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“Si agrego los ojos, los dragones se irán volando”, anécdotas sobre el legendario pintor Zhang Sengyao

Sept. 25, 2015 |   Por Shan Shui

(Minghui.org) Zhang Sengyao fue un pintor legendario de la Dinastía Liang del Sur (502-557) en China. Como devoto budista, disfrutaba pintando budas, seres divinos y dragones en sus obras de arte. Buscaba realismo en su trabajo y reunió un impresionante arsenal de técnicas para recrear la realidad. 

Incluso se decía que su arte era tan real que a veces cobraba vida.

Zhang era uno de los pocos artistas de ese período que entendía perspectiva, luz y sombra. Era experto en crear pinturas imitando relieve, una técnica referida como estilo Autu.

En Registros de la Salud, el autor Xu Hao grabó la historia de “El templo Autu”, una de las obras de Zhang.

El príncipe de Zhaoling de la dinastía Liang estaba visitando el Templo Yicheng justo en las afueras de la ciudad de Nanjing, cuando notó un motivo floral en tres dimensiones sobre la puerta de entrada, pintado por Zhang. Las flores tenían diferentes tonalidades de rojo y verde. Desde lejos, parecían tridimensionales, pero de cerca eran planas.

El príncipe estaba tan impresionado que nombró al templo con la técnica que Zhang usó.

El libro Chaoye Qianzai registró otra historia que muestra el realismo de las pinturas de Zhang. En el Templo Xingguo en Runzhou, cientos de palomas se posaban todos los días bajo el techo del hall principal, y sus heces manchaban la estatua de Buda.

Se le encomendó a Zhang que pintara un halcón en la pared del este, y un águila en la pared del oeste. Ambas aves pintadas tenían sus ojos cerrados y cabezas mirando hacia el techo del hall principal. Las palomas no regresaron más después de eso.

La historia más famosa de Zhang fue inmortalizada en el libro Volúmenes de pintura clásica, y cuenta sobre dragones que él pintó que cobraron vida cuando terminó de pintarle los ojos. La historia cuenta que pintó cuatro dragones en las paredes del Templo Anle en la ciudad de Jinling. Pero estos dragones no tenían sus ojos. Cuando la gente preguntaba sobre esto, Zhang explicaba: “Si les agrego ojos, los dragones saldrán volando”.

La gente no le creía e insistía con que terminara la pintura. Entonces, agregó los ojos a dos de los cuatro dragones. La gente quedó boquiabierta cuando un relámpago golpeó sobre las paredes un momento después -los dos dragones cobraron vida y volaron al cielo, mientras que los otros dos permanecieron pintados en la pared.

De allí viene la expresión china, “agregando ojos a los dragones para el toque final”. Aunque se originó de un milagroso hecho histórico, el significado de este dicho ha sido naturalizado en el lenguaje moderno para describir algo que se agrega a un ensayo o discurso para que sea más vívido.

Volúmenes de pintura clásica también cuenta otras dos historias sobre Zhang. Una cuenta sobre el pueblo de Wucao que nunca usaba dragones en sus decoraciones. Zhang, que amaba los dragones, pintó muchos en la pérgola de Longquan cerca de allí.

La gente no prestó mucha atención a esto hasta años más tarde, cuando hubo una gran tormenta eléctrica en la pérgola durante la época de Taiqing. Todos los dragones que estaban pintados desaparecieron de las paredes. La gente quedó asombrada cuando se dieron cuenta de que los dragones habían cobrado vida y salieron volando.

Otra historia trata sobre dos monjes de la India pintados por Zhang. Las pinturas de los monjes fueron separadas en la guerra de Houqing. Una de las pinturas pasó a ser pertenencia de un funcionario del gobierno llamado Lu Jian.

Cuando Lu se enfermó gravemente, soñó que el monje de la pintura le habló. “Me han separado de mi compañero. Está ahora en la ciudad de Luoyang con la familia Li. Si lo encuentras y nos reúnes, ayudaré a curar tu enfermedad”.

Después de un tiempo, Lu encontró la otra pintura en la ciudad de Luoyang y rápidamente se recuperó. El autor del libro Volúmenes de pintura clásica comentó: “Existen muchas historias de Zhang y sus pinturas mágicas, es difícil registrarlas a todas”.

Muchos milagros ocurrían a artistas de eras antiguas como Zhang, que en su mayoría retrataban seres divinos. Por su fe, recibieron un talento que excede el mundo humano. Mientras la sociedad y la tecnología avanzaron, la gente ha tenido cada vez menos fe en los seres superiores, haciendo que estos milagros se consideren mitos y cuentos del pasado.