(Minghui.org) Nací en 1999, un año problemático en China. Mientras muchas personas en el sur sufrían las graves consecuencias de inundaciones, el régimen comunista lanzaba una campaña mucho más destructiva que cualquier desastre natural, la persecución a la pacífica práctica espiritual de Falun Gong (Falun Dafa).

De un momento para otro, la televisión china y los periódicos se vieron repletos de propaganda difamando a Falun Gong. Se reproducían sin descanso historias falsas y sucesos fabricados. La policía en toda China salió a las calles para arrestar a los practicantes.

Mi madre fue una de los cientos de miles de inocentes que fueron arrestados y detenidos por sus creencias, a solo unos meses después de mi nacimiento. A partir de entonces, las separaciones fueron un tema recurrente en nuestra historia.

Aunque limitado, mi tiempo con ella siempre fue feliz y significativo. A través de sus acciones me enseñó cómo se puede tener una vida valiosa sin grandes cantidades de dinero, cómo una persona tenaz debe aferrarse a la verdad, y cómo la esperanza proviene de cargar con una gran responsabilidad.

¿Dónde está mamá?

Mi padre solía decir que mi nacimiento marcó el comienzo de nuestra miseria familiar. “Los sufrimientos fueron infinitos e interminables”, decía en ocasiones. Incluso siendo pequeña, lo recordaba emborrachándose y gritando fuera del edificio donde vivíamos, maldiciendo a Jiang Zemin, ex líder del partido comunista chino, por iniciar la persecución que destruyó a nuestra familia.

Mi padre no es vago ni borracho; es muy educado y gentil por naturaleza. También es muy apuesto, me ponía contenta cuando me decían que había sacado su buen parecido.

Me gustaba mirar sus fotografías. Era un chico muy feliz en su infancia, siempre con una gran sonrisa en el rostro. Esa sonrisa desapareció después de mi nacimiento; ahora luce solo y cansado. Cuando era pequeña, nunca entendía por qué estaba tan triste, y tampoco se me ocurría pensar por qué solo nosotros dos salíamos en las fotografías.

Vivía con mis abuelos. Ellos me querían mucho y hacían todo lo posible por darme todo lo que otros niños tenían. Siempre que veía a otros niños con sus madres, les preguntaba por la mía. Eso enojaba tanto a mi padre que se ponía a gritar; la abuela de inmediato me apartaba, derramando lágrimas y murmurando: “pobre niña, pobre niña”.

No entendía por qué decía “pobre niña”, y tampoco entendía por qué otros niños tenían mamás y yo no. Mi tío, que venía a visitarnos seguido, me contó que mamá estaba muy lejos, en un viaje de negocios, y por eso no podía verme.

Mamá regresa

Una mañana, una dama bonita llegó a la casa de la abuela. Era todo sonrisas cuando me vio, pero a medida que se acercaba hasta mí, empezaron a correr lágrimas por sus mejillas. Pensé: “Oh, ella llora como todos en la familia”. Luego se secó las lágrimas, volvió a sonreír y dijo: “Soy mami”.

“¿Mami, eres mami? ¡Abuela, mamá está aquí! ¡Tengo mamá!”. Estaba tan feliz. Tomé sus manos y le mostré mis muñecas y juguetes. Cuando me di vuelta, vi que la abuela, al abuelo y papá lloraban.

Mamá me llevó de vuelta a casa. Aunque cubierta por el polvo, nuestra casa era grande y hermosa. Tenía mi propia habitación y mi cama, muchos vestidos bonitos y muñecas. Nunca supe que tenía un hogar tan maravilloso, justo como otros niños.

Pero este ya no era el hogar de papá, él vivía en otra parte. Tenía que pasar tiempo con ambos por separado. Cuando estaba con mamá, extrañaba a papá; cuando estaba con papá, extrañaba a mamá.

Finalmente ya tenía una mamá, pero algunas cosas ya no volverían a ser como antes. Continuaba sin tener una familia feliz con dos padres juntos como el resto de los niños.

La vida con mamá

Mamá no tenía mucho dinero para comprarme cosas, pero nuestros días eran simples y felices. Le gustaba leer libros y me enseñó a leer Zhuan Falun. Aprendí que en este mundo tengo un grandioso Maestro que está propagando la gran ley Buda. Estaba tan feliz, tenía un Maestro que muchos otros no tenían.

Me gustaba ver sus fotos, siempre me miraba con una sonrisa gentil. También ayudaba a mamá a doblar volantes con información de Dafa. Ella me decía que los volantes permitirían que las personas supiesen que Falun Dafa es bueno y que la persecución era mala. Cuando salíamos a repartir volantes me ponía mis mejores ropas.

En estas salidas, veía la luna siempre muy redonda y brillante, iluminando nuestro camino de regreso a casa. Me subía en la parte de atrás de su bicicleta y fingía ser un cachorrito haciendo tonterías.

No duraron mucho los momentos felices. Mamá difícilmente podía ganar el dinero necesario para cubrir nuestros gastos, y mi tío le encontró un mejor trabajo en otra ciudad. Así que empezó a viajar de ida y vuelta entre dos ciudades.

Durante la semana, mamá permanecía en la otra ciudad, y los fines de semana, estaba conmigo. Yo pensaba durante toda la semana en la hamburguesa de 10 yuanes que me compraría al llegar fin de semana, era el momento que más añoraba.

Mamá trabajaba muy duro para poder mantenerme. Nunca ganaba mucho dinero, pero siempre separaba un poco para imprimir volantes de Dafa. Aunque eran momentos difíciles, siempre era muy optimista y decía con alegría: “Vendrán tiempos mejores, mi niña”.

Nunca le pedía nada. Mi único deseo era poder verla todos los días y que nunca se marchara de nuevo.

El amor de una madre

Sin embargo, cuando llegaban los lunes mamá siempre tenía que irse. Antes del amanecer me sacaba del calor de mi cama para poder dejarme en casa de los abuelos y tomarse un colectivo a la otra ciudad.

Al despedirnos siempre me recordaba escuchar a la abuela y al abuelo. La abrazaba fuerte, lloraba y le pedía que no se fuera. Le preguntaba si era feliz cuando me tomaba de la mano. Me respondía: “Sí, mi bebé. Mami es muy feliz cuando toma tus manos. Pero mami tiene que trabajar y ganar dinero para que podamos estar juntas. Tu y yo, ambas, tenemos que ser fuertes”.

Toda la familia de papá maldecía a mamá por lo que había pasado y le decían “terca”. La abuela no quería que ella me recogiera. “Tu madre no puede comprarte bocadillos ni juguetes. ¿Por qué quieres ir con ella?”.

A veces, mamá esperaba afuera del edificio donde vivía la abuela hasta muy tarde en la noche solo para descubrir que papá me había llevado a otro sitio. Al día siguiente regresaba sin quejarse, y solo se quedaba afuera, en silencio, sin saber cuánto tiempo tendría que esperar por mí. Eventualmente la abuela se daba por vencida y suspiraba: “Nadie en este mundo puede con el amor de una madre”.

La responsabilidad más grande de la vida

Mamá es una persona fuerte, aunque nadie podría juzgarlo por sus modales amables. No teníamos mucho dinero (a veces no podíamos darnos el gusto de tener una buena comida en Año Nuevo Chino) pero ella nunca se quejaba o parecía darle mucha importancia. Nos ajustábamos, y seguíamos imprimiendo volantes y repartiéndolos como siempre.

La abuela y el abuelo, sin embargo, eran muy diferentes. Aunque tenían mucho dinero y todo lo que necesitaban, solo hablaban sobre dinero y sobre cómo tener más. Parecía que sus vidas solo giraban en torno a eso.

En sus conversaciones con invitados, solían mencionar que mis padres eran una pareja afianzada envidiada por todos, y que mi mamá tenía un muy buen trabajo antes de ser detenida. No entendían por qué había renunciado a todo por practicar Falun Gong.

No eran los únicos que hablaban así, incluso algunos de sus familiares se reían de ella y la criticaban. Hacían comentarios sarcásticos, como que tenía que estar muy aburrida en su vida para ponerse a practicar Falun Gong.

“¿A quién le importa si Falun Gong es bueno o malo? ¿Qué tiene eso que ver con nosotros?”, tenían para decirle sus familiares. “El partido comunista chino ha lanzado tantos movimientos y causado tantas tragedias. ¿Quién podría ir contra ellos y soportar la represión? ¿Por qué no enfoca sus energías en procurarse una buena vida para ella y su hija? Hoy en día, todos tienen al menos algunos apartamentos, un vehículo y algo de ahorros. La vida es corta, disfrutarla es todo lo que importa”.

Frente a todas las críticas, mamá siempre respondía con cortesía. “Además de las responsabilidades hacia nuestras familias y la sociedad, también tenemos que cumplir con una gran responsabilidad hacia la vida. Verdad-Benevolencia-Tolerancia es la gran ley Buda, y validar esta ley es responsabilidad de todos”.

“Ahora, Falun Dafa es practicado en más de 100 países y regiones. El resto del mundo aprendió lo maravillosa que es la práctica. Únicamente los chinos están engañados. Solo estoy haciendo mi parte en ayudar a las persona a ver más allá de las mentiras del partido comunista y para que conozcan la verdad sobre Falun Dafa”, decía.

Siempre permanecía muy calmada y paciente cuando se explicaba, esperando que los otros pudieran entender lo que Falun Dafa era de verdad y lo que significaba para todos cumplir con la responsabilidad más grande que tenemos.

Sus ropas parecían muy pálidas entre nuestros amigos y parientes adinerados, sin embargo sus ojos brillaban con esperanza. Con una sonrisa, les deseaba a todos lo mejor en sus propósitos, sean ricos o campesinos, pero nunca envidiaba a los unos o consideraba menos a los otros.

La influencia de mamá en mí

Amo a mamá. Estar junto a ella me trae una felicidad y paz que nadie más puede darme. No tenemos muchas cosas, pero somos ricas en espíritu.

Recuerdo que un año, el abuelo (el papá de mamá) tuvo una gran celebración de cumpleaños. Mi tío llevó a todos a un restaurante de lujo y luego nos invitó a su nueva casa, que era grande y hermosa. Mi primo me mostró su habitación y la pasamos muy bien correteando por su nuevo hogar.

El abuelo me fue acercando hasta cierto lugar y luego me preguntó en frente de mamá si yo no deseaba tener una buena vida como aquella. Sabía lo que intentaba hacer, y después de pensar un momento, respondí: “Cuando una persona es feliz en el corazón, no se da cuenta si lo que come o viste es más o menos agradable”.

El abuelo se sorprendió; movió sus labios pero no dijo una palabra. Sonriéndome, mamá acarició mi cabello con suavidad: “Papá, por favor no nos desprecies. Lo que perseguimos no es algo que entiendas y lo que tu persigues en la vida no es algo que nosotras querramos”.

Buenas personas a nuestro alrededor

Mamá es una persona callada y de pensamiento muy independiente. Aunque no le preocupa compartir sus preocupaciones, sé que hubo tiempos en los que se sintió desamparada y lloró mucho. Pero siempre fue capaz de superar los obstáculos gracias a su fe y al apoyo de buenas personas a nuestro alrededor.

Hicimos amistad con muchos practicantes. Algunos venían con frecuencia a nuestra casa a leer Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa, y a hacer los ejercicios con nosotras. Trabajábamos juntos haciendo volantes de Dafa y repartiéndolos. Son muy simples y amables, y están dispuestos a tenderle una mano a quienquiera que la necesite.

Muchos tuvieron experiencias maravillosas cultivándose en Dafa. Una nos contó que era analfabeta antes de practicar Falun Gong, pero ahora había memorizado todo Zhuan Falun. Nos dijo que alguien le había enseñado a leer en sueños.

Sus historias me inspiraron. Practicando con mamá y otros practicantes, me volví más consciente y atenta. A veces soñaba que montaba sobre un dragón o un ave fénix y me elevaba por los aires; era un sentimiento maravilloso.

La tía Juan es la mejor amiga de mamá. No es practicante pero da todo su apoyo a Dafa y nunca tiene miedo que la vean con nosotras. A veces tenían largas conversaciones y mamá confiaba en ella por completo. Cuando ella estaba detenida o trabajando en otra ciudad, Juan solía visitarme en la casa de la abuela. Es como la tía que nunca tuve.

Es una empresaria exitosa y utiliza sus riquezas para ayudar a otros en la comunidad. Mamá decía que su apoyo a Dafa le trajo bendiciones.

Mamá es nuevamente arrestada

La persecución parecía lejana cuando la vida transcurría a buen ritmo y mamá volvía a recogerme los fines de semana. Nunca pensé que algo podía pasarle, hasta un verano.

Mamá se volvió seria y daba la impresión de estar lidiando con pensamientos pesados. Una mañana me llevó a la casa de la abuela como era de costumbre, pero luego no volví a verla en todo el verano. Más tarde la abuela me contó que había sido arrestada.

Mi padre apeló por su liberación en la comisaría, diciendo que su niña necesitaba a la mamá, pero lo empujaron afuera. Se largó a llorar tan pronto me vio al regresar a la casa, y la abuela y el abuelo también lloraron.

Esa fue la primera vez que mamá se fue desde que tengo memoria. Estaba muy confundida: “¿Por qué la policía se llevó a mamá? Es una buena persona. ¿Solo por practicar Falun Gong? ¿Por qué no les gusta una práctica tan maravillosa?”. No podía entender. ¿No era mejor para el mundo que hubiese más personas buenas? No lograba encontrarle sentido.

La extrañaba mucho. En mi camino a casa de regreso del colegio, a menudo, me escondía en un callejón y lloraba; y por la noche, lo hacía entre las sábanas para que la abuela no me escuchara.

Mamá regresó después del verano, finalmente. Había perdido peso y se veía muy débil. No importaba a dónde fuera, alguien siempre la seguía. Mi tío me contó que se encontraba en una situación muy peligrosa y que podía volver a ser arrestada en cualquier momento. Le encontró otro trabajo en una ciudad todavía más lejana y quería que se fuera tan pronto como pudiera.

Mamá decidió marcharse. Nuestra feliz pareja fue separada; iba sola al colegio, regresaba sola a casa y hacía sola mis deberes. Ya nadie acariciaba mis cabellos y nadie compartía una hamburguesa conmigo. Solo veía a mamá cada tres meses.

Pasaron los días y luego los años. Ahora soy una adolecente y me convertí en alguien que por lo general no tiene a su mamá cerca. Ella estuvo viviendo por su cuenta todos estos años, continúa cultivándose en Dafa y continúa ayudando a que otros sepan la verdad sobre la persecución.

También tenemos buenas noticias para compartir. Mamá volvió a mudarse cerca de nuestra zona y ahora está cerca de la familia. Nos está yendo mucho mejor en lo económico y ya no luchamos por llegar a fin de mes. Y lo más importante, la actitud de nuestra familia hacia Dafa cambió.

La abuela empieza a practicar Falun Gong

La abuela (la mamá de mi mamá) tuvo un derrame hace dos años y su condición fue delicada. Salvó su vida, pero el lado derecho de su cuerpo quedó paralizado. El médico le dijo que hizo lo mejor que pudo.

El abuelo y mi tío probaron diferentes cosas con ella, como masajes y acupuntura, pero nada funcionó. La abuela continuaba sin poder sostener los palillos o peinarse el cabello; tampoco podía bañarse sola y necesitaba ayuda para vestirse. No podía hacerse cargo de ella misma y mucho menos de las tareas domésticas o cocinarle al abuelo como lo hacía antes. Mi familia tomaba turnos para cuidarla, pero todos sabíamos que se requería de una solución a largo plazo.

Mamá era la única que pensaba ligeramente. Un día dijo a la abuela: “¿Qué tal si practicas Falun Gong conmigo? Esto es todo lo que la ciencia médica puede hacer por ti, pero no es nada para la práctica de Falun Dafa. Muchos practicantes tenían enfermedades terminales y ahora tienen tanta salud como es posible. Es porque fueron capaces de permanecer decididos. Dafa probablemente sea la única esperanza de recuperación que tengas”.

La abuela pensó al respecto y dijo: “Tal vez tengas razón. Siempre me estuve preguntando, durante todos estos años, por qué mi hija, tan brillante y educada, era tan determinada hacia Falun Gong, incluso a pesar de ser detenida. A veces te comparaba con otros: tú eres tolerante, sincera y tienes un corazón de oro, siempre eres amable con otras personas sin importar lo mal que te traten. Solo alguien con una gran paciencia puede hacer eso”.

La abuela empezó a practicar con mamá. Sorprendentemente, el abuelo esta vez no dijo nada. La abuela solo podía hacer algunos pocos movimientos al principio, pero no se dio por vencida. Tomaba descansos frecuentes, y con la ayuda de mamá continuó practicando. Gradualmente fue mejorando y siendo capaz de aguantar un poco más cada vez.

Ocurrió un milagro. Una mañana, después de lograr hacer los cinco ejercicios de una vez, descubrió con sorpresa y agrado que podía sostenerse de pie contra la pared y caminar hacia la puerta; estaba recuperando el control sobre su pierna. Frente a las nuevas esperanzas de recuperación el abuelo volvió a sonreír.

La recuperación de la abuela cambió la actitud de la familia hacia Dafa

Ese invierno, la abuela recuperó gradualmente su movilidad haciendo los cinco ejercicios cada día. Para Año Nuevo Chino ya podía valerse por sí misma y subir y bajar las escaleras. Al llegar la primavera, salía a caminar con el abuelo.

Se recuperó por completo. Volvió a hacerse cargo de todas las comidas y todas las tareas domésticas como si nada hubiese pasado. Ahora todos los días recita “Falun Dafa es bueno” y algunos poemas del Maestro Li Hongzhi. Siempre decía: “¡Que buenos poemas! ¿Quién en la tierra es el Maestro Li? Sus palabras son tan correctas”. Mamá le sonreía y le decía que leyera el resto de sus escrituras”.

Viendo los cambios en la abuela, la actitud del abuelo hacia Dafa también cambió. Ya no está en su contra e incluso ayuda a la abuela a mantenerse haciendo los ejercicios rutinariamente. Mamá había guardado una copia de Zhuan Falun para ellos, una edición especial en chino tradicional publicada antes de la persecución, y ahora finalmente estaba feliz de poder dárselas. Mi tío también empezó a entender a mamá y todo lo que había estado haciendo en este tiempo.

Incluso mis otros abuelos, que habían sido fuertemente adoctrinados por el partido comunista chino, ahora están viendo que la persecución a Falun Gong está mal. Les resulta cada vez más claro lo ridículas que resultan las teorías ateístas del comunismo. También comenzaron a creer que existen seres más elevados y distintos reinos en este mundo.

Nuestras esperanzas y sueños en la vida

“Falun Dafa es bueno. Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”, dice la abuela. “Dafa es la verdadera ley Buda y trae bendiciones a quienquiera que lo acepte. Todos los practicantes se han beneficiado y saben lo precioso que es. Todos los días somos testigos de la ilimitada compasión del Fa”.

La persecución ha causado demasiadas tragedias. Los practicantes han sacrificado demasiado, y algunos incluso perdieron sus vidas por cumplir con sus responsabilidades y salvaguardar Dafa. Ya es tiempo de que las personas, especialmente los chinos, vean más allá de las mentiras del régimen comunista. Trabajemos juntos para poner fin a la persecución y para que los valores de Verdad-Benevolencia-Tolerancia puedan retornar a nuestra sociedad.

Tal vez sea joven, pero mis sueños son grandes. Sueño con un grupo de buenas personas meditando en silencio, bajo un gran árbol en un parque público de China, con expresiones pacíficas y consciencia despejada.