(Minghui.org) A menudo tenía pensamientos de ser mejor que otras personas, lo que era una forma de interferencia demoníaca de la propia mente. Aunque descubrí este apego hace mucho tiempo, nunca me deshice de él por completo. Simplemente lo consideraba un poco cada vez que aparecía.

Un compañero practicante me criticó, diciendo que ni siquiera alguna vez había tocado el apego. Pensé que sus palabras fueron injustas porque sí estuve trabajando en eso.

La fuente de mis apegos la descubrí gracias a un arreglo del Maestro. Estaba escribiendo un artículo y buscando otros artículos como referencia cuando uno de ellos captó mi atención. En éste se discutían varias deficiencias entre practicantes, y me quedé impactado porque señalaba mis problemas fundamentales. Me iluminé a lo que estaba mal en mí, y mis pensamientos de superioridad y de ser tratado injustamente me abandonaron.

Antes de la cultivación, tenía una mente sencilla y ninguna habilidad especial que fuera útil para la sociedad. Ni siquiera podía encontrar un trabajo decente. Temía que pudiera terminar en las calles como un vagabundo.

Sin embargo, siempre era un pensamiento anclado en mi mente. Otras personas no podían sentirlo en absoluto. Solo yo podía darme cuenta cuando salía a la superficie. Pensaba que era superior a todas las personas, aunque no había alcanzado nada en la sociedad. Pensaba que podía ser más exitoso que otras personas si solo tuviese dinero para invertir.

Cuando leí Zhuan Falun en 1999, comprendí que Falun Dafa era lo que yo había estado buscando. Lo supe ya en la segunda página. Estaba tan entusiasmado que me sentía capaz de renunciar a todo lo del mundo humano.

Era diligente y no me quejaba de las dificultades. Nunca tuve un segundo pensamiento sobre mi práctica de cultivación cuando era perseguido. Con un claro entendimiento del Fa y con la actitud adecuada para clarificar la verdad, gané el respeto de mis compañeros practicantes e incluso de alguna de las personas que nos perseguían.

Me volví algo famoso en nuestra área. De a poco comencé a sentirme agrandado por la atención, apegado a la fama, y comencé a menospreciar a otros practicantes por celos. Las atenciones habían fortalecido mi sentido de superioridad, y sentía orgullo por mis llamados “logros” en la cultivación. No busqué en mí este apego profundamente enterrado. Cuando finalmente entendí que tenía un problema serio, el apego ya se había vuelto fuerte y difícil de desechar.

Por lo tanto, me volví más diligente y proactivo en el trabajo sobre el mismo, y se hizo mucho más fácil atraparlo cuando se mostraba. Por ejemplo, cuando enseño a otros practicantes algunas habilidades o tareas que se necesitan para los trabajos de Dafa, puedo distinguir claramente mi sentido de la superioridad, y así me es mucho más fácil controlarlo.

¡Gracias Maestro!