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Fahui de China | Bañada en la infinita gracia de Dafa

Nov. 19, 2016 |   Por una practicante de Falun Dafa de China

(Minghui.org) Mis padres y hermanas mayores comenzaron a practicar Falun Dafa hace muchos años, así que pude ver y escuchar un montón de cosas sobre la disciplina, y sabía que era algo bueno desde muy temprano.

Mi madre también tenía la esperanza de que me hiciera practicante. Me había comprado una copia de Zhuan Falun, y cintas de video y CD con las lecciones del Maestro, pero estaba inmersa en lo mundano y llevaba un montón de cosas malas conmigo.

Cuando mi hermana mayor me volvió a animar para que tomara la práctica, me dijo: “¡Si no empiezas a practicar Falun Dafa ahora mismo, luego será demasiado tarde!”.

Sus palabras me despertaron. De repente me vi envuelta por el miedo, la desesperación y el arrepentimiento. Nunca voy a olvidar esos sentimientos agónicos.

Así fue como empecé a practicar Falun Dafa.

Experimentando la alegría de la cultivación

Hacia finales de 2007 me uní al grupo de estudio del Fa. Los practicantes fueron muy amables conmigo. Al principio no tenía idea sobre lo que tenía que hacer como practicante, así que solo los seguía. Según sabía, el fashen del Maestro me iba a cuidar y guiar siempre y cuando fuera una cultivadora genuina.

Me dijeron que teníamos que hacer las tres cosas bien para cumplir con los requisitos del Maestro, así que iba con ellos a distribuir materiales informativos y a hablar con las personas sobre Falun Dafa.

También me dijeron que tenía que estudiar el Fa tanto como me fuera posible para estar segura mientras validaba el Fa en circunstancias peligrosas. Siempre llevaba  Zhuan Falun y artículos del Maestro conmigo, para poder estudiar apenas tuviera tiempo, en especial los artículos. Me obligué a leer el Fa incluso aunque en un principio no podía entender todo lo que decía.

Me mantuve ocupada de esta manera, hasta que un día, de repente, me di cuenta de todo lo que había cambiado. Inexplicablemente, me volví liviana y llena de alegría. El sentimiento me llegó a lo más profundo del corazón.

Ya no me devanaba los sesos buscando ser promovida, preocupándome por la pérdida o la ganancia, extrañando a mi familia, o preocupada por el futuro de mi hijo. No tenía miedo de tener los libros de Dafa de mis padres en casa, y tampoco me preocupaba que se supiera que era practicante.

Sin saberlo, cultivarme en Dafa me había cambiado. Pienso que esto puede ser a lo que se refiere el Maestro cuando dice: “el Fa refina al practicante”. Me siento muy afortunada de ser practicante de Falun Dafa.

En el verano de 2008, una practicante de otra ciudad vino a vivir conmigo temporariamente. Quedé asombrada cuando la vi. Ella se me había aparecido en un sueño hacía 20 años. Luego de ese sueño, estuve estudiando a la gente que me rodeaba, buscando esa cara que había visto.

Ahora ella se presentaba delante de mí en la vida real. Creí profundamente que el Maestro me estaba ayudando.

Hicimos los cinco ejercicios, estudiamos Zhuan Falun, y leímos todas las conferencias del Maestro y sus artículos juntas. Me pidió que recitara Zhuan Falun y que enviara pensamientos rectos cerca de finalizar cada hora, al igual que ella.

Rara vez conversaba como la gente común. Era amable pero seria. Cuando yo estaba perezosa y no quería hacer los ejercicios, igual tenía que hacerlos con ella. Cuando salía a trabajar, ella salía a distribuir materiales de clarificación de la verdad y contaba a las personas los hechos sobre Falun Dafa. Me preparaba la comida todos los días para cuando volvía a casa del trabajo.

Durante ese tiempo, todo lo que hice fue trabajar y cultivarme. Estaba bañada de alegría en todo momento. Me sentía liviana todo el tiempo, subiendo escaleras y repartiendo materiales informativos. Cuando encontraba a alguna persona en un pasillo, le sonreía. Un día ayudé a una anciana a cargar un carro subiendo por las escaleras.

Durante un período de tiempo, me faltó confianza haciendo el quinto ejercicio, sentada en meditación. Me quejaba con esta practicante de que cruzar mis piernas en la posición de doble loto era realmente doloroso. Me dijo: “¿Ese dolor va a matarte? ¡Solo supéralo!”.

Sus palabras me molestaron, pero pensé que tenía razón. Si otros podían hacerlo, yo también. Tenía que probar hasta dónde podía resistir. Entonces estudié el Fa sentada en la posición de meditación.

Al principio todo lo que sentía era dolor. Después de un rato, me sentí dolorida e hinchada. Me sentaba en la misma posición mientras recitaba el Fa y hasta que ya no podía sentir mis piernas.

En poco tiempo dominé el miedo de sentarme con las piernas cruzadas. Es cierto que lo amargo viene antes que lo dulce. Ya no consideraba si “dolía” o no, y pude hacer los cinco ejercicios fácilmente y luego enviar pensamientos rectos. Si el tiempo lo permitía, continuaba estudiando el Fa. Fue realmente asombroso.

A partir de esta experiencia, me iluminé al hecho de que debemos tomar la iniciativa para cultivarnos. Es como entiendo sobre el envío de pensamientos rectos: la presión de las viejas fuerzas no es lo que debería motivarnos en la cultivación. En lugar de eso, debemos tomar la iniciativa de eliminar la maldad. Si podemos hacerlo así, el mal no nos perseguirá. Hacerlo así asegura que nuestro camino de cultivación transcurra sin problemas.

Luego de que esta practicante se fuera y regresara a su casa, podía hacer los ejercicios, estudiar el Fa, recitarlo y enviar pensamientos rectos por mi cuenta. Tomé a todas estas cosas como los elementos básicos de la cultivación.

Los cuidados del Maestro y su infinita gracia

El Maestro arregló todo en mi camino de cultivación. Esto es lo que he experimentado y atestiguado en todos estos años. Una practicante me hizo una broma: “El Maestro te trata especialmente bien y te da todo lo que quieres”.

Pensé que esto podía deberse a que cargaba con más responsabilidades por ciertos proyectos. Si no lo hacía bien, no cumpliría con sus expectativas. La misión de los practicantes de Dafa es la de clarificar la verdad y salvar a las personas.

Siendo oficinista, es difícil encontrar un tiempo para salir afuera con otros practicantes a clarificar la verdad, así que distribuía materiales por mi cuenta. Al principio, conseguía materiales de Dafa de practicantes de otra ciudad, pero a veces no quedaban suficientes para mí.

La practicante que paraba conmigo me sugirió que los produjera yo misma. Instaló para mí todos los equipos y me enseñó cómo utilizarlos.

Distribuía todos los materiales informativos que producía y compraba los suministros que necesitaba. Solo descargaba los materiales disponibles del sitio web Minghui. Mi sitio de producción continúa funcionando hoy en día.

Mi hermana mayor me recordó que no tenía que desarrollar una mentalidad de ostentación y complacencia cuando vio que estaba tan feliz de lo que estaba haciendo. Tomé sus palabras y no le dije a nadie sobre mi sitio de producción. Siempre que un practicante en nuestro grupo de estudio del Fa necesitaba materiales, se los daba sin decirle quién los había hecho. Al principio repartí materiales en mi distrito, y luego caminé a lo largo de las calles para hablar con las personas sobre la Falun Dafa.

La practicante que había venido a quedarse conmigo regresó a su casa, pero continuó enviando fuertes pensamientos rectos para mis esfuerzos en distribuir materiales, me lo contó más tarde cuando volvimos a encontrarnos. Pensé que teníamos una profunda relación predestinada. En esos años, ella venía a ayudarme siempre que la necesitaba. Sabía que el Maestro me ayudaba.

En una ocasión conocí a una anciana y le hablé sobre Dafa. Ella pensó que los principios de Falun Gong eran razonables, pero tenía algunas dudas, y me preguntó por qué cierta practicante saltó de un edificio suicidándose.

Le pregunté a una practicante veterana sobre este incidente, y me contó que la practicante había sido arrojada del edificio. ¡Fue algo terrible! Tenía que dejar que las personas conozcan lo que de verdad ocurrió.

Ese día, mi amiga practicante vino a verme en su camino a comprar suministros. Me sugirió que podía hacer un folleto que contara sobre el incidente. Descargó toda la información sobre esta practicante, que había sido torturada brutalmente. También me enseñó cómo podía hacer para colaborar con artículos para el sitio web Minghui, cómo escribir artículos para exponer al mal en mi área, etc.

Pasamos varios días repartiendo información sobre esta practicante en toda la ciudad, con varios practicantes enviando fuertes pensamientos rectos en sus casas, mientras otros trabajaban en pareja. Después de eso, el rumor no sobrevivió. Los nombres de los policías que participaron en el incidente fueron reportados, y a partir de entonces evitaron a los practicantes de Falun Gong.

Mi ciudad no es tan grande. Pensaba que clarificar la verdad solo allí no era suficiente. Entonces empecé a acercarme a aldeas vecinas de tanto en tanto.

Durante mi primera visita a una de ellas, dudé en abrir mi boca por temor de que muchos pobladores se reunieran alrededor mío, ya que era una aldea pequeña y se conocían unos con otros.

Mientras paseaba por el lugar, vi a un grupo de personas rodeando y escuchando a un hombre con apariencia de funcionario. Me moví en medio del grupo, todavía con la duda de si abrir la boca o no. En ese momento, el funcionario me vio y me preguntó a quién estaba buscando. Le sonreí y le entregué una copia de los 9 Comentarios sobre el Partido Comunista. Le dije: “Este libro es para usted. Vale la pena leerlo”.

Lo agarró y prometió hacerlo. También dijo a los presentes que había leído materiales sobre Falun Gong y que creía que decían la verdad.

Tomé todos los materiales que llevaba en mi bolso de modo de que pudieran elegir el que quisieran. Les recordé que los atesoraran, y también les conté los hechos básicos sobre Falun Gong. Todo fue gracias al Maestro.

Más adelante conocí a una practicante veterana, que era amable, sincera y directa. A menudo salía para hablar con las personas sobre Falun Gong. Cuando le pregunté si quería que clarificáramos la verdad juntas y viajáramos en una motocicleta a otros municipios y aldeas alejadas de la ciudad, dijo que sí sin pensarlo dos veces.

Ignoraba lo que otros practicantes pensaban sobre ella, solo me interesaba por el corazón que tenía en salvar a las personas. A veces decía: “Sin importar qué, siempre voy a seguir al Maestro”.

Éramos respetuosas y tolerantes ebtre nosotras. Hubo momentos donde también tuvimos disputas. A veces era doloroso, pero cuando pensaba que así podía causarle más dolor, dejaba de discutir con ella.

A partir del Fa del Maestro, entiendo que no podemos ver las partes de los compañeros practicantes que ya están completamente cultivadas, porque ya no son visibles en este lado humano. Cuando vemos el lado malo de un practicante, es un llamado para nosotros, para que nos cultivemos bien. Así atesoramos nuestras relaciones predestinadas y las oportunidades de estar juntos.

A menudo recitábamos el Fa juntas en nuestro camino de regreso a casa. Nos animábamos y compartíamos nuestros entendimientos del Fa. Pasábamos todas nuestras vacaciones y fines de semana, incluso el Año Nuevo Chino, clarificando la verdad.

Alguien que estaba engañado por la propaganda del PCCh, nos delató con la policía dos veces. Fuimos arrestadas y llevadas a la comisaría. Enviamos fuertes pensamientos rectos y contamos a los policías sobre los hechos de Falun Gong con compasión; en cuestión de unas pocas horas fuimos liberadas.

Cada momento de nuestra cultivación está lleno de la compasiva protección del Maestro y sus arreglos.

Un año, el 25 de abril, durante el aniversario de los practicantes de Falun Gong apelando al gobierno central, más de 20 policías y tres patrulleros nos rodearon y nos inspeccionaron. Les clarifiqué la verdad; no nos conmovimos y creímos firmemente: “El Maestro nos protege. No pueden perseguirnos”. Salimos sanas y salvas.

Soltando los apegos del sentimentalismo

Esta otra practicante fue arrestada por hablar con las personas sobre los hechos de Falun Gong y trasladada a prisión.

Al principio, cuando lo escuché, me culpé por no intercambiar lo suficiente con ella sobre la seguridad. Cuando con otros practicantes tratamos de rescatarla de muchas maneras sin tener éxito, me quejé y compilé materiales para exponer la persecución al mismo tiempo que guardaba en el corazón pensamientos de discordia.

Una vez fui a visitarla a prisión, pero no me permitieron verla. Cuando escuché que había sido severamente torturada, perdí por completo mis pensamientos rectos y lloré como un apersona común. No fue hasta entonces que supe lo apegada que estaba a ella.

Me calmé y miré en mi interior. Durante todo el proceso, traté el incidente como si fuera un apersona común. No me cultivé, por el contrario, añadía sustancias corruptas a mis compañeros practicantes.

Envié fuertes pensamientos rectos durante un tiempo largo y negué por completo a las viejas fuerzas. Mientras tanto, eliminé mis celos, odio, quejas, y mentalidad de contender. Pensé que si otro practicante distinto de ella se hubiera encontrado con esta tribulación, yo estaría calmada. Sabía que debía eliminar mi sentimentalismo relacionado a ella. Era egoísmo, una brecha que podía ser utilizada por las viejas fuerzas.

Después de que fue liberada, fui a su casa a estudiar el Fa y a enviar pensamientos rectos. Compartimos nuestras experiencias de cultivación y fui capaz de hablarle con calma.

Luego me enteré de que había fallecido; me deprimí de golpe y estuve llena de arrepentimientos. De inmediato fui consciente de mis sentimientos y miré hacia dentro para identificar los problemas.

Descubrí que mi arrepentimiento era más sobre mí: no pude ayudarla mientras ella estuvo en su casa; no pude ayudarla a encontrar la causa fundamental de sus tribulaciones; todavía planeaba ir a algún lugar a clarificar la verdad con ella; y más por el estilo. Todo lo que consideraba se trataba de “mi”.

Era egoísmo profundamente escondido. Solo Dafa podía purificarlo. En este punto, tenía un mejor entendimiento sobre el Fa del Maestro relacionado al quinto ejercicio, donde nos requiere alcanzar un estado óptimo mientras permanecemos sentados en meditación.

Durante años, no me atreví a aproximarme a un área particular en mi camino de cultivación; no tenía idea sobre cómo lidiar con ella. Con el tiempo, el tema se convirtió en arenas movedizas, y luché con ello dolorosamente. Si aflojaba un poco, me hundía. Se trataba del sentimentalismo por mi marido.

El y yo fuimos compañeros de clase en la escuela secundaria por tres años. Después de graduarnos de la universidad nos casamos. Siempre lo atendí muy bien, pero yo era muy tenaz, y él siempre hacia todo lo posible para complacerme, sin importar lo difícil que fuera.

Superficialmente, no tenía obstáculos en mi cultivación en casa. Él hacía todo lo que podía para ayudarme a mí y a otros practicantes. Cuando la policía nos seguía, el conducía su auto y me buscaba en todas partes sin miedo. Quienquiera que lo conocía lo apreciaba.

Yo le confiaba grandes asuntos y disfrutaba de su tolerancia. Pero como practicante, entendía que tenía que soltar estos apegos. Pero era reacia a dejarlos ir porque me sentiría triste sin ellos. Lo que podía hacer era dar mi mejor esfuerzo para no tener conflictos con él.

Más tarde, mi sentimentalismo se expresó de una manera muy extraña. Tuvimos diferentes opiniones sobre la elección del colegio para nuestro hijo. Me quejé y lo miré; además, pensé en las distintas formas en que podía llegar a obtener lo mejor de él.

A veces estaba confusa y no estaba segura de dónde provenían mis pensamientos. De vez en cuando perdía mi temperamento y me enojaba con él, pero después siempre me arrepentía. Con el tiempo, se volvió un círculo vicioso.

Un día, mientras estaba encuadernando la revista semanal para aclaración de la verdad, una voz resonó en mi mente: “Mi esposo está haciendo algo inapropiado con su amigo”.

Estaba muy clara, pero al mismo tiempo enojada: “No me digas eso. Quienquiera que haga cosas malas, tiene que pagar por ellas. Es un principio celestial que el bien sea recompensado con el bien y que el mal derive en el mal”.

Cuando estuve a punto de llamarle, de inmediato fui consciente de algo: No te dejes engañar; las palabras no fueron amables. Entonces comencé a enviar pensamientos rectos para eliminar la interferencia. Mientras tanto pude identificar mi problema: me estaba cultivando muy superficialmente.

Una noche de verano, hacía mucho calor. Yo estaba en mi habitación con el aire acondicionado prendido produciendo materiales informativos. Cuando tomé un recreo, fui hasta la habitación de mi marido a buscar algo y lo encontré durmiendo bañado en sudor. No había prendido su aire acondicionado, uno pequeño que tenía. Lo prendí por él, pero me dijo que era innecesario, que no quería malgastar electricidad. Me quejé de él para mis adentros y me fui.

Regresé a mi habitación y me sentí fresca y cómoda con el aire acondicionado prendido. Justo en ese momento escuché un eco en mi mente: “Ignóralo. Deja que tenga calor, deja que tenga calor”.

Ese pensamiento me dejó muy contenta, lo que realmente me sorprendió. Yo no era así de mala. Estaba consciente de que eso no era yo, y cambié mis pensamientos. Dije: “No voy a escucharte”, y fui de nuevo a su habitación y prendí el aire acondicionado.

Esa noche, pensé sobre mis experiencias pasadas y reflexioné. No tenía que evitar las pruebas y las tribulaciones en mi camino de cultivación. Mis apegos hacia él ya habían interferido con la manera correcta de hacer las cosas. ¿Esto no anulaba las cosas que hice en el pasado para validar el Fa?

Al día siguiente le dije a mi marido: “Como practicante, cuando estoy equivocada o no lo estoy haciendo bien, debo rectificarme. ¡Por favor créeme y obsérvame!”.

Al principio estuvo sorprendido, y luego sonrió. Dijo: “Tienes un demonio en el corazón. No me gusta verlo salir cuando te enojas”.

Por lo que dijo sabía que me estaba perdonando.

Envié fuertes pensamientos rectos para limpiar mi campo dimensional, estudié mucho el Fa, y presté mucha atención a cada pensamiento que tenía cuando interactuaba con mi esposo. A veces, al final del día, anotaba como habían ido las cosas.

Pero de tanto en tanto, no me podía dejar de enfadar. Siempre que pasaba, el me recordaba: “Está saliendo el demonio”, e inmediatamente me restringía.

Ahora somos capaces de estar bien uno al lado del otro. Él también comenzó a practicar Falun Dafa. A veces estudiamos y hacemos los ejercicios juntos.

¡Gracias compasivo y grandioso Maestro!

¡Y gracias a todos los compañeros practicantes que me ayudaron y acompañaron en mi camino de cultivación durante este período de la rectificación del Fa!