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Uno no debe obtener bienes que le pertenecen a otros

Abr. 24, 2015 |   Por Jingyuan

(Minghui.org) La buena suerte de una persona proviene de su corazón. Ya sea que uno haga el bien o el mal, las consecuencias quedan sujetas a la ley celestial.

No codiciarás las pertenencias de otros

Había un hombre rico durante la dinastía Ming. Su nombre era Xu Chi, y vivía cerca de otro hombre llamado Xu Ba. Al ver que la casa de Xu Ba se veía muy linda, quiso adquirirla. Sin embargo, Xu Ba no tenía intenciones de vender su casa. Xu Chi entonces atrajo al hijo de Xu Ba para que apostara hasta el punto en que perdiera todos sus bienes, de modo que Xu Ba tuviera que venderle su casa a Xu Chi al final del día. Xu Ba se molestó mucho con su hijo y finalmente falleció en gran agonía.

Poco después, los tres hijos y cinco nietos de Xu Chi desarrollaron enfermedades muy graves. Xu Chi soñó con su abuelo que le decía en su sueño: "¡Tu tribulación vendrá pronto! ¿Te acuerdas de cómo obtuviste la casa de Xu Ba? A causa de esto, él te demandó en el infierno". Al escuchar esto, Xu Chi tuvo mucho miedo.

A la mañana siguiente Xu Chi fue al Templo Chenghua a orar. Tan pronto como entró en el templo vio a un mendigo que lo miró sorprendido. Cuando le preguntó al mendigo por qué tenía esa expresión facial, él comenzó a decir en voz baja: "Anoche, cuando estaba durmiendo en el templo, vi a alguien que traía una carta de acusación. La carta era para demandar a Xu Chi por haber llevado a su hijo a apostar, lo que provocó que luego perdiera todos sus bienes. Y hoy me encontré con Xu Chi que vino aquí a rezar. Por lo tanto, estaba un poco sorprendido”. Al oír esto Xu Chi quedó petrificado.

Efectivamente, en el lapso de un año, Xu Chi se enfermó gravemente y murió. Poco tiempo después, también murieron sus hijos y nietos.

Por desear una casa ajena, Xu Chi conspiró para hacer que el hijo de otra persona se volviese malo, luego hizo que padre e hijo se enfrentaran, y finalmente les hizo perder todos sus bienes. ¡La intención de Xu Chi fue verdaderamente despiadada! Los bienes que uno posee derivan de su propia buena fortuna, y uno no puede obtenerlos mediante un plan maligno. Si ese bien no es de uno, entonces uno no puede obtenerlo. Si algo no se obtiene de forma ética, entonces no hay que obtenerlo.