(Minghui.org) En un día lluvioso, inexplicablemente tomé un desvío de camino a casa por el centro comercial cuando una mujer en bicicleta se detuvo frente a mí. Se quitó la capucha de su impermeable y me preguntó: “¿Señora, es usted miembro de la liga de jóvenes pioneros?”.

Al principio pensé que se había detenido para preguntar por una dirección, pero me entusiasmé mucho al descubrir que era una practicante de Falun Dafa como yo. Le conté que acababa de convencer al director del centro comercial para que renunciara al partido comunista chino. Me sonrió y se fue.

Mirando cómo se alejaba y desaparecía en la distancia, las lágrimas nublaron mi visión. Me conmovió el hecho de que ambas estábamos trabajando duro para contarle a las personas sobre la persecución del PCCh a Falun Dafa y animarlas a romper sus lazos con el partido.

Este encuentro me recordó lo que acababa de pasar en el centro comercial: fueron necesarios cuatro practicantes, incluida yo, para que el director del centro comercial renunciara al partido. No podía dejar de admirarme por los meticulosos arreglos del Maestro para que los practicantes trabajáramos como un solo cuerpo.

“Eres la cuarta persona que me pregunta si quiero renunciar al partido”

Ese mismo día, estaba descansando unos minutos en el área de descanso del centro comercial cuando vi a una anciana a mi lado. Se sorprendió al ver que lucía más joven y enérgica que ella, aunque yo era mayor.

Cuando le conté que practicaba los ejercicios de Falun Gong para mantenerme en forma, se quedó estupefacta: “Una vez una mujer me preguntó si quería renunciar al partido comunista. Le dije ‘¡No! El partido paga tu salario, ¿por qué estas en su contra?’. En otra oportunidad, una maestra también trató de convencerme para que renunciara al partido…”.

La interrumpí: “¿Cuando le preguntaron si quería renunciar, piensa que lo hicieron buscando fama, ganancias personales o poder? ¡Podrían haber sido arrestadas solamente por hablar con usted! ¡Qué generosas fueron!”.

Ella se sonrojó y dijo que los encuentros habían ocurrido varios años atrás. Su tono cambió: “Me agradas mucho. No he podido encontrar a una persona como tú en este vecindario”.

Compartí con ella mis historias de mejoras en la salud: “A mis treinta años me lastimé en el trabajo y quedé con una protrusión discal a lo largo de mi columna vertebral. Me sostenía en otros para bajar o subir escaleras. Todas estas dolencias desaparecieron poco después de empezar a practicar Falun Gong”.

Ella quedó bastante sorprendida y dijo: “Wow, es milagroso. No podría imaginarte de esa forma”.

Creo que gané su confianza y empezó a quejarse conmigo de la tensa relación que mantenía con sus dos hijos.

La tranquilicé y le dije: “También tuve mi parte justa de problemas en la vida, pero me discipliné con los principios de Falun Dafa: ‘Verdad – Benevolencia – Tolerancia’, y considero a los conflictos como oportunidades para mejorar”. Quedó maravillada: “Los practicantes de Falun Gong son grandiosos”.

Luego compartí los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista, que enumera las atrocidades cometidas por el régimen a lo largo de su historia.

Terminó accediendo a renunciar al partido y dijo: “Eres la cuarta persona que me pregunta si quiero renunciar al partido”. Le respondí: “Es porque los otros tres practicantes no tuvieron tanto tiempo para explicarle. Hoy el tiempo fue suficiente”.

Me percaté de que estuvimos hablando por más de una hora. Antes de que nos separáramos, le di dos volantes con información sobre Falun Dafa y le dije que repetir “Falun Dafa es bueno, Verdad – Benevolencia – Tolerancia es bueno” le traería buena fortuna.

Juntó sus palmas frente al pecho y dijo: “Voy a leer [los volantes], los leeré. ¡Gracias! ¡Gracias!”. También me puse contenta, porque una vida más fue salvada.

“No es que yo la haya ayudado a pasar la prueba, más bien me ayudó usted”

Mi experiencia en el centro comercial me dejó con el profundo entendimiento de que los practicantes de Dafa son verdaderamente un solo cuerpo durante el proceso de salvar seres conscientes. Esto también se manifiesta cuando nos ayudamos mutuamente y mejoramos juntos en el camino divino de la cultivación.

Siempre pensé que daba todo de mí cuando se trataba de ayudar a mis compañeros practicantes a atravesar yeli de enfermedad o a mejorar su xinxing. Sin embargo, un incidente reciente hizo que me diera cuenta de que en realidad también era beneficioso para mí.

Lo que sigue es una historia de lo que aprendí de una practicante (a quien me referiré como Sra. Li de ahora en adelante) que pasó por un severo yeli de enfermedad.

Siendo una practicante veterana en sus setenta años, la Sra. Li, no participó del estudio grupal del Fa durante mucho tiempo. Solo seguía en contacto conmigo porque nuestros maridos solían ser colegas. Me convertí en la persona a quien recurría cada vez que el yeli de enfermedad la golpeaba y necesitaba de un practicante para que la ayudara a atravesar la situación.

Durante el pasado abril volvió a tener “problemas de salud”. Su marido estaba furioso de que se negara a ir al hospital a tratarse la infección que tenía en el ojo izquierdo. Yo también me preocupé un poco de que no pudiera ver nada con ese ojo y de que tuviera ese lado de la cara hinchado.

Reconsideré si debía o no llevarla a mi casa para un estudio intensivo del Fa e intercambio de experiencias, al igual que había hecho en cada episodio de yeli de enfermedad por los que ya había atravesado.

Si algo le llegaba a pasar mientras estaba conmigo, ¿Cómo enfrentaría a su familia? Sin embargo, cambié mi pensamiento de inmediato: “¡No! ¡Eso no está bien! Nada de lo que me encuentro es accidental. El mal también está apuntándome. No lo voy a reconocer bajo ningún pretexto. El Maestro esta aquí. El Fa está aquí. ¿A qué debo temer?

Por otro lado, la Sra. Li estaba muy determinada en que solo el Maestro podía ayudarla, lo cual fomentó mi resolución de ayudarla como lo había hecho antes.

En casa, estudiamos el Fa, practicamos el juego de cinco ejercicios y enviamos pensamientos rectos.

Ella se dio cuenta de por qué se convirtió en blanco de las viejas fuerzas: “Yo solo me quedo en casa estudiando el Fa y haciendo los ejercicios, pero por temor nunca salgo a contarle a las personas sobre la persecución a Falun Dafa. También estoy preocupada por mi marido desde que sigue negándose a practicar la cultivación”.

También identifiqué mi temor y muchos otros apegos. Entendimos que como practicantes de Dafa durante el período de la rectificación del Fa, cargábamos con la responsabilidad histórica de asistir al Maestro durante el proceso. Siendo así, debíamos superar nuestro miedo y salir a aclarar la verdad.

A pesar de su problema en el ojo, la Sra. Li y yo fuimos a diferentes lugares a distribuir DVDs de Shen Yun y a animar a las personas a renunciar al PCCh. Además enviamos pensamientos rectos cerca de centros de detención donde los practicantes eran encarcelados ilegalmente. Después de que llegamos a casa, intercambiamos pensamientos e identificamos los problemas que continuábamos teniendo.

La Sra. Li nunca se quejó del dolor que sentía en el ojo. Dijo: “Sé muy bien que el Maestro soportó el sufrimiento por mí cada vez que pasé por ye de enfermedad”. Ninguna lo considero como una enfermedad o hinchazón. Cinco días después, su inflamación disminuyó y su ojo retornó a la normalidad.

Entonces regresó a su casa. Hicimos planes para distribuir volantes la semana siguiente, a pesar de que más de 20 practicantes locales habían sido arrestados.

Para mi sorpresa, la Sra. Li llegó a mi casa como habíamos acordado. Yo había pensado en cancelar la salida programada, pero tan pronto como la vi, me di cuenta que hubiese estado mal. Enviamos fuertes pensamientos rectos, empacamos los materiales y partimos como habíamos previsto.

Era su primera vez en repartir materiales en una aldea local, donde los caminos son a menudo irregulares y poco iluminados por la noche. Aunque su visión continuaba siendo un poco borrosa, insistió en que distribuiría materiales a los hogares de un lado del camino mientras que yo lo hacía del otro.

Cuando nos adentramos en la aldea, dos perros corrieron afuera y nos rodearon ladrando furiosos. Tranquilicé a la Sra. Li: “No tenga miedo. Los perros tienen miedo de que nos salteemos a sus propietarios. Vienen a guiarnos hacia ellos”. Nos llevaron hasta un patio, donde dejamos una bolsa de materiales. Luego dejaron de ladrar y no volvieron a salir.

En nuestro camino de regreso a casa, la Sra. Li dijo: “¡Tenías razón! Esos perros eran inteligentes”. Cuando reparto materiales en las aldeas siempre comparto mi experiencia de superación del miedo con los perros. Generalmente enviamos fuertes pensamientos rectos antes de visitar alguna aldea, para que los perros no nos gruñan. En realidad, es algo que aprendí de otros practicantes.

Cuando llegamos a casa era medianoche.

Le dije: “Siempre me agradece, pero hoy, me gustaría decirle, gracias. No es que yo la haya ayudado a pasar la prueba, más bien me ayudó usted. Si hoy no hubiera venido, no hubiese salido a distribuir materiales. Más de veinte practicantes locales fueron arrestados, incluyendo aquellos de nuestro grupo de estudio del Fa. No me atreví a decírselo para no afectarla”.

Ella respondió: “Incluso si me lo hubieras dicho, no habría sido afectada. Teníamos que salir como habíamos planeado”. Su simple respuesta demostró su elevación en el entendimiento del Fa. Antes, solo podía ver su miedo, pero ahora descubrí que el Maestro arregló que ella me sirviera como espejo de mis propios temores.

Llegué a ver el contraste entre nosotras. Ella es modesta y tolerante; yo tiendo a ser agresiva. Ella practica los ejercicios con diligencia, y yo a menudo dejo de hacerlos.

Este incidente me ayudó a deshacerme de muchos apegos humanos. También pude desintegrar muchos factores de la cultura del partido que existían en mí.

¡Mientras tanto, la familia de la Sra. Li atestiguó el poder curativo de Dafa una vez más!

¡Gracias Maestro! Gracias por sus cuidadosos arreglos.