(Minghui.org) Qian Ruoshui, un funcionario de la dinastía Song del Norte (desde 960 hasta 1127 d.C.), era conocido por su capacidad, juicio y conocimiento.

Guang, un historiador de la dinastía Song, documentó en los apuntes de Sushui cómo Qian durante su período como asistente judicial exoneró a una familia inocente acusada injustamente de un asesinato, a pesar de la presión de sus supervisores.

No aceptar premios ni reconocimientos trae recompensas

El jefe de la Prefectura de Tongzhou era impaciente, parcial y muchas veces estaba equivocado. Cuando aquello ocurrió, Qian trató de razonar con él, sin embargo, él rechazó sistemáticamente los consejos de Qian, incluso cuando era evidente que las cosas estaban mal manejadas.

Por ejemplo, la criada de una familia rica fue reportada como desaparecida por sus padres. El jefe de la Prefectura de Tongzhou le ordenó al inspector que investigara. Resultó que el inspector le guardaba rencor a esa familia porque una vez él había tratado de pedirles dinero prestado pero se habían negado.

El inspector terminó acusando al padre y a los hijos de matar a la criada y de tirar su cuerpo al río. El padre y los hijos negaron los cargos, así que el inspector los torturó hasta que dijeron que mataron a la criada.

Sobre la base de las confesiones forzadas el inspector asignó diferentes grados de culpabilidad, pero exigió que todos fueran ejecutados.

El inspector entregó el expediente al jefe de la prefectura quien le pidió a una serie de funcionarios judiciales que revisaran el caso. La mayoría de los funcionarios coincidieron en que el veredicto era apropiado, y lo apoyaron. Qian fue el único que expresó sus dudas. Pensó que el caso debía ser manejado con más cuidado ya que la ejecución por asesinato sin pruebas contundentes mostraba poco respeto por la vida humana.

Cuando el inspector se enteró de esto fue a la oficina de Qian y lo reprendió.

"Has aceptado un soborno de la familia rica, ¿no?”, dijo. "De lo contrario, ¿por qué querrías conmutar la pena de muerte?". Qian respondió que las vidas de varias personas dependían del resultado de la sentencia, así que, cómo no iba a examinar cuidadosamente sus confesiones escritas.

Qian retrasó el caso unos 10 días. El jefe de la prefectura lo presionó varias veces para que siguiera adelante con la ejecución, pero Qian no devolvía los papeles. La mayoría de sus superiores y subordinados lo acusaron de estar dilatando las cosas.

Finalmente, Qian fue a ver al jefe de la prefectura y le dijo que estaba retrasando el caso porque quería localizar a la criada, cosa que hizo.

El jefe verificó los hallazgos de Qian y liberó al padre y a los hijos. La familia lloró y le dio las gracias al jefe, pero él les dijo que debían agradecerle a Qian.

Al llegar a la casa de Qian, él se negó a reunirse con ellos porque no quería su gratitud ni sus regalos. Como no pudieron agradecerle a Qian donaron todos sus bienes al templo local.

El jefe de la prefectura quiso presentar un informe al emperador para premiar y reconocer el trabajo de Qian. Qian no quiso oír hablar de ello.

"Todo lo que quería era una resolución imparcial del caso para que personas inocentes no fueran injustamente ejecutadas", dijo. "No busco recompensa ni reconocimiento”.

El jefe estaba conmovido y mantuvo un gran respeto por Qian.

Poco después, el emperador se enteró de la integridad y la capacidad de Qian y lo ascendió a pesar de que contradecía el procedimiento convencional. En medio año Qian quedó a cargo de la redacción de los decretos imperiales, y en el lapso de dos años fue nombrado en el cargo de viceprimer ministro.