(Minghui.org) Cuando los practicantes de Falun Gong usan la ley existente para protegerse, ayudan a aquellos que persiguen a Falun Gong a que recobren sus sentidos.

Arrestado en la estación de trenes

El 29 de diciembre de 2014, después que revisaron mi identidad, personal de seguridad me arrestó.

Yo estaba perdido, y acepté pasivamente las acciones de los oficiales. Sin embargo, cada vez me maltrataban peor. Me registraron, interrogaron y amenazaron.

Un practicante me llamó justo después de ser arrestado, y pude sentir sus pensamientos rectos. También sentí cómo mi campo se purificaba poco a poco. Sin embargo, aún no tenía idea de cómo oponerme a la persecución.

Yo sabía que tenía omisiones en mi cultivación. Sin embargo, ¿cómo podría ser esa la razón para ser perseguido? Un practicante puede tener apegos, pero mientras nos cultivamos, tenemos que eliminar las cosas malas. Por eso, entendí que no tenía que reconocer la idea de que mis apegos causaron la persecución.

Una hora más tarde, me llevaron a una sala de interrogatorios en la comisaría. Los policías hicieron varias llamadas y vinieron un montón de policías. Sabían quién era yo y cuál era mi situación viendo mi identidad.

Me dijeron que me estaban deteniendo, y me esposaron a una silla de metal, un instrumento de tortura. Dos oficiales me grabaron. Uno me leyó mis derechos y comenzó a escribir nuestra conversación. No contesté ninguna pregunta y me negué a firmar algún documento. Me robaron las llaves de mi casa y planearon ir a saquearla.

De repente sentí que mi campo dimensional se limpió y me di cuenta que tenía que oponerme a la persecución. Sabía que esto era porque los practicantes estaban enviando pensamientos rectos en grupo hacia mí.

Comencé una huelga de hambre y grité: “Falun Gong es bueno”. Pero empecé a pensar en formas más racionales y pacíficas para resistir la persecución.

Usando el sistema legal

Unos años atrás participé en el rescate de un practicante y contacté a algunos abogados en el proceso. Había empezado a estudiar algunas leyes básicas. Compré un libro sobre código penal y tenía planeado leerlo en el tren.

Le dije a un policía joven que me alcanzar el código penal que estaba en mi bolso y se negó.

“Es mi derecho,” le dije. “¿Por qué me lo niegas? El libro está en mi bolso y es mi pertenencia. ¿Por qué no puedo leerlo?”.

El oficial estaba sorprendido al escucharme hablar así, y no supo cómo reaccionar. Le pedí que llamara a su supervisor, y este también se negó a entregarme el libro.

“Este es mi derecho y también está incluido en los derechos que ustedes me leyeron”, les dije. Les dije que habían violado mis derechos y que lo demandaría. Se sorprendió y le preguntó a su jefe, quien simplemente sonrió y me entregó el libro del bolso.

El supervisor quería saber por qué quería leer el libro y por qué lo demandaría.

“Tengo derecho a tener un abogado y que mi familia sea notificada, como lo estipula la ley. Ahora, quisiera un abogado y que notifiquen a mi familia”, les dije.

El supervisor me dijo que él podía encontrar un abogado para mí, pero le contesté que lo haría yo por mi cuenta. Luego, le dije que hiciera unas llamadas telefónicas para mí. No dijo que no, pero agregó que antes tendría que verificar si el abogado era practicante de Falun Gong o no. Hubo algunas discusiones más y yo cerré mis ojos y comencé a enviar pensamientos rectos.

El policía joven que me arrestó me dijo que tuvo que hacerlo porque mi nombre estaba en la lista negra de la policía. Luego se fue porque su turno terminó.

Yo seguí enviando pensamientos rectos. El jefe de la división de seguridad me dijo que me fuera a casa, pero mi computadora, tres celulares, y el USB tenían que quedarse hasta las 3 p.m. Dijo que podía recuperarlos de su oficina más tarde.

El supervisor intentó poner un paquete de fideos instantáneos en mi bolso antes que me fuera. Le agradecí pero rechacé la oferta. Llegué a casa a la medianoche. Los practicantes aún estaban enviando pensamientos rectos para mí.