(Minghui.org) De niño en Polonia, Mateusz creía en la existencia de un reino maravilloso que trascendía todo el dolor y sufrimiento del mundo. Buscó al poder espiritual que podría llevarlo a ese lugar sin tener éxito. Finalmente, se convirtió en un pendenciero en las calles, adicto al alcohol y las drogas, hasta que un libro cambió la trayectoria de su vida para siempre. Ahora, este joven hombre es feliz, saludable, y tiene un buen trabajo. ¿Qué fue lo que ocurrió?

Mateusz (derecha) y amigos en la Conferencia de Intercambio de Experiencias de Europa 2015.

Una juventud turbulenta

Mateusz ha sido desde siempre un fanático de los deportes, un buen corredor y artista marcial, en especial del Muay Thai. Se crió con sus hermanos menores y su padre en un barrio en donde la dignidad de uno se define y protege con el puño. Su padre le había dicho que siempre debía vengarse si alguien lo insultaba. En la mente de Mateusz la pelea no era una diversión, sino una forma de protegerse los débiles. Rara vez se perdía alguna reyerta en la calle.

Odiaba el olor a cigarrillo y alcohol, pero estaba rodeado de esto en su casa y en todo su barrio, ya que casi todos en la comunidad los usaban para liberar el estrés. Paulatinamente el también se volvió adicto a estos, aunque en su interior seguía odiándolos.

Buscando otro mundo

Por debajo de la superficie de su vida violenta, sin embargo, estaba en una búsqueda espiritual. Leyó muchos libros de metafísica, incluyendo libros sobre meditación de oriente y artes marciales. Al mismo tiempo consumía drogas alucinógenas.

“Estaba convencido de que más allá de este mundo, lleno de dolor, injusticias, prejuicios e ilusiones, hay un mundo real y maravilloso”, dijo.

Pero esos libros no respondían a sus preguntas. Él ponderaba: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué los seres humanos viven en este planeta? ¿Sufren dolor e injusticia las vidas de otros planetas? ¿Cuál es el propósito de la meditación y la cultivación? ¿Por qué la gente mala está en el poder? ¿Qué es el período final del Dharma que se describe en las escrituras budistas, y cuáles son las causas del fin del Dharma?

Mateusz puso todo su esfuerzo en encontrar las respuestas, y esta búsqueda se convirtió en lo más importante en su vida. Llevaba un diario con sus sueños, experiencias en meditación, experiencias de su alma dejando su cuerpo, y sus sentimientos luego de experimentar con todo tipo de drogas.

También buscó libros sobre cultivación por Internet. Hasta que un día, en una librería online, vio un libro de tapa azul entre cientos de otros libros, que le llamó inmediatamente la atención. Una reseña de libro decía: “Este libro puede cambiar la mente fundamentalmente, y ayudar a que la gente elimine todo tipo de adicciones. Puede cambiar el cuerpo de uno desde lo profundo, y elevar al cultivador a un reino de consumación”.

“¿No es esto lo que he estado buscando?” pensó, y solicitó el libro inmediatamente. Este libro era Zhuan Falun.

Sin embargo se rindió al leer el prefacio, Lunyu —“No me merezco este libro”, pensó, “porque mi cuerpo está muy contaminado, lleno de alcohol y drogas”.

De ahora en adelante, me voy a cultivar

Mateusz siguió explorando con todo tipo de cosas en su cruzada por investigar el mundo espiritual. Experimentó algunos fenómenos sobrenaturales y estaba ansioso por tomar contacto con vidas de altos niveles que pudieran ofrecerle una guía en este mundo caótico. Al mismo tiempo tomó más y más drogas alucinógenas. Las dosis iban en incremento, haciendo que su familia y amigos se preocuparan por él. Se sintió solo porque nadie lo entendía.

Una noche tomó diez veces más que la dosis habitual de drogas. “Me desperté en la medianoche y comencé a llorar desesperado. Estaba tan triste que ya no quería vivir en este mundo”.

La copia de Zhuan Falun descansaba sobre su repisa, como cubierta de un halo cálido y delicado. “De pronto me sentí rodeado de una inmensa compasión, una compasión que podía derretir al acero. De mi corazón surgió la esperanza”, recuerda Mateusz. “. En ese momento, mi vida entera pasó como un destello por mi mente, escena tras escena. Me di cuenta que cultivar Falun Dafa era el verdadero propósito de mi vida, y que era eso lo que había estado esperando. Lloré enérgicamente y grité 'Me niego a seguir durmiendo. ¡Quiero cultivarme! Quiero regresar a casa'”.

Esa noche Mateusz vio claramente los elementos sucios en su cuerpo y en su mente, y todas sus nociones desviadas que eran los obstáculos que no le permitían leer Zhuan Falun.

“Reconocí mi mal comportamiento —el beber, fumar, y usar drogas. Supe que si quería cultivarme, debía eliminar esas cosas. Desde lo profundo de mi corazón tuve un deseo: “De ahora en más, me voy a cultivar, y regresar a mi verdadero ser”.

“Estaba convencido de que el Maestro Li Hongzhi (el fundador de Falun Dafa) purificaría mi cuerpo, y lo limpiaría de todas las cosas horribles dentro mío siempre y cuando me cultivara seriamente. Sabía qué debía hacer: leer este libro ahora mismo y aprender cómo cultivarme”.

Al día siguiente, Mateusz hizo un anuncio a su familia: “Voy a cambiar. Voy a dejar las drogas y ser un buen hijo”. Tenía 19 años.

Una vida renovada

Mateusz vivió grandes cambios desde el instante en que comenzó a practicar Falun Gong. Primero sintió que tenía una gripe pesada. Los síntomas incluían mareos, una visión nubosa, poco apetito y dolor de huesos. Sin embargo se mantuvo calmo ya que entendió: “Es algo maravilloso. Esto demuestra que el Maestro Li me está cuidando y está purificando mi cuerpo. Es un paso necesario para una verdadera cultivación”.

En los próximos ocho días tuvo un cuadro comatoso. Apenas tenía fuerza para arrastrarse al baño y volver a la cama.

Pero en esos ocho días ocurrieron milagros.

“En mi sueño mi cuerpo colgaba del aire, conectado a una máquina compleja con cientos de cables. Los cables estaban enchufados a cada órgano y punto de acupuntura en mi cuerpo, y la “máquina” reconstruyó mi cuerpo desde lo profundo. Limpió los elementos sucios, instaló nuevos componentes, y recargó mi cuerpo con nueva energía”.

“Vi decenas de Falun (ruedas de Fa) rotando en mi cuerpo y reconstruyendo cada parte de éste, desde lo profundo hasta la superficie. Vi que mi cuerpo era como un universo con inmensos sistemas adentro. Todo era glorioso y mágico”.

Cada día Mateusz sintió que se le quitaban enormes cantidades de yeli (karma) sucio y de malas nociones, y que su cuerpo se volvía más y más liviano. “Lloré como un bebé y grité en mi corazón: '¡Me voy a cultivar! ¡Me voy a cultivar!'”. Sintió una fuerte corriente de energía de compasión que fluía por su cuerpo y lo purificaba, y le traía sabiduría. “Sentí que me volví más sabio, y desde lo profundo hasta la superficie me sentí limpio y puro”.

Volviéndome una buena persona y viviendo una vida normal

Mateusz leyó Zhuan Falun una y otra vez. “Este libro le enseña a la gente cómo ser una buena persona, y una persona aun mejor. Enseña a un cultivador a mejorarse a un nivel más alto en la vida cotidiana, sin convertirse en monja o monje, y finalmente lo guía a convertirse en un grandioso ser iluminado”.

Se sumó a un grupo de práctica de ejercicios local en Polonia, y aprendió de sus compañeros practicantes las experiencias sobre incorporar las enseñanza de Falun Gong de verdad-benevolencia-tolerancia en su vida diaria.

Mateusz se mudó de la casa de sus padres en Gliwice, y se fue a Varsovia. “Quería hacerme responsable por mi propia vida, y no ser un peso para mis padres”. Aprendió inglés por su cuenta y se convirtió en un empleado de aduana en un aeropuerto. “En mi trabajo me topo con todo tipo de personas. Estoy feliz en poder ayudarlos y trato a todos con bondad”.

Cultivar Falun Gong cambió completamente la forma en que él lidia con conflictos. Compartió que: “Todos los conflictos son oportunidades para que podamos pagar nuestro yeli (karma) y mejorarnos. Por ejemplo, hace unos días mi supervisor se enojó conmigo sin motivo alguno. Me gritó enojada. En ese momento recordé que debo mantener la calma. Le dije pacíficamente y con una sonrisa, que la entendía. Ella cambió su actitud inmediatamente, y ya no estaba enojada. Creo que pagué algunas deudas que le debía de vidas pasadas”.

“Falun Gong me ha enseñado a ser genuinamente una buena persona, y aún más, una mejor persona. Me otorga el criterio para medir todo. Aspiro en convertirme en alguien con más compasión y paz por medio de la cultivación. Puedo sentir el poder de la compasión a través de los ocho años de mi cultivación, y me esforzaré en mejorar”.