(Minghui.org) En noviembre de 1992, un amigo me dijo que un famoso Maestro de qigong estaba llegando a Guanxian, provincia de Shandong, y quería preguntarle sobre mi enfermedad.

Los doctores me habían dicho que vaya a casa y me prepare para mis últimos días. De hecho, había estado al borde de la muerte por años. Tuve presión alta, enfermedades cardíacas, cálculos en la vesícula, úlceras gástrica y duodenal, apendicitis, migraña, hiperplasia mamaria, entre otras dolencias.

Mi esposo me había llevado a varios hospitales, primero a pequeños hospitales locales y luego a grandes hospitales en Beijing. Intentamos todos: tanto medicina oriental como china, pero nada me ayudó.

Cuando escuché sobre un maestro famoso me llené de esperanza. Mi esposo manejó su bicicleta para invitar a un maestro de qigong para que me vea.

Pronto regresó y dijo que ese maestro me invitaba a verlo. A pesar de mi condición, estuve de acuerdo inmediatamente. Apenas dije: “Iré”, sentí una ola de energía cálida por todo mi cuerpo y me sentí mejor al instante”.

Mi esposo me puso en su bicicleta y me llevó al lugar del encuentro. Cuando abrí los ojos, vi una cara familiar. Me di cuenta de que había visto el rostro del Maestro Li Hongzhi en mis sueños.

El Maestro me dijo que bajara de la bicicleta y me parara con los ojos cerrados. Me palmeó de cabeza a pies. Pude sentir el calor por todo mi cuerpo y todos mis canales de energía que se abrieron.

En solo dos minutos, tuve calor y estaba sudando. Cuando abrí los ojos, me sentí completamente como una persona diferente. Me sentí como flotando en el aire, y mi rostro estaba radiante. Todos mis malestares se fueron.

En ese momento, me sentí como una niña de 12 años, llena de vida y energía.

Shifu Li me pidió que me suba a la bicicleta y la maneje. Al principio, dudé y no sabía si podía. Subí a la bicicleta y empecé a pedalear afuera. El Maestro me dijo que pedalee más rápido. Así que pedaleé más fuerte y más rápido. Todos empezaron a aplaudir. Con alegría, comencé a llorar.

Dos días más tarde, asistí a la primera serie de lecciones del Fa del Maestro y me convertí en practicante de Falun Dafa. Me he cultivado por 23 años y nunca he tomado medicación.

¡Gracias, Maestro, por darme una segunda vida! ¡Gracias Maestro, por su compasiva salvación y protección!