(Minghui.org) Anteriormente yo era tajante y enérgica, siempre intentando llamar la atención y sobresalir entre los demás en mi rendimiento laboral. Mis capacidades profesionales eran excepcionales, y mi ética laboral se ganaba el reconocimiento y respeto de mis superiores y colegas.

Sin embargo, aún era infeliz. Sentía que no había alcanzado mi objetivo realmente. No tenía un verdadero sentido de logro o satisfacción. Me sentía exhausta mental y físicamente. No pude manejar bien la relación con mi familia y tuve conflictos constantes con mi esposo. Fallé en darle a mi hija un amor maternal genuino.

En marzo de 1996 tuve la fortuna de entrar en contacto con Falun Dafa. Al leer el libro Zhuan Falun del Maestro Li Hongzhi, comencé a comprender el verdadero significado de la vida, así como también de las relaciones entre pérdida y ganancia.

Paulatinamente me fui calmando. Dejé de ser combativa en el trabajo y en casa. Ya no luché por tener la última palabra, sino que me contuve y comporté de acuerdo a los principios de Dafa de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Ya no sentí falta de satisfacción en el trabajo, la relación con mi esposo mejoró, y mi amor y preocupación por mi hija se volvió genuino. Mi familia estaba bañada en la luz de Dafa, viviendo felicidad y calidez.

Abandonando el interés personal

En julio de 1999, el partido comunista chino comenzó a perseguir a los practicantes de Falun Gong. Fui detenida ilegalmente dos veces, pero me mantuve muy calma. Sabía que la enseñanza de Dafa era contraria a las mentiras que el PCCh disemina a través de los medios controlados por el estado. Entonces, aunque la policía me detuvo ilegalmente y saqueó mi casa, no sentí odio hacia ellos.

En cambio, les dije compasivamente que no había quebrado la ley, que el gobierno está cometiendo un error terriblemente grave, y que practicar Falun Gong es un derecho de los ciudadanos protegido por la constitución china.

En julio del año siguiente, como mi hija estaba de vacaciones de verano de su último año de la secundaria, decidimos ir juntas a Beijing para apelar al gobierno central por Falun Gong.

Dos días antes de salir, mi esposo cedió ante la inmensa presión del las campañas de represión del régimen comunista y me propuso un divorcio. Él se quedaría con nuestra casa y yo con nuestra hija.

Al comienzo me sentí un poco perturbada. Pensé que si mi esposo quería un divorcio, no había mucho que yo pudiera decir, pero la casa le debía quedar a mi hija y a mí. Luego me di cuenta que eso era mi apego al interés personal que me costaba mucho abandonar.

Mi hija me dijo: “Si papá quiere la casa, entonces que se la quede. Falun Gong nos enseña a pensar en los demás. Cuando nos topamos con conflictos y la atracción a los intereses propios, deberíamos dar un paso atrás, y el cielo se hará más amplio”.

Mi hija tenía razón. El Maestro nos enseña a tomar la fama y la fortuna con ligereza. Somos practicantes de Falun Gong. Debemos ceder el paso ante los otros en estas situaciones. Entonces, estuve de acuerdo en que mi futuro ex esposo se quedara con nuestra casa.

Enviada a un campo de trabajo esclavo por apelar al gobierno

Mi hija y yo fuimos a Beijing, pero la policía nos interceptó en el camino y nos enviaron a nuestra policía local. De ahí, fui enviada a un campo de trabajo forzado durante dos años para “reeducarme”.

Cuando me liberaron en 2003, regresé a mi trabajo en mi unidad laboral original. Mi hija había sido secuestrada y enviada a estudiar a una universidad debido a sus excelentes resultados en la secundaria.

Poco después de eso, mi unidad de trabajo compró una cantidad de viviendas. Yo cumplía los requisitos para que me asignasen una, entonces tomé prestados 30.000 yuanes de mi hermana para utilizarlos como depósito para una vivienda de 130 metros cuadrados.

Cuando el banco estaba procesando mi préstamo, me arrestaron nuevamente y enviaron a otro campo de trabajo forzado por tres años.

Compartiendo las bendiciones

Los supervisores en mi unidad de trabajo comprendían Falun Gong y la persecución, entonces fui liberada en 2007 y enviaron a alguien para que me llevara a casa. Al día siguiente, mi trabajo me llamó para que regresara a trabajar en mi puesto original.

Luego supe que luego de mi ausencia involuntaria, mis supervisores habían comprado mi casa bajo el nombre de mi unidad de trabajo. Cuando comencé a trabajar nuevamente, me vendieron la vivienda nuevamente al precio original. Debido a que la transacción era una “compra privada” de un “dueño público” el banco no pudo brindarme ningún préstamo. Mi unidad de trabajo hizo un acuerdo especial y me dio las llaves de mi vivienda.

En 2008, luego de renovaciones necesarias, mi hija y yo nos mudamos a nuestra nueva residencia.

Cuando alcancé la edad para jubilarme en 2013, ya tenía más que suficiente como para cancelar la deuda que tenía con mi unidad de trabajo.

Mi hija ahora ya se ha graduado de la universidad y tiene un buen trabajo. Hace dos años hasta compramos un automóvil.

El vicedirector de nuestra comunidad vino a nuestra casa a visitarnos. Se percató de mi semblante rozagante y de mi vitalidad, que no se parecía en nada a alguien cercano a los 60 años de edad. También sintió la paz y tranquilidad del ambiente de nuestro hogar.

Yo le dije: “He sufrido en los campos de trabajo forzado durante casi seis años bajo la persecución a Falun Gong del gobierno, pero estoy bien físicamente, sin ninguna enfermedad, todo gracias a Dafa. Si tan solo puede usted recordar que “Falun Dafa es bueno. Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”, y renuncia al partido comunista, usted también será bendecido”.

El fue testigo de las bendiciones de Dafa en mí y en mi hija, y decidió renunciar a su membresía al partido. Antes de irse suspiró: “Al verlas, yo también quiero practicar Falun Gong”.