(Minghui.org) Un director de seguridad política a cargo de reprimir a los practicantes de Falun Gong en su jurisdicción insistió charlar con un amigo mío.

El director le dijo que no podía dormir bien y se sentía estresado. Comentó que había leído algunos libros de Falun Gong, y también se preguntaba si estaba siendo castigado por lo que había hecho previamente.

"Luego de hablar con mis colegas", dijo: "Descubrí que muchos de ellos tenían los mismos síntomas". Mi amigo le urgió a dejar de participar en la persecución.

"Pero necesito el trabajo", dijo. "Tal vez pediré que me transfieran".

Otro practicante me contó sobre una situación similar.

Esta practicante había sido arrestada una docena de veces. El capitán de la división de seguridad nacional en su área perseguía a Falun Gong agresivamente. Su nombre se encontraba entre los más crueles perseguidores en el sitio web Minghui.

Una vez dijo: "Yo les persigo, y no me preocupo en absoluto sobre ser castigado por los cielos".

Pero recientemente el capitan parecía tener un punto de vista distinto. Le dijo al esposo de la practicante: "Voy a renunciar. ¿Por qué no vienes a mi oficina y recuperas el dinero que le cobramos como multa a tu esposa?".

Antes sin importar cuántos practicantes hablaran con él o le escribieran sobre Falun Gong y la persecución, él no se daba por vencido. Pero ahora ha cambiado.

Además, más policías han dejado de participar en la persecución. En otro caso, dos practicantes ancianas fueron a una aldea a 50 kilómetros de sus casas para contarle a la gente sobre Falun Gong. La policía las arrestó pero las liberó ese mismo día.