, llegado el momento, que nos envíe otro paquete de folletos a nuestra dirección de esa ciudad.

Mientras preparamos cosas para el Hong Fa, debería acabar una cosa antes de saltar y empezar con otra. Tanto si empaqueto los materiales como si empaqueto mis artículos personales para el viaje, tengo el hábito de saltar de hacer una cosa a otra, aunque al final lo termino de hacer todo. Esta forma de hacer las cosas me genera cierta ansiedad, porque con frecuencia no dispongo del tiempo necesario que requiere esa forma de actuar. Espero que aquellos que me observan desde arriba tengan además en su Shan el suficiente buen humor. Esto no significa que no me sienta avergonzada.

En Zakopane, el complejo vacacional más concurrido de Polonia situado en una montaña, hicimos Hong Fa desde la Navidad hasta la Nochevieja, y lo terminamos justo antes de la celebración de Año Nuevo. Recuerdo que nos fue difícil encontrar alojamiento, porque son muchos los que descansaban durante estas fechas. Acabamos la actividad esa tarde, empaquetamos las cosas y comimos la comida que nos quedaba. Miré a la multitud de transeúntes deambulando a lo largo de las calles iluminadas, ilusionados por la euforia de dar la bienvenida al nuevo año. Los restaurantes y las tiendas bullían de agitación. Junto a los demás practicantes abandoné este lugar donde nada nos retenía. En contraste con la atmósfera de Nochevieja que se palpaba, nunca antes había sentido tal indiferencia, ni tal distancia emocional con respecto a la realidad que me rodeaba. Entonces, comprendí en su totalidad que mantener la fe en Dafa es el camino que debemos seguir los practicantes.

Este año, por primera vez surgió la idea de participar en el “Festival de Woodstock” en Küstrin. Eso estaba en la otra punta de Polonia. Allí se reúnen 500 mil personas, algunos días del verano. Me ayudó a tomar esta decisión haber coincidido con el organizador principal de este evento algunos años antes en Cracovia, era una persona ampliamente reconocida en Polonia. Le di un folleto de Falun Dafa en la inauguración de una exposición, y se tomó el tiempo necesario hasta que terminó de leérselo. A la mayoría de nosotros nos parecía que estos festivales eran eventos demoníacos y algunos practicantes incluso pensaban que no sería apropiado hablar en ellos de Falun Dafa. Pero repitiendo las palabras del Maestro del vídeo a los practicantes de Australia, si mi memoria no falla: “Debemos salvar a la gente de las llamas, no solo a los que son más fáciles de salvar porque están en el agua” [N. de. T: no son palabras textuales]. Solo el cómo ir hasta allí y cómo transportar todas las cosas, ya era un gran reto. Decidí ir con una practicante china que transportó una gran tienda de campaña amarilla a pesar de la distancia. Al llegar, quedé impresionada por el número de jóvenes que habían asistido, casi todos eran de la misma edad, era gente que busca un mundo mejor, otras tierras, gente abierta, que no se identifica con la realidad que les rodea. Creo que nos estaban esperando. Después de llegar allí lo vi claro, todas las dificultades y los letreros desagradables estaban dispuestos para que desistiéramos incluso antes de llegar. En ningún otro sitio nos había ocurrido que desde el primer momento, todos extendieran sus manos para recibir los folletos. Estoy pasando por alto en este intercambio los datos numéricos, pero permítanme mencionarles que durante nuestra estancia en el “Festival de Woodstock” distribuimos al menos 8.000 folletos. No teníamos tiempo ni para ir a comer, y por las noches nos era muy difícil dar la actividad por finalizada. Volveríamos seguro al día siguiente e intentaríamos hacerlo todavía mejor.

Parte de mi trabajo es coordinar también la participación en las ferias de la salud de “Katowice”, que se celebran dos veces al año. Es el evento más grande de este tipo en Polonia. La gente se apiña aquí buscando, o interesados por lo espiritual, a menudo con altos entendimientos, hay personas con las cuales puedes hablar sin temor en un nivel elevado. Los encuentro muy similares a mí antes de que empezara la cultivación. Este grupo de personas, según mi entendimiento, debe aprender Dafa. Lo que siempre hago es intentar, durante las discusiones, no argumentar en contra de los puntos de vista y los conocimientos de los demás, solo enfatizo algunos puntos que les puedan resultar familiares, explicando Falun Dafa tanto como sea posible. Allí vendemos la mayor parte de los ejemplares de Zhuan Falun, es uno de los lugares donde más reconocimiento obtenemos. Siempre intento quedarme hasta que se clausura la feria. El último día, nos visitaron algunos de los otros expositores porque había poco movimiento de visitantes, y aproveché la ocasión para hablarles y animarles a que firmaran la petición.

Una vez se me presentó la posibilidad de presentar allí Dafa en una sala que podía albergar a unas mil personas. Durante la feria varias autoridades daban allí diferentes conferencias sobre medicina alternativa. Para mí, esto fue un encargo extraordinario. Cuando llegamos a la sala el día señalado, el grupo de practicantes se sentaron juntos y estuvieron durante todo el tiempo enviando pensamientos rectos, realizando la postura de manos, para purificar al público de la audiencia. Otro practicante y yo tomamos asiento en el escenario para hacer la presentación. Estaba tranquila y con mucha confianza, lo cual raramente me sucede en tales ocasiones. Algo le pasaba a los equipos de sonido, a veces el micrófono no quería funcionar (alguien comentó después, que esto que hacíamos debía ser algo muy bueno si intentaban interferirnos). Tampoco era consciente de que el reloj de mi ordenador tenía una hora diferente de la que era en realidad, así que el tiempo para realizar nuestra presentación se me había acabado sin saberlo. Fuera de tiempo, aún cuando las diapositivas se habían negado completamente a obedecerme acabé la presentación. Entonces, nos las arreglamos para mostrar los ejercicios rápidamente bajo la luz de los focos del techo. Abandoné el escenario con tranquilidad, aunque sabía que esto podía haber salido mejor, en definitiva, conseguimos que mucha gente nos viera. Después, al regresar a la casa de una practicante, inesperadamente, me criticaron con dureza, me expresaron que todo esto había sido un fracaso. Todos los practicantes se fueron a dormir pero yo no conseguí quedarme dormida hasta pasada la media noche. Me dije: ¿cómo pueden tratarme así? ¡Qué desagradecidos son! ¿Qué debo hacer? Seguro que si no me ocupaba de organizar este evento, nadie se encargaría. Con la actitud de que esto no estaba saliendo tan bien como debería, empecé el día siguiente repartiendo folletos en la entrada, y la gente después de reconocerme, me decía: “Sí, te vimos ayer, fue impresionante”. Me conmovió y agradecí la misericordia del Maestro, porque me está apoyando y cuidando continuamente.

Precisamente ahora, estamos tomando parte en estas ferias de la salud, y estamos hablando de ponernos cerca de la entrada a recolectar firmas para la petición. Ahora, también podemos hacerlo en nuestra caseta. En la planta superior donde estamos, no pasa tanta gente como en la planta baja, así que este era un problema que teníamos que resolver. No me era posible contactar con la organizadora en persona, así que decidí enviarle un mensaje de texto. Decidí que ella era consciente de muchas cosas, y que tenía que contarle la verdad. Pero ahora era el teléfono el que no quería enviar el mensaje. Al día siguiente, en la inauguración oficial de la feria, me acerqué a ella por fin y le expliqué brevemente el contenido del mensaje, que era algo así: “Señora presidenta, hacemos esfuerzos desesperados e inauditos por salvar aún a unas pocas personas. Cuando llegue el gran desastre no habrá tiempo para preguntarles si pueden distinguir el bien del mal...” A esto, ella respondió: “Si quieren, pueden recolectar firmas”.

Intento, tanto como me es posible, unirme a las actividades de Hong Fa. A veces, pierdo la voz después de algunas horas animando a la gente para que tome los folletos, mi habilidad para conducir las conversaciones disminuye, y voy utilizando cada vez frases más cortas. A pesar de que tenemos el roll-up desplegado, a menudo los transeúntes enfocan su atención en leer las fichas amarillas de las peticiones de las carpetas. Dicen en polaco, inglés y alemán: “Le animamos a que firme la petición para poner fin al genocidio contra Falun Gong”. Y después pasan a la petición de DAFOH, que dice: “Petición a las Naciones Unidas contra la sustracción masiva de órganos a practicantes de Falun Gong en China”. Después, se me paran en frente esperando que les explique más cosas. Entonces, mientras les hablo, les miro profundamente a los ojos. En cuanto les menciono las palabras: “Verdad-Benevolencia-Tolerancia”, casi todos asienten conformes. Cuando alguien me pregunta a qué organización represento, respondo que soy un practicante de Falun Gong y actúo para beneficiar directamente a los que están siendo perseguidos en China, para ayudarlos. Cuando la gente levanta sus cabezas después de firmar, puede soltar algún comentario inusual o puede que aparezca una sonrisa en su rostro. Solo los practicantes pueden notar la profundidad de lo que eso significa. Un practicante con su tercer ojo abierto mencionó que la gente después de firmar la petición hecha a volar con otro cuerpo. A veces, al final les doy las gracias por firmar, y les deseo que nos volvamos a encontrar en un mundo mejor.

Hay un método que no cambio al dar folletos, que es cruzar la mirada con la gente que pasa, así tienes la esperanza que alguno tomará un folleto, algunos reducen la velocidad y se paran. También hay que prestar atención a los que se paran a cierta distancia y casi correr hasta alcanzarlos. Si invertimos algún esfuerzo para desplazarnos a algún lugar lejano, es bueno no pasar por alto ni siquiera a una persona. Últimamente, las monjas también nos paran con más frecuencia. Tienen prejuicios sobre la meditación, dicen que es algo peligroso, porque las personas pierden la conciencia durante la meditación. Les explico que en Falun Dafa se dice que es necesario mantenerse siempre consciente. Antes me incomodaba un poco decir a los religiosos que soy una practicante, por temor a que se asustaran y se alejaran. Ahora lo digo abiertamente, lo aceptan y firman la petición.

Intento identificar las nacionalidades por las caras y por el habla, especialmente en las ciudades turísticas, cuando pasan por nuestro lado, para saber si son polacos o vienen de otro país, y así darles el folleto en su idioma, porque ellos no siempre contestan cuando les insto a que tomen uno en inglés. Tenemos docenas de tipos de folletos y la gente que viene de lugares lejanos aprecia y agradece que el folleto de Falun Dafa esté en su propio idioma.

Durante nuestras actividades, cuando va creciendo la fuerza del campo recto, dentro de mí se disuelve la sensación de desunión con el mundo que me rodea, se incrementa la aprobación que siento hacia cada uno de los transeúntes, tanto si pasan indiferentes, como si se paran. A veces en las calles peatonales más concurridas, nuestros pósteres, los roll-ups, y la mesa se parecen a barcos que flotan en medio de la corriente. Parece como si los transeúntes pasaran a cámara lenta siguiendo el ritmo de la música de Pudu. A menudo, me es difícil resistirme al sentimiento de gratitud y me siento conmovida de que el Maestro nos haya ayudado una vez más a reunir el número adecuado de practicantes para organizar esta actividad. El número necesario para que juntos ejecutemos nuestro trabajo en algún lugar. Al mismo tiempo cada uno de nosotros está dando lo mejor que puede dar.

No siento fatiga física durante las muchas horas de las actividades, aunque hubo un tiempo en el que después de tres o cuatro horas me aparecía una especie de desánimo que iba en aumento, como si fueran náuseas por causas que desconocía, a menos que fueran una reacción al dolor que me causaba sostener dos carpetas con las peticiones y folletos en una mano. Pero esto ya es historia. Un momento difícil es llegar a casa después de volver de alguna actividad, y tengo que superar con tranquilidad, una y otra vez, el último tramo de las escaleras cargada con todo el peso de los materiales. Ahí es cuando estoy cerca de alcanzar el punto crítico.

Mi misericordioso Maestro arregló para mí el camino de mi vida con un trabajo común que puedo sobrellevar, al sentarme en mi mesa el lunes, aunque todavía esté algo distraída después de las actividades del fin de semana. Recuerdo que un año antes de que recibiera el Fa, uno de mis jefes dijo que no me renovarían el contrato. A pesar del hecho de que de pronto me redujeron las horas y el sueldo a la mitad, nunca sentí esto como si fuera una amenaza o con incertidumbre sobre el futuro. Paseaba por la ciudad con una sensación de alivio, de que no tendría que trabajar allí por mucho tiempo más, sin ningún rastro de temor, con una imperturbable certeza de que no sabía qué me esperaba, pero tratándolo de forma correcta. A mi otro jefe le sorprendió que no reclamara para que me devolvieran la jornada completa. Como lo entiendo ahora, necesitaba un cambio, más paz en mi interior, abandonar esa rutina y más espacio a mi alrededor. Nuestro misericordioso Maestro ya estaba observándome en aquel entonces, y estaba preparándome para que asumiera las tareas de un Dafa dizi. Algunos meses después, surgieron otras posibilidades laborales, porque empecé a trabajar también con cosas que conocía con exactitud y que eran excelentes, esto es lo que más me fascinaba desde hacía años. Soy historiadora del arte y mi segunda naturaleza desde que era joven había sido coleccionar cosas. Los artículos que había coleccionado encajaban bastante con lo que frecuentemente necesitaban las diferentes instituciones de Polonia. Pero esto no era para mí una fuente de ingresos, más bien me proporcionaba satisfacción y era más como una recompensa por los gastos que había tenido que realizar. Entonces, cuando alguien de algún museo me pedía que cooperáramos (para que les creara una colección), para mí era como un regalo caído del cielo. Todo lo que les ofrecía lo compraban sin preguntar. Un tipo de cooperación como ésta, no tiene precedentes, solo existe en los museos de Polonia. Sería el sueño de cualquier anticuario de vocación: Que una institución, sin ninguna reserva, apreciara tu juicio y tus capacidades.

¿Era este trabajo un apego? Al principio sí, el Maestro consideró esto. Me empecé a hacer esta pregunta cada vez con más frecuencia, mientras veía que acababa absorbiéndome. Era una prueba difícil de equilibrar, pero entendía por las palabras del Maestro, que al ser mi trabajo en ese momento, debía intentar hacerlo lo mejor posible.

El dinero no lo destinaba solo a mis propias necesidades, sino que lo gastaba en todo lo relacionado con los preparativos para hacer Hong Fa, sin pensarlo dos veces. De otro modo, no se hubieran podido llevar a cabo las actividades. Parecía, también, que si hubiera trabajado a jornada completa tampoco me hubiera sido posible compaginarlo todo. Solía estar triste debido a mi naturaleza, siempre buscaba la perfección en todo lo que realizaba, aunque quizás era algo que estaba logrando cambiar. Las diferentes actividades me requieren mucho más tiempo que a la mayoría de los compañeros, por eso, esos días que parecen como días libres, siento una sensación especialmente fuerte como si todo se parara para hacer un intermedio. Esos días, son una clase de prueba para mi cultivación, ya que me ofrecían la posibilidad de parar y observarme mejor, observar mis pensamientos, hacerme preguntas sobre qué significan para mí realmente las actividades que realizo.

Ya no tengo ese trabajo y tampoco voy a tiendas de anticuarios, porque solo mirar no me hace feliz, y ya no necesito ninguna de esas cosas. Miro con indiferencia lo que he abandonado, sin apegos. Sé que si necesito algún dinero para cubrir mis diferentes necesidades y para las acciones, el Maestro me ofrecerá la posibilidad de que venda alguna de estas cosas, pero preferiblemente sacando menos que más.

A lo largo de los años, no obstante, compré algo para nosotros. Una pieza de antiguo tejido chino. La coloqué, y probablemente no era por una coincidencia, en un determinado lugar de mi apartamento, la colgué de los estantes donde tenía mis libros favoritos, la literatura clásica que coleccionaba desde mi juventud. Este objeto chino, con el cual sentía cierta familiaridad, se volvió un obstáculo natural que me separaba de recibir los sentimientos que me proporcionaban las largas lecturas de esos libros.

Incluso antes de colgar ese antiguo tejido a modo de cortina, tapando los libros, había empezado a reflexionar sobre la idea de que necesitaba hacer algo con ellos. Unos meses después, casi no me quedaba ninguno de esos libros, porque algunos jóvenes los habían ido tomando para completar sus propias librerías.

En Polonia decimos: ¿Por qué simplemente no vas a por ello? Y esto según mi entendimiento se traduce en que en las circunstancias de la vida común, cada practicante tiene que dar un paso más, uno más, dar un pequeño paso hacia delante. En Occidente, transitar el camino de cultivación no va acompañado del sufrimiento que los Dafa dizi tienen que padecer en China continental, ni de la posibilidad de perder la vida. Como dijo el Maestro, si la Ley Buda es infinita y la cultivación no tiene límites, ¿no es eso lo mismo que decir que puedes intentar dar un pequeño paso, y luego otro y luego otro más?

Para finalizar, permítanme citar unas líneas del Maestro de Hong Yin (II):

Flores de ciruelo

Escrito al estilo de la poesía lírica de la dinastía Yuan

"Como el puro loto en el mundo fangoso –millones y billones de ciruelos florecen

En el viento gélido, luce más encantador

Día tras día, nieve y lluvia –lágrimas de dioses y de fo

Anhelando por el regreso de las flores de ciruelo

No se pierdan en los apegos mundanos

Sean firmes en los pensamientos rectos

Desde la antigüedad al presente

Es sólo para esta vez"

¡Gracias Maestro!

¡Gracias practicantes!

(Presentada en la Conferencia de Intercambio de Experiencias de Europa 2016)