(Minghui.org) En la convocatoria de Minghui para el 13.er Fahui de China, se nos pidió expresamente que evitáramos usar los artículos de Minghui para validarnos.

Empecé a pensar seriamente sobre este tema, miré dentro y encontré varias situaciones en las que me estaba validando.

Defendiéndome

Una vez le pedí a un compañero practicante que me señalara mis brechas.

“Tienes un ego realmente grande”, me dijo: “Nadie se atreve a criticarte. Si lo hacen, te enfureces terriblemente”.

“¿Podrías darme un ejemplo, por favor?”, le repuse con calma.

“Por ejemplo, cuando debatimos en base al Fa, tus intercambios no tienen mucho sentido. A veces, empiezas con un entendimiento correcto, pero después te desvías hacia cosas equivocadas o negativas, haciendo que la gente se extravíe”.

No pude resistir más y empecé a defenderme: “No soy importante, así que nadie me presta demasiada atención cuando intercambio. ¿Se puede entender el Fa fácilmente? ¿No se requiere un proceso para que la gente llegue a iluminarse? No puedes entender mis intercambios porque no tienes la paciencia suficiente, o porque no has cultivado tu xinxing lo suficientemente alto”.

Alardeando

La mentalidad de ostentación puede ocultarse de muchas maneras. Por ejemplo, cuando intercambio sobre mantener pensamientos y acciones rectas, con frecuencia, presumo sin querer.

Cuando me detuvieron, me negué a escribir cualquier tipo de declaración que denunciara a Falun Dafa. Entonces, un día, una practicante me dijo que las funcionarias habían decidido enviarme a algunas ex practicantes que habían sucumbido bajo la presión para que me “ayudaran”.

Lo primero que pensé: “Lo que ellas han llegado a comprender está equivocado. Debo rechazarlas”.

Después pensé: “Esto no es correcto. Debo reconsiderarlo y hacer bien las cosas porque todas estas tribulaciones han sido arregladas por las viejas fuerzas. Debo rechazar completamente los arreglos de las viejas fuerzas”.

Entonces tuve un pensamiento firme: “Estos factores malvados ni siquiera son dignos de escucharme, no deberían ni siquiera tomar contacto con mi campo”.

Las ex practicantes jamás vinieron.

Con frecuencia, usaba este ejemplo para decirles a otros practicantes como tenían que rechazar completamente los arreglos de las viejas fuerzas, pero no obtenía ninguna respuesta de ellos. Ahora veo que había una fuerte mentalidad de ostentación detrás de mi intercambio.

Racionalizando un ego demasiado inflado

Organicé un encuentro para intercambiar en base al Fa, y animar a los practicantes para que presentaran su querella contra Jiang Zemin, el ex líder del partido comunista chino que lanzó la persecución contra Falun Dafa.

Una practicante se quedó dormida durante el intercambio y no la desperté ni aún después de que se acabó.

Otro practicante me dijo: “¿Puedes despertarla y decirle que tiene que volver a casa?”

En realidad, era una sugerencia del Maestro para que yo le mostrara que el camino para volver a su hogar original era a través de la cultivación. Pero no me iluminé a eso, a causa de mi propio ego.

No la desperté y simplemente me marché a mi casa.

Aunque parecía calmada, racionalizaba para mí: “Mi intención fue buena, no pretendía validarme. Además, ella es muy presumida y siempre nos mira con desdén”.

Qing

Cuando fuimos a la boda de mi hijastra en agosto, me mareé en el automóvil. Como mi marido me ignoró, se lo conté a su ex mujer, la madre de mi hijastra.

Cuando llegamos a casa, la tomé con él: “Me casé contigo cuando atravesabas tu peor momento. Me prometiste que me cuidarías. Una promesa vacía, ahora puedo verlo con claridad. Hago todas las tareas del hogar mientras tu solo juegas a vídeo juegos y lees novelas. Además, he gastado mucho dinero en tu hija. ¿Por qué no me demuestras algo de gratitud?”

Me di cuenta de que mi corazón estaba agitado y ansioso. En mi estudio del Fa en grupo, leí: “El qing es algo entre la gente común; la gente común vive simplemente por el qing” ( Zhuan Falun ). ¡Entendírápidamente que estaba apegada al qing y que tenía que deshacerme de él!

Mirando dentro, observé que para evitar validarme, debía hacerme algunas preguntas antes de hablar o hacer cualquier cosa: “¿Para qué lo hago? ¿Podrá aceptar la gente lo que digo o hago? ¿Tengo algún propósito oculto?”

Si existiéramos verdaderamente para los demás, no nos impondríamos a los demás ni nos defenderíamos. Entonces seríamos abiertos y honestos, y habríamos dejado de validarnos.