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Mi esposo preguntó: “¿Cómo es posible que hayas cambiado tanto?”

Nov. 3, 2016 |   Por una practicante de Falun Dafa de Mongolia Interior

(Minghui.org) Soy una practicante de Falun Dafa de 57 años de la campiña de Mongolia Interior. Mi esposo trabaja fuera del pueblo y no es practicante.

Mi marido ha estado profundamente influenciado por el partido comunista chino (PCCh) y su ideología ateísta. En el pasado, cuando le hablaba sobre Falun Dafa, siempre objetaba lo que decía y elegía creer las mentiras y la propaganda difundida por los medios estatales de China.

Siempre recibía quejas de su parte, y a menudo decía: “Es mi desgracia haberme casado contigo en esta vida. No me has traído felicidad”.

A veces, cuando yo estallaba en cólera, lo cacheteaba y le gritaba. Era muy dominante en casa. Pero, ¿cómo podría salvar a las personas con ese comportamiento? ¿Cómo podría convencerlo de la grandeza de Dafa?

El año pasado, vino a casa para el Año Nuevo Chino. Pensé en qué clase de practicante era si ni siquiera podía salvar a un familiar. Él no sabía la verdad acerca de Dafa porque yo no le había hablado apropiadamente al respecto, no podía presenciar la belleza de Dafa a través de mi persona.

Como había mejorado mi carácter moral y era más compasiva con los demás, quería que él lo viera y experimentara la bondad de Dafa.

Sabía que debía ofrecerle la salvación, por lo que empecé a pensar más en sus necesidades y a cuidarlo. Él sentía mi compasión y a menudo me miraba con respeto.

Entonces me preguntó: “¿Cómo es posible que hayas cambiado tanto?”.

“Dafa me cambió”, le respondí. “¿No piensas que ahora soy diferente?”. Dafa nos enseña a ser desinteresados”. Me escuchaba en silencio asintiendo con la cabeza.

Continué contándole sobre la disciplina, y dijo: “Desde que el PCCh se estableció, nos ha dicho que peleemos con el Cielo, la Tierra y la gente. Hacemos esto cada día. Cuando las personas se conocen, sospechan unas de otras, aún antes de entablar una conversación”.

Mientras más hablaba, mi discurso se llenaba de sabiduría. Comenzó a entender qué estaba diciendo y asentía con la cabeza continuamente. Hasta estuvo de acuerdo en recitar en voz alta: “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”.

Antes de regresar a trabajar, lloró y me dijo: “No te he traído ninguna felicidad. Sin embargo, tú me has ayudado y me has traído felicidad”.